Tengo que reconocer que tengo una gran simpatita y respeto por la figura de H. G Wells. Un autor quizá irregular, capaz de deleitarnos con obras como La guerra de los mundos y dejarnos más indiferentes con otras como La isla del doctor Moreau - al menos hoy día-, pero siempre, siempre, introduciendo la ciencia como motor para que su imaginación despegue, de forma controlada y dirigida, siguiendo un camino perfectamente marcado.
En este caso me he puesto con otra de sus obras más conocidas: El hombre invisible, una obra adaptada al cine en varias ocasiones pero que nunca había leído y su formato original. Es una novela muy interesante y prometedora que comienza de forma impecable y se reafirma a medida que avanza la trama para sucumbir en un final poco meticuloso y precipitado.
Lo primero que hay que alabar es que aunque el título contiene el mayor spoiler posible sobre quién es el protagonista de la novela, Wells tiene la suficiente mano izquierda para mostrarnoslo de forma intrigante, misteriosa, sin dar nada por hecho. Y así es, a pesar de saber de la existencia de un hombre invisible, el lector va descubriendo poco a poco el personaje bajo insinuaciones que Wells urde a la perfección. Más adelante ya nos explicará el origen de este experimento y sobre todo las consecuencias de su éxito - o fracaso- según se mire.
Una vez descubrimos quién es el hombre invisible, Wells nos lanza su teoría, la ciencia que da lugar a un milagro como este, pero ah señores! Aquí es donde actúa la lógica: No todo son ventajas para el hombre invisible, y más si actúa solo, en una país frío como es el Londres de finales del s. XIX y sin pensar en las consecuencias de sus actos. Aquí es donde la batuta del autor nos hace pensar con la lógica de la ciencia - lo que parece que el desgraciado Mr. Griffin no hace- y donde sacamos una conclusión didáctica: la ciencia no debe experimentarse en solitario y es necesario compartir los conocimientos obtenidos. Sí, es un pequeño lastre moralizante que por otra parte creo es muy decimonónico, muy de acuerdo con los tiempos de los grandes descubrimientos científicos.
A Wells pero también se le nota un cierto ego expresado a través del Mr. Griffin, el hombre invisible: Constantemente este se queja de la gente de campo, de los tontainas, los ignorantes, los cortos de miras etc y confía ciegamente con otros científicos o con personas menos con estudios, eruditos. ¿Una visión elitista de la sociedad inglesa? ¿Una crítica encubierta a esta clase alta potenciada en los estudios? ¿No es el mismo típo de crítica que ya podíamos entrever en La guerra de los mundos, hacia el prepotente Imperio británico? Creo que sí, que Wells, hombre de orígenes modestos, también intenta dejar huella en este sentido.
Decía antes que la novela se precipita en un final poco meticuloso. M'e explico ahora: Si bien, durante toda la novela hemos tenido al hombre invisible como una persona racional, que a pesar de sus comprensibles ataques de ira, se mantiene dentro de un esquema lógico enfocado a la supervivencia inmediata, ver como se transforma en un megalómano con ganas de provocar un estado de terror es poco menos que incomprensible con una científico que ha visto los problemas que le conlleva poseer el don de la invisibilidad. En este punto veo como Wells quizás no sabía cómo finalizar su novela y deja que la ira de Griffin se manifiste por encima de la actuación más adecuada y eso le resta un poco de credibilidad a la novela.
Sin embargo, es un clásico indiscutible sobre el poder que puede otorgar la ciencia a un individuo y al uso que puede hacer después. Un precursor quizás del típico científico loco, de la avaricia por encima de la solidaridad, del poder por sí mismo y la corrupción que conlleva. La obra es corta y hubiera podido ser más profunda con unos cuantos capítulos más, pero sigue siendo una más que interesante y precoz aportación a la pura especulación científica, en los casi orígenes de la ciencia ficción.
La edición que he leído ya tiene unos años y no me ha parecido muy bien traducida, quizá le falta fluidez en algunos momentos pero el hecho de que tengamos que leer dos o tres veces alguna frase para que ha sido mal construida, no es un buena señal al respecto.
Eloi Puig 30/12/14
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