A veces, escribir una reseña es más difícil de lo normal.
A veces te llega a las manos una obra inclasificable, una novela de múltiples capas o lecturas, que contiene diversas metas y que te atrapa por completo sin saber la causa porque cuando la acabas tienes un sentimiento más de vacío que de plenitud dado que el alcance de la novela es muy grande pero los detalles que te golpean son escasos.
A veces no sabes si estás ante una obra maestra o de una obra terriblemente personal de la cual no sabes cómo asimilar todo lo que nos quiere transmitir el autor y te quedas con la sensación de que se te escapan detalles, hechos, elementos... puesto que tu mente es mucho más plana y no posee la suficiente capacidad imaginativa para seguir las aventuras de Nikolaos Popoulos, nuestro protagonista.
Juan Jacinto Muñoz Rengel es un escritor que según palabras textuales ha dedicado su vida a esta novela. Con esta afirmación visceral no sabemos si Muñoz ha estado muchos años estructurando y escribiendo la novela o si por el contrario cree que es la obra maestra de su bibliografía. Un servidor no sabría decirlo pues sólo había leído hasta ahora su más que notable El sueño del Otro, pero si algo tengo claro es que el autor es capaz todavía de proporcionarnos largas tardes de placentera lectura y que esta quizás será una de sus novelas más emblemáticas pero que todavía puede hacer de más y mejores. No tanto si hablamos estrictamente en clave literaria pues la prosa de Muñoz es más que excelente y sobradamente reconocida. No tengo claro que este punto se pueda mejorar pues es una prosa casi prodigiosa que nos hipnotiza desde el principio, que nos transporta, especialmente en este caso, a un mundo pasado de gran riqueza literaria a través de un estilo que te envuelve y te seduce muchísimo.
Pero dejadme que me centre un poco, pues como decía, es difícil abordar esta reseña. El gran Imaginador o la historia del viajero de los cien nombres. Este es el título, larguísimo y fastuoso que, acompañado de una magnífica portada que nos transporta a pensar en viajes por tierras helénicas y balcánicas, en libros, imaginación y en historia, nos abre las puertas a la vida de Nikolaos Popoulos, nuestro Gran Imaginador, una persona nacida en Atenas y quien sabe si influenciada por los dioses griegos o por una mente extraterrestre o incluso quizás por una mutación extraña, posee el don de desconectarse de la realidad que le rodea y imaginar. Imaginar mundos nuevos, posibilidades a hechos concretos de su presente, inventarse personajes, vidas, naciones e incluso civilizaciones que nacen y mueren en el transcurso de los siglos, tanto en la Tierra como en otros planetas. Popoulos es como un icono, una metáfora de la imaginación y las posibilidades que nos ofrecen las páginas de los libros y hasta un punto es una crítica a nuestras pobres mentes que se empeñan en guiarse sólo por los sentidos a los que están atadas.
Entonces, ¿Es una novela histórica? ¿Fantástica? ¿De Ciencia-ficción? ¿O quizás es un relato de viajes? Pues es todo eso y algo más, pues también parece una obra casi metaliteraria en algunos momentos. El Gran Imaginador se ancla a priori a finales del s. XV, en Europa Oriental, en las tierras que entonces ocupaba la nación más importante del momento: El imperio otomano que se extendía por buena parte de Europa: Grecia, Valaquia, Transilvania, Serbia, Croacia. Pero también nos transporta a Bohemia o la minúscula isla de Malta. Sí, es un libro de viajes pero esas rutas que dibujan la errática vida de Popoulos nos describirá no sólo el funcionamiento de la burocracia otomana en una de las ciudades más fascinantes del mundo: Estambul; si no que también nos dejará entrever el modo de vida de los piratas uscoques en la costa dálmata o las supersticiones de Valaquia y Transilvania - la actual Rumania- y más aún, nos abrirá las puertas a la Praga medieval y sus secretos.
Pero es que además encontraremos ataques extraterrestres, seres mitológicos del folclore medieval de la Europa del este que son la base de los diversos fenómenos literarios normalmente encasillados dentro del terror o también comprobaremos como los monstruos creados por el judaísmo pueden volverse en contra de este pueblo.
