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Uno de los muchos pecados entorno al mundo del cómic que arrastro es no haber leído nunca nada del autor Hugo Pratt y particularmente de su personaje más icónico: Corto Maltés. No ha sido por ningún motivo concreto, simplemente me he dedicado a otros autores europeos aunque la imagen de Corto Maltés siempre me ha perseguido cuando visitaba librerías especializadas, como reprochándome mi descuido, o mi indiferencia hacia él.
Hace unos meses, Norma Editorial comenzó una nueva colección dedicada a Hugo Pratt en catalán. Entonces me llamó la atención y pensé en hacerme con algún volumen, pero la falta de tiempo me hizo olvidar el tema hasta hace poco. Finalmente compré mi primer álbum de Corto Maltés hace pocas semanas, en el Saló del Còmic de Barcelona. Mi sorpresa llegó cuando me di cuenta que no era el primero cronológicamente hablando. Y soy bastante fetixista en estas cosas. Parece que la colección no sigue este dicho orden cronológico en las aventuras del marinero. En todo caso, ya valoraré si esto finalmente tiene importancia o no.
La cuestión es que el volumen escogido es Las célticas, un compedio de 4 aventuras cortas de Corto Maltés ambientadas entre 1917 y 1918 en algunas naciones celtas -de ahí, obviamente el nombre- como Irlanda o la Bretaña. Las tramas quieren mantener una mezcla casi mística en algunos casos entre las tradiciones tan arraigadas en las naciones celtas y la guerra que está librando en sus tierras, sea bajo el nombre de las redadas contra el invasor inglés en Irlanda o contra los alemanes en Bretaña o Cornualles.
Lo que más me ha sorprendido del personaje de Corto Maltés es que no se trata de un héroe a la carta - al menos en este álbum-, el autor no lo utiliza para solucionar conflictos o desequilibrar las balanzas, si no que se convierte en una excusa para contarnos un trocito de historia, una porción de un hecho, de una batalla que forma parte de algo mayor. Corto Maltés es más espectador que otra cosa, es más un voyeur solitario alrededor del cual ocurren pequeños dramas, que el motor que hace girar las tramas argumentales.
La primera de estas historias es "Concierto en do menor para arpa y nitroglicerina", quizás la mejor de todas ellas argumentalmente hablando. El escenario es Irlanda y la lucha entre miembros de la resistencia, del partido Sinn Feinn, lo que serían el embrión del IRA contra los ingleses que aún entonces ocupaban toda la isla - recordemos que la independencia irlandesa no se produjo hasta unos años más tarde, en 1922, aunque sin llegar a ser completa, como todos sabemos- Es una historia trágica donde, como comentaba, Corto Maltés es un simple espectador. El dibujo, en la mejor línea de Hugo Pratt evoca melancolía y ternura, con muchas escenas con el viento de trasfondo que ayudan a situarnos en el escenario de la verde Irlanda.
Le sigue, "Sueño de una mañana de invierno", un juego de palabras con clara referencia a la obra de Shakespeare. Y sí, aquí también encontramos una historias fantástica donde algunos seres sobrenaturales, propios de la mitología celta - donde destacan Oberón o el mismo mago Merlín- son llamados para evitar una posible invasión alemana - lo que llevaría de rebote una invasión de seres fantásticos de tradición germánica en tierras celtas-. El argumento no da demasiado de sí pero no deja de ser poético. Una lástima que sólo sea una historia corta.
Continuamos: En "Vinos de Borgoña y rosas de Picardía" volvemos a encontrar un personaje histórico, el mítico barón Rojo, el as del cielo que dio tantos quebraderos de cabeza a los ingleses y sus aliados durante la I Guerra Mundial. Corto Maltés tampoco tiene un protagonismo especial como no sea el de dar el arma al soldado australiano que abatió al barón. En todo caso es una histora simple pero con buen ritmo.
Finalmente "Teatro de variedades entre Zuydcoote y Bray-Dunes" es una curiosa historia de espionaje, también ambientada en la I Guerra Mundial, conducida a través de una obra de teatro basada en las leyendas celtas. Explicado así suena extraño y de hecho lo es. Parece más una incursión poética de Hugo Pratt, un pequeño homenaje al teatro de variedades que no una historia política, pero también cumple con los objetivos.
En definitiva, el talento de Hugo Pratt en este volumen de pequeñas historias es evidente, sobre todo en el aspecto gráfico. La fisonomía de Corto ha sido motivo de miles de réplicas en todo tipo de merchandising y es por algo: Pratt sabe capturar en una imagen icónica una mezcla de aventura y melancolía bajo una gorra y unas patillas que ya han pasado a la historia del cómic.
En cuanto al guión, sus mensaje políticos tienen coherencia a pesar de no ser evidentes a primera vista - excepto el episodio del Barón Rojo-y ciertamente ha sido un álbum interesante para empezar en adentrarse en el mundo de Corto Maltés. Quizás espero leer una obra larga más completa argumentalmente para hacerme una idea más válida de lo que puede aportar este personaje. Seguiré leyendo.
Eloi Puig, 27/05/12
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