Como sabéis, siempre he sido un gran amante de las novelas que mezclan historia y fantasía, lo que yo pomposamente llamo Fantasía histórica. Y es habitual también hacer coincidir las tramas argumentales de estas fantasías con momentos claves de nuestro pasado, especialmente en conflictos bélicos. Y naturalmente la II Guerra Mundial es un plato muy apetitoso en este aspecto.
No es la primera vez que leo sobre nazis y fantasía. Por ejemplo la terrorífica La Fortaleza de F. Paul Wilson ya nos trasladaba en medio de este conflicto en tierras rumanas. En esta ocasión pero el tono es diferente. La estadounidense (de ascendencia cubana) R.M Romero nos deleita con una historia más pausada y más gentil pero que de trasfondo también insinúa la brutalidad de los alemanes nazis pues la acción transcurre a principios de los años 40 en Cracovia y su famoso gueto judío.
Romero ha escrito una fantasía histórica con un tono juvenil, sin entrar en detalles escabrosos pero sin renunciar a la denuncia de la barbarie nazi y al mal que hicieron a la sociedad polaca. Pero nuestra historia transcurre en dos mundos diferentes: El primero de todos es el fantástico Mundo de las Muñecas, de donde Karolina, una muñeca costurera, debe huir tras el ataque de las malévolas ratas. Un viento bondadoso la traslada a un mundo completamente diferente al suyo, un nuevo lugar, sin embargo, que también está a punto de verse involucrado en la oscuridad. El espíritu de Karolina despierta en una muñeca que acaba de confeccionar un maestro juguetero de la ciudad de Cracovia. Estamos en el 1939.
La historia, pues, rodea de manera lenta pero inexorable los asuntos de los cracovianos ante la inminente invasión de Hitler y de cómo este hecho perturbará de forma extrema su vida cotidiana. Nuestro fabricante de muñecas enseguida se hace amigo de Karolina (la cual, habla, se expresa y evidentemente se enfada como cualquier persona) y le marcará un punto de inflexión en su aburrida vida de artesano. El caso es que nuestro maestro juguetero es de ascendencia alemana (de hecho luchó en la última Gran Guerra) pero como buen profesional atiende a toda persona que pase por su tienda sin hacer miramientos en sí es judío o no. Y aquí comenzarán, evidentemente, sus problemas.
Como decía, Romero nos acerca una historia llena de fantasía y buenas palabras pero sin ocultar los destrozos alemanas en la sociedad polaca. Eso sí, el tono se juvenil y apto para cualquiera. Además, la prosa tiene un deje de cuento de hadas, de historia eminentemente fantástica con moraleja incluida. La misma autora reconoce que se inspiró cuando visitó el campo de concentración de Aushwitz en una viaje por Polonia. Pero le ha querido dar un aire más inocente a través de la fantástica historia de la muñeca Karolina y sus amigos.
Quizás me han sobrado un poco los capítulos dedicados al mundo de las muñecas de donde huyó Karolina que no deja de ser una alegoría a nuestro mundo real. Ella también tuvo que huir de la destrucción causada por las ratas que son equiparadas a los nazis de nuestro mundo. No es una crítica encubierta, es una decisión totalmente racional por parte de la autora, pero los breves flashes que nos realiza la autora del mundo de las muñecas quedan pobres en comparación a los hechos de Cracovia y no dejan de ser un reflejo de la nuestra realidad en un mundo fantástico que no aporta nada nuevo.
Me quedo, no obstante, con la forma que sabe describir la delicada situación de los cracovianos cuando son literalmente sometidos por las tropas nazis. De los diálogos entre la muñeca y el fabricado de muñecas, de como un cuento de hadas se puede introducir de forma completamente amena en una guerra devastadora.
Tal vez la simpleza me ha atraído de forma muy convincente, y también la gracia que tiene la autora para mostrarnos soluciones al genocidio como si una nueva Lista de Schindler se tratara. Sin embargo, me ha faltado un poco más de mal ambiente en ciertos personajes, más intriga también y más sensación de impotencia en algunos momentos claves. Pero recordemos que se trata de un cuento de hadas, sí, apto para todo el mundo, pero que no deja de ser una fantasía suavizadora para crear un eufemismo de la cruda realidad.
Ideal para quien quiera una lectura ligera con mensaje crítico contra la guerra, la intolerancia y el genocidio judío. Muy recomendada para lectores jóvenes que se pueden introducir de forma muy amena en la fantasía histórica, pero también para los adultos que buscan una obra original y alejada de los cánones.
Eloi Puig, 16/05/2018
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