Sí, El Gran Imaginador es un repaso también a la fantasía, a la ciencia ficción y conecta directamente con obras clásicas de la literatura universal. Muñoz nos hace guiños constantes a los orígenes de mitos como los vampiros, Frankenstein, el golem de Praga etc. Pero aún queda lo mejor de todo. Las historias de Popoulos podrían integrarse (y de hecho, en parte lo hacen) en una de las obras más valiosas de todos los tiempos pues este personaje resulta inspirador del mismo Miguel de Cervantes tras conocerse durante la mítica batalla de Lepanto. Es como si la presente novela rindiera un homenaje poco disimulado a la gran obra de imaginación que es El Quijote.
Volvamos a nuestro insigne Imaginador: ¿Quién es Popoulos? No es un griego corriente que huya de su tierra natal. ¿Es un viajero con una mente alienígena? ¿Es una musa inspiradora de escritores en horas bajas? ¿Es un simple títere ante las alargadas manos de un autor como Juan J. Muñoz que nos quiere acercar una mezcla de amor por la literatura y los libros, por el exotismo de ciertas naciones y épocas? Todo esto lo tendrá que decidir un poco cada lector cuando se sumerja en la lectura. Muñoz a través de una visión omnisciente de la mente de Popoulos nos narrará su biografía como si tratara de una novela picaresca bien ubicada históricamente a través de la cual conoceremos a su curioso amigo Mixalis Phanerotis con el que compartirá penurias a los estrictos monasterios griegos o en las cárceles de Malta, pero también nos adentraremos en Estambul, en el epicentro del imperio otomano. Más adelante lo encontraremos vagando por los Cárpatos o en su madurez lo encontraremos en la Praga más deslumbrante.
Todos ellos son grandes escenarios con los que Muñoz gusta expresar las aventuras de Popoulos bajo perspectivas muy diferentes. Mientras que los hechos de Estambul se tutean con la fascinación y el sentido de la maravilla, en Transilvania los relatos de Popoulos caerán dentro del terror más grotesco y finalmente en Bohemia nos toparemos con el humor y el absurdo más curioso. Lo cierto es que estos escenarios que acabo de comentar son los que acaban siendo más retenidos por el lector pues las primeras 150 páginas del libro que atienden la infancia y adolescencia de Popoulos carecen elementos de más referencia. Son poco impresionantes y en algunos momentos incluso precipitadas (como el paso de Popoulos con los uscoques).
Esto lleva a hacer un inciso: Si algo podemos reprocharle al autor es el tratamiento de los personajes secundarios que resulta muy superficial. Desde el curioso amigo de Popoulos, pasando por dichos piratas Uscoques que tanto ayudaron a Populos pero que tan poco tiempo dedica el autor a retratarlos, y acabando por su archienemigo, el monje serbio Slobodan Uros, que siempre está presente pero que no cumple con las expectativas pues aparece más bien poco y sin demasiado decir. El autor define muy bien a nuestro protagonista y difumina un poco los actos y las motivaciones de los que le siguen o se cruzan con ellos. También en ocasiones queda estancado varios capítulos en un escenario (Estambul, el monasterio de Simonopetra ...) y en cambio pasa algunos períodos de la vida de Popoulos de forma muy rápida como la mencionada estancia con los uscoques o los cambios económicos después de las aventuras en los Cárpatos que se describen en breves párrafos
Quizás los mejores capítulos son los que estructuralmente están metidos entre los otros, como flashforwards que nos sumergen en la vida futura de Popoulos con nuestro viejo conocido Cervantes y que creo es uno de los puntales de la novela. Como homenaje y como meta sobre el proceso imaginativo en sí.
El Gran Imaginador es, como comentaba al principio de esta burda reseña, muy difícil de clasificar. Cada lector le sacará más jugo de una parte que de otra. Unos se enamorarán más de unos pasajes divertidos, otros capítulos de puro horror. Otros valorarán los homenajes explícitos a la literatura y la imaginación en general. Y quizás otros caerán rendidos simplemente por la elegante prosa de Muñoz. Quizás unos lectores encontrarán en falta más personajes importantes - como yo- e incluso algunos pensarán que la novela funcionaría mejor como relatos, quizá unidos en forma de fix up. Sea como sea, El Gran Imaginador no dejará indiferente, tanto si no se puede dejar de leer algunos capítulos como si en otros os quedáis atascados un poco, es una novela inmensamente original, muy trabajada a nivel documental y sobre todo muy bien narrada.
El autor afirma que es la novela de su vida. Así que leedla y opinad.
Eloi Puig, 16/01/2017
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