No estamos demasiado acostumbrados a que las operas espaciales se sitúen en nuestro Sistema Solar. Normalmente, estas aventuras épicas, estas luchas entre planetas, imperios etc, tienen una ubicación muy lejana - que a menudo ni siquiera contempla la Tierra-. Pero aquí tenemos la excepción que confirma la regla, una novela ambientada íntegramente dentro de nuestro Sistema Solar y que no habla de exploración o colonización, no al menos en el sentido científico de la palabra. El despetar del leviatán es, como decía, un space opera, una novela donde estos sueños ya se han cumplido en buena medida y donde ahora toca luchar para consolidarlos o lo que es mismo, toca soltar las más mezquinas pasiones humanas.
El Sistema Solar está colonizado en buena parte por la humanidad. Marte, por ejemplo, es ya una nación independiente que confabula con la Tierra para expandirse o para influir en asentamientos y bases espaciales y continuar explotando sus minerales. La Tierra está superpoblada pero sigue siendo la cuna de la humanidad y el único planeta con aire respirable. Entre estas dos grandes potencias hay una cierta guerra fría por el control y explotación de los territorios exteriores (especialmente el cinturón de asteroides pero también algunas lunas de Júpiter y Saturno). Exterior. Esta es la palabra que tenemos que retener. La humanidad, dejando de lado las disposiciones políticas se ha dividido entre los que han nacido y viven en pozos de gravedad como la Tierra o Marte y los descendientes de los colonos que se establecieron a los asteroides gigantescos como Ceres o Eros. La morfología de estos últimos después de varias generaciones se ha visto modificada debido a la escasa gravedad: Personas adaptadas con cuerpos largos y delgados. Por contra los terráqueos y los marcianos siguen bajos y rechonchos (al menos en comparación). Son rasgos diferenciales que a priori no deberían tener más importancia pero que en momentos de malestar influyen como medio de crítica xenófoba.
Pero aparte de los rasgos físicos los humanos que habitan el exterior han tenido que trabajar siempre en condiciones deplorables y poco seguras para continuar proporcionando recursos a la Tierra y Marte. Sus condiciones de vida son mucho más limitadas que los humanos de los planetas interiores y desde hace tiempo hay un creciente sentimiento de aislamiento, de diferencia respecto a los pozos de gravedad que son la Tierra y Marte. La política se radicaliza y las tensiones y el racismo hacia los humanos del Interior son cada vez más palpables.
Este es el escenario básico que James S.A Corey (el seudónimo que esconde los autores Daniel Abraham y Ty Franck) han construido en una saga que ya lleva siete volúmenes en inglés y que la editorial Nova nos acerca por primera vez en castellano traducido por David Tejera. Una ambientación pues, que contrasta a la que los space opera clásicos nos tienen acostumbrados. Cierto es que autores de la talla de Pohl & Konnbluth o Heinlein ya exploraron la faceta de colocar los planetas más próximos como puntos donde desarrollar sus historias. Pero aquellas distopías han quedado un poco arrinconadas por el peso de los años - por desgracia- y hasta hace poco no me encontré con un escenario similar: Mi referente más cercano sería la novela Luna Nueva de Ian McDonald (también publicado este año en Nova) que plantea una saga de aventuras ubicada en nuestro querido satélite. ¿Pero qué tienen en común esa novela y la que ahora mismo estoy presentando? El elemento que comparten es esta mezcla casi perfecta que existe entre la aventura y el sentido de la maravilla por un lado y la envoltura realista, hard, con que está narrada la acción, por la otra. Encontraremos batallas espaciales, disparos, persecuciones y explosiones pero estarán acotadas bajo puntos de vista que quieren estar de buenas con las leyes de la física. Esto quiere decir que la gravedad será un elemento importantísimo, las aceleraciones, las distancias entre planetas, la tecnología y un largo etc. Los autores han logrado construir un mundo cercano y creíble en forma de aventura espacial de manera disfrutan tanto los más puristas como los seguidores de la ciencia ficción más evasiva.
Si el escenario es ya de por sí meticuloso, la trama desde donde explosiona la novela es efectiva y bien construida, sin prisas y bajo la dirección de dos personajes antagónicos: Uno es Jim Holden, segundo de a bordo de un vulgar carguero de hielo que debe comandar una misión de rescate a una nave. El otro es el inspector Miller, un policía al servicio de una empresa terrestre que se encarga de la seguridad en Ceres, el principal asteroide habitado del cinturón. Los dos personajes se complementan y aportan su visión y experiencia en capítulos intercalados. El primero, Holden, es un idealista de aparente optimismo que arrastra tras de sí personajes como Naomi, la Ingeniera, Amos, de profesión mecánico o Alex, un experto piloto. Ellos complementan la tripulación y ayudan a equilibrar sus decisiones y actos. Holden ofrecerá una panorámica de cómo funcionan las naves estelares, de los problemas de supervivencia en el espacio, de las luchas contra las grandes potencias o contra piratas. En definitiva la suya es la parte de la aventura, la especulación y el sentido de la maravilla.
En cambio Miller es un policía, un lobo solitario, medio amargado por un divorcio y buscando su lugar en el cuerpo de Star Helix, la empresa para la que trabaja. Sus compañeros son para él apéndices que aprecia pero que no lo comprenden. Su talante se ejecuta mediante el sarcasmo pero también por la acción directa. Miller nos acerca al día a día en el cinturón de asteroides: Los barrios bajos, las mafias, el marcado acento medioambiental y el funcionamiento interno de un trozo de roca con millones de personas que coexisten en su interior. Su historia va ligada a la investigación de la desaparición de una chica: Julie Mao. Su investigación será la excusa para abrirnos las puertas a la política interplanetaria o al supuesto radicalismo de los terroristas del APE (Asociación de Planetas Exteriores) pero especialmente nos mostrará el modo de vida de los cinturianos, sus ansiedades, sus frustraciones y sus sueños
Este cúmulo de información aportada por los dos protagonistas es la que nos va abriendo la mente a cómo será esta saga ambientada tan cerca de nosotros. Y esta es una de las grandezas de la obra: Hacernos entender cómo esta expansión de la humanidad por los planetas y rocas cercanas podría desarrollarse en un futuro de sólo varias generaciones. La aventura está servida. Los misterios a los que se enfrentan Jim Holden y su tripulación y el inspector Miller y su mundo de cinturianos en Ceres convergerán alrededor de un punto, una nave que emite un mensaje de socorro y que precipita la ruptura de la paz en el Sistema Solar. Y toda la trama, todas las aventuras que rodean las acciones de estos dos hombres servirán para observar como la guerra, la desconfianza, el genocidio y los perjuicios, todos ellos condiciones ineludibles de la esencia humana, se enfrentan a algo más extraño e imposible de catalogar y despiertan al leviatán o lo que es lo mismo: el caos en el sistema solar.
La primera mitad de esta primera novela ha sido adaptada a la televisión por el canal SyFy en la serie The Expanse, la cual está a punto de comenzar su segunda temporada. Tendremos saga de la Expansión por mucho tiempo!
Eloi Puig, 19/12/2016
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