La familia Telemacus es extraordinaria. Y no sólo porque buena parte de esta familia de clase media-baja de los suburbios de Chicago tenga poderes extrasensoriales, sino porque todos y cada uno de sus integrantes tienen vida propia, poseen atributos y defectos fantásticos que hacen que empaticemos muchísimo con todos ellos. Y la culpa de todo esto es de Daryl Gregory, el autor que ha escrito esta pequeña epopeya cotidiana con resultados excelentes.
Teddy es el abuelo, un mago, un prestidigitador, un tramposo, un bon vivant. En su época de joven, hacia principios de los sesenta, engatusó a Maureen, la enamoró y se casó. Sólo que Maureen sí era una persona con increíbles poderes paranormales. Fruto de su amor tuvieron tres hijos: Irene, lista, sensata, un pilar de la familia y con un poder muy especial pues puede detectar cualquier mentira. También está Frankie, un atolondrado, una persona inquieta, insegura, que siempre busca su papel, su lugar en la familia. Frankie puede mover objetos con la mente... o podía antes. Y naturalmente tenemos a Buddy, el más pequeño, taciturno, tímido y muy callado. Es natural: puede ver el futuro, bueno, más bien atisbar-lo, contemplar imágenes poderosas que le condicionan completamente la vida.
Ahora, en los años noventa, cuando ya han pasado décadas desde el trasiego de la muerte de la madre Maureen y de quedar en ridículo en la televisión en un show donde no pudieron demostrar de lo que era capaz la familia Telemacus, crece una nueva generación encarnada por Matty, hijo de Irene que descubre de forma un tanto especial su nuevo poder.
Gregory escribe un tour de force fabuloso en torno a los problemas que sufre esta familia por culpa de sus poderes, tanto por su gran eficacia (las relaciones de Irene con los hombres son un desastre porque siempre detecta cualquier engaño) como por su ineficiencia como en el caso Frankie por ejemplo. Y en cuanto a Buddy... bien, Buddy es Buddy, se le debe dejar hacer y no intentar entender demasiado qué observaa en sus visiones o el porqué de su extraño comportamiento. Buddy, el tío pequeño, tiene visiones y quiere arreglar las cosas. Y está traumatizado, y mucho. Es, en mi opinión uno de los mejores personajes de la historia. El más tierno, el más vulnerable.
Esta mezcla de personalidades es francamente el motor con que Gregory hace marchar la historia. Los diálogos son sublimes, los tacos, las conversaciones, el sarcasmo... todo ello nos introduce de lleno en una familia creíble que podría ser la nuestra o de la que nos sentimos fatalmente atraídos desde el inicio. Porque, señores esta es una novela de personajes que sí, tienen capacidades especiales, que sí, luchan para sobrevivir en un entorno poco agraciado, que sí, se comportan de forma, a veces, esperpéntica, pero que nos enamoran con sus peleas y escaramuzas y en definitiva con su vida de la que formamos parte espiando a través de este magnífico libro.
La trama que nos presenta Gregory intercala con el presente de los años noventa y de forma constante, momentos de treinta años atrás cuando la Familia Telemacus iba de gira por las ciudades enseñando su potencial; y también más adelante cuando todo se torció. El autor apuesta por una prosa ágil, repleta de diálogos y de los mencionados flashbacks y donde cada capítulo se centra en uno de los personajes de la familia, mostrándonos en propia persona sus miserias y del porqué de su comportamiento y su talante. Pero además añade personajes secundarios que por un lado ayudarán a crear momentos tragicómicos- como por ejemplo las primas del Matty- como también nos conducen por una parte de la historia integrada dentro de la Guerra Fría dado el interés constante que despierta la Familia por parte de la CIA.
Gregory le da una vuelta de turca más a las tramas que se centran en las pocas veces que hemos podido disfrutar en la literatura de una familia con poderes excepcionales (exceptuando los entrañables 4 fantásticos, tal vez) y la gracia de este cambio de dirección es profundizar en la idea de que los poderes no tienen porque llevar la felicidad y que estos extraños sentidos pueden resultar más molestos que efectivos.
La lectura de La extraordinaria familia Telemacus os enganchará desde el primer capítulo y no podréis dejar de leerla. Mentalmente iréis trasladando las escenas en la televisión porque el formato es fácilmente adaptable a la pequeña pantalla por un buen guionista, pero sobre todo os sentiréis atrapados por las aventuras y desventuras de una gente (que salvando las distancias culturales con EEUU) podríamos ser nosotros sin ningún problema.
Hacedme caso: Entrad a visitar La extraordinaria familia Telemacus y ya me contaréis.
Eloi Puig
09/20/2018
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