Dicen que en este mundo nuestro de la ciencia ficción ya está todo prácticamente inventado, que hay pocas obras realmente originales o que puedan trascender como ejemplos que se abran a nuevas direcciones. No estoy de acuerdo, naturalmente. Si una capacidad tiene precisamente la ciencia ficción es la de reinventarse continuamente a sí misma y la de especular con todo tipo de escenarios, personajes y ambientaciones.
Y como muestra de estas palabras tenemos Las estrellas son Legión. Una novela diferente en muchos conceptos pero que sobre todo sorprende por sus planteamientos, ya de buen inicio, directos e inesperados, especialmente porque un servidor creía que se encontraría con una aventura más o menos épica en un escenario de space opera y más bien ha obtenido una reflexión sobre la condición humana en un ambiente radicalmente femenino donde la autora aborda diferentes objetivos a través de una trama que no es fácil de seguir pero que resulta sobre todo inspiradora.
Vayamos por partes: La Legión es un conjunto de naves-mundo que permanecen en un sector del espacio y que se están corrompiendo y deteriorando de forma inexorable. Son pequeños universos decadentes que están abocados a guerras fratricidas entre grandes familias para explotar los últimos recursos disponibles. Cuando las defino como naves-mundo no estoy siendo del todo preciso: Estos mundos son híbridos, están compuestos de metal pero también de materia viviente. Incluso encontramos que diferentes tipos de armas son orgánicas (me encanta el detalle de las balas de cefalópodos) o que transportes por el espacio parecen poseer partes híbridas también orgánicas que los hace semi conscientes. Y en el interior de la Legión, los submundos, pueden mostrar espacios enormes con funciones específicas como por ejemplo de reciclaje, todos ellos habitados por personas de forma autosuficiente en un estado de permanente simbiosis.
He dicho personas? Perdonad, seré aún más explícito: Mujeres. El 100% de la población humana de la Legión son de sexo femenino (como anécdota, el sugerente título de Lesbianas en el espacio ha sido adoptado de forma alternativa por la misma autora a raíz de una crítica que le hicieron). Sí señores: En la Legión no existen (ni parece que se les haya visto nunca) los hombres. Y sí, cada familia tiene una líder y guerreras, y brujas y también pseudo-científicas... y naturalmente de vez en cuando también madres e hijas. ¿Y como se reproducen? Me preguntaréis. La nave-mundo provee y pide sacrificios a cambio. La simbiosis entre la humanidad y las necesidades del mundo es fascinante y de un nivel que roza el subgénero del bizarro.
La autora, Kameron Hurley nos ha presentado una epopeya feminista (y no lo digo en el sentido reivindicativo, sino en el amplio abanico que ofrece una mirada eminente femenina sobre aspectos tan dispares como el liderazgo, la maternidad, el compañerismo o el sacrificio) bajo el liderazgo de dos mujeres de marcado carácter: Zan, una solitaria guerrera que ha perdido la memoria (varias veces) y que se la necesita para comandar los ataques al Moksha, lo que parece ser la última nave-mundo que queda en buenas condiciones. Por otro lado tenemos a Jayd, hija del Lord de su mundo (aquí Lord es un término femenino) que debe sacrificarse ofreciéndose en matrimonio al Lord de una familia contraria a cambio de restablecer la paz en la Legión.
Los capítulos de las dos protagonistas, narrados en primera persona, se irán alternando y nos servirán para ir descubriendo como la imaginación de Hurley nos traslada a un viaje interior (literalmente) para alcanzar metas que quieren alcanzar todo lo contrario: La expansión, la visión de un mañana alejado del enquistamiento de la legión. La forma en que nos presenta esta reivindicación la autora es aparentemente caótica pero poco a poco va tomando forma en la mente del lector. Cierto es que los primeros capítulos los encontraremos un poco inverosímiles especialmente porque la trama no nos da tiempo para adaptarnos a la realidad de la Legión, pero poco a poco nos iremos acostumbrando, iremos apreciando cómo se desarrolla la simbiosis que mencionaba, como la vida y los seres vivos de la Legión (en todas sus formas) tienen una función y una relación que no se puede perder ni dejar atrás como si nada. Un ciclo vital que ahora está cerca de marchitarse y morir.
Quizás el hecho de que Hurley no lo cuente todo con la suficiente claridad es un handicap en contra. Tanto la historia que esconde la amnesia de Zan como los planes secretos que persigue la calculadora mente de Jayden son, sin duda, muy importantes para la trama argumental funcione. Y lo hace pero quizás aquí Hurley podría haberse desahogado un poco más en cómo se resuelven las líneas argumentales en un mundo tan radicalmente diferente a lo que conocemos y del que no sabemos sus secretos, pues las ideas de la autora están muy alejadas de las naves generacionales que conocemos de otras novelas. Un nave-mundo que por otra parte nos puede fascinar al igual que dejarnos frustrados por entender su funcionamiento interno, un cuerpo que no sabemos si actúa por conciencia propia o simplemente se deja llevar siguiendo la intuición o la evolución natural de cualquier forma de vida.
Porque si de algo nos habla Hurley es de la vida, de las expectativas, del futuro, del círculo vicioso en que ésta termina y empieza otra, tanto de forma literal como metafóricamente a través de las naves-mundo. También de la endogamia, del sobre-proteccionismo y de la falta de imaginación para avanzar hacia el futuro. No es extraño que la novela haya calado tanto en muchos lectores porque sus capas de información y sus alegorías son de una belleza extrema, aunque se oculten bajo membranas de materia orgánica y tengan reminiscencias viscerales al cuerpo humano.
Así pues, Las estrellas son Legión me ha sorprendido, y muy gratamente. Aunque no es una lectura fácil, no siempre se cuenta con suficiente transparencia y existen puntos oscuros de la trama que habría que debatir con más profundidad - aquí, supongo que el traductor, Àlex Páez, ha ayudado mucho a hacerla más asequible-. Una aventura que si bien posiblemente no acabaremos de captar en toda su plenitud en una sola lectura, sí que nos dejará un buen sabor de boca sobre las infinitas posibilidades que, como decía, la ciencia ficción nos puede ofrecer. Leedla porqué lo vale, pero tened la mente abierta a unos inputs a los que no estáis acostumbrados.
Eloi Puig, 09/02/2018
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