Karel Capek es conocido por haber inventado
juntamente con su hermano el término "Robot" (que
en lenguas eslavas viene a ser "qsclavo") en su obra de
teatro "R.U.R" y por tanto parece que este hecho, más
que nada anecdótico, haya hecho sombra en su producción
literaria. Si a esto le añadimos la poca predisposición
de traducir obras de países de la ex -órbita soviética
comunista, estoy seguro que nos estamos perdiendo grandes obras
de calidad mayúscula.
Por surte no es el caso de La Guerra de las
Salamandras que ya había estado traducido tanto al catalán
como al castellano por otras editoriales, seguramente por el hecho
de su atemporalidad y por su calidad. Vamos al grano:
La estupidez humana es el tema central de esta
irónica obra. De cómo el hombre guiado por los instintos
básicos de la búsqueda del poder y de la desconfianza
entre unos y otros puede llegar a una situación insostenible
como la que describe el libro.
Capek idea una fábula, una metáfora
sobre el destino de la humanidad. Y esta metáfora está
encarnada por las salamandras, unos reptiles descubiertos en una
remota isla del pacífico y que tienen la capacidad de aprender
ha hablar y a utilizar herramientas a favor de los humanos que los
explotan. Claro que su aprendizaje se va dirigiendo poco a poco
también hacia otras esferas de conocimiento y hacia otros
campos intelectuales como la física, la literatura etc...
La novela está estructurada de manera
curiosa, pues el hilo argumental no lo lleva un solo personaje o
una serie de personajes, si no que se desarrolla en una mezcla entre
recortes de periódico y libros de divulgación, entrelazando
diálogos y situaciones concretas cuando hace falta aportar
más información, incluso añadiendo pies de
página para ampliar conceptos.
Esto nos lleva a una obra muy amena, simple
pero profunda, donde las inquietudes filosóficas y el miedo
a la guerra (recordemos que Capek escribe La Guerra de las salamandras en un período de entreguerras, muy cerca del surgimiento
nazi) queda bien evidentes, aunque nunca sin perder el sentido del
humor.
Realmente se trata de una obra atemporal. Las
vicisitudes de la humanidad del año 1936 pueden compararse
perfectamente con los problemas actuales en un mundo cada vez más
ambicioso y donde las potencias económicas dictan nuestro
destino.
La paradoja de alimentar a nuestro enemigo,
el absurdo de la autodestrucción, son temas muy actuales
que Capek ya previó en esta obra.
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