"Una novela de Sherlock Holmes". Este es el subtítulo
que define la novela que tenemos entre las manos. Así de
simple? Óbviamente no. Detrás de esta sencilla frase
se esconden muchas cosas más.
Rafa Marín es un autor que he seguido de forma desigual:
Hace unos años leí -ya en la segunda edición
de la novel.la- su opera prima y posible obra magna: Lágrimas
de luz. Después le perdí la pista hasta que lo
encontré dónde menos me esperaba: En el mundo del
cómic, pues otra afición que compartimos el gaditano
y yo son las aventuras y desventuras de los 4 Fantásticos,
que él guionizó durante una temporada, colaborando
con ese gran dibujante que es Carlos Pacheco.
Elemental, querido Chaplin es un título atrayente,
un título que en el fondo no esconde nada: Bajo la premisa
que Sherlock Holmes existió de verdad, -Marín nos
lo deja bien claro en el Prólogo, con una divertida complicidad
nada encubierta de Rodolfo Martínez y sus obras que también
hablan del detective- el autor nos recrea aquel Londres de comienzos
del siglo XX, con una trama de conspiraciones maquiavélicas,
seres fantásticos y personajes misteriosos para que por una
parte disfrutemos de una aventura atípica de Holmes y por
la otra reconstruyamos en visión futura a un personaje real
que acontecerá famoso: Charles Chaplin.
Marín mezcla la ficción con la realidad, tomando
por una parte la vida real de Charles Chaplin en sus inicios como
actor en Londres, y también de otros personajes que pisaron
aquellas calles de Londres o Berna como Oscar Wilde o Albert Einstein
con personajes de novel.la como el propio Holmes o Fu Man-chú.
Una idea nada descabellada que ya dio sus frutos anteriormente bajo
la mano del guionista Alan Moore y su magnífica La Liga
de los Hombres Extraordinarios (no así la película
del mismo nombre que resulta patética). Así pues la
vida de Chaplin se verá inmersa en un caso de en Sherlock
Holmes. Chaplin nos irá narrando sus experiencias en primera
persona y poco a poco iremos viendo cómo crea el personaje
que lo hará famoso una vez en América. Esta quizás
es una de las partes más frescas de la novela pues Marín
se lo hace venir bien para que tengamos deja vu constantemente
de las películas de Chaplin: El Gran Dictador, Tiempos
Modernos, y su personaje estrella: El vagabundo de sus films
mudos.
Marín apuesta por un lenguaje directo en una novela que
tiene una longitud perfecta. Aun cuando a veces le vienen aquellos
ataques de barroquismo literario a que recorría a menudo
en Lágrimas de Luz (creo que dedicar casi tres páginas a hablar de un mareo
es exagerado). Pero la lectura en general es fluida e interesante.
Intenta sorprender y lo consigue a veces y se deja leer con mucha
placidez. El argumento en sí empieza bien para ir creciendo
y distorsionándose a extremos muy curiosos y que demuestran
la capacidad imaginativa de Marín. En contra me atrevería
a decir que deja algún que otro tramo algo colgado, aunque
la historia no se resiente. También añadir que el
final es algo rápido y acabado quizás como si se tratara
de una película de acción: Muy espectacular y poco
razonado. Quizás la peor parte de la novela.
Marín juega fuerte con las vidas de Holmes y Chaplin. No
hace falta ser un erudito de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle
para entender esta, pero ayuda el hecho de haber leído algo
antes sobre el detective. Por su parte, me gusta la mezcla de que
hablaba antes entre personajes ficticios en un mundo real y de las
constantes referencias -directas o indirectas- a obras contemporáneas
como Frankenstein o Drácula.
La parte fantástica de la novela es precisamente este juego,
esta mezcla de realidad y ficción, esta mención de
palabras como "Vampiro" o "Muerte viviente"
en un mundo dominado por la polícia de Scotland Yard.
También hay que decir que la intersección de los
dos personajes principales- Holmes y Chaplin- se ve forzada, mal
maquillada por un encuentro anterior entre los dos y que abre la
novela. Pero en el fondo, lo que cuenta es que el gaditano ha tenido
la buena idea de fabricar esta mezcla y de presentarnos una obra
amena, detallada y constante. Una obra que no considero utópica
tal y como insiste el editorial, si no del más puro estilo
de la fantasía histórica.
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