El año pasado, Paolo Bacigalupi nos deleitó con la innovadora y un tanto desconcertante novela La chica mecánica, una aproximación creíble al cambio climático, a la falta de recursos de una Tierra envejecida y desgastada donde sólo la ingeniería genética parece sacar frutos para continuar manteniendo a la humanidad.
El cementerio de barcos es la segunda novela que nos ha llegado traducida al castellano y sigue ambientada en el mismo universo distópico y catastrofista de La chica mecánica sólo que en otro continente y quizás también en otra época (no sabemos en qué año ocurre la acción). En este caso sin embargo, no existe tanta profundidad ni tanto cuidado en la ambientación y la acción y la aventura toman más protagonismo: paradójicamente hay momentos en que resulta una novela con contenidos más duros, oscuros y malsanos que los hechos que descritos en aquella Tailandia superpoblada y pegajosa que nos narraba en su anterior novela.
Pero dejémonos de comparaciones por ahora. La presente obra está ambientada en las costas del Golfo de México, en alguno de los territorios al sur de lo que eran los EEUU (en ningún caso se menciona el estado por lo que suponemos ha dejado de existir). En una playa donde la gente malvive desguazando petroleros para vender la chatarra, un chico verá la oportunidad de huir de la miseria cuando descubre un naufragio que le cambiará la vida.
Con esta sencilla premisa, el autor es capaz de transportar a los Intringulis de los desguaces, de las drogas, de la durísima vida que parecen tener todos en un país controlado por clanes y familias; con cuatro pinceladas argumentales ya tenemos una aventura, ya nos ha presentado un protagonista carismático (Nails) y ya encontramos los ingredientes tópicos para pasarlo bien: Una incipiente historia de amor, una relación padre-hijo tumultuosa, persecuciones, intriga, un cierto interés por saber cómo es el entorno para donde se mueven los personajes etc ...
Bacigalupi crea de la nada una aventura que sin llegar a las cotas de profundidad y análisis del futuro de nuestro planeta que encontrábamos en La chica mecánica, funciona. Y funciona bien como novela ligera, entretenida y llena de elementos propios ya del universo del autor: Constantes referencias a la manipulación genética (sin ir más lejos la nuevaa raza de hombres-perro), la omnipresente calor debida a los cambios climáticos y el calentamiento global, la desaparición de la actual la estructura política y en definitiva la entrada de la humanidad en una nueva era donde se tiene que espabilar sin apenas recursos ...
No se si las siguientes novelas del autor también estarán inscritas en este universo tan poco agradable como el que nos presenta, pero va camino de convertir sus obras en una entramado de historias por desgracia totalmente creíbles hoy día.
Eloi Puig, 07/27/12
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