Creo que he leído todas las novelas que Enric Herce ha escrito hasta ahora. Bien, excepto la bizarra Capipota que acaba de salir y a la que le tengo muchas ganas. Pero en definitiva me siento suficiente capacidad para hablar sobre la evolución literaria del reusense desde aquel primer relato del 2007 «Sang d’Omalah» que leí en la extinguida revista Miasma, pasando por sus incursiones en el humor con Ventanitas Manzana o la novela juvenil Frikis hasta su última aventura titulada Benvolgut Jaume, ya como un autor consolidado que publica en editoriales tan serias como Males Herbes o Spècula
Y ahora vamos al titular que siempre queda bien y atrae la atención del lector: Benvolgut Jaume es para un servidor la novela de Enric Herce que mejor escrita encuentro literariamente hablando, con la que más cómodo me he oído o con la que creo que ha perfeccionado más su estilo. Esto no significa que sea la que más me ha atraído o la que encuentre más completa pues quizás en la vertiente argumental me hubiera gustado más profundidad, al estilo de sus últimas novelas, pero repito que sí es la obra mejor lograda estilísticamente hablando.
Vamos al lío. Benvolgut Jaume es una novela escrita como relato epistolar, o sea redactada en forma de carta o diario personal que nuestro protagonista envía a su tío narrando las peripecias a las que se ve sometido desde que un mal día decide pedir un préstamo a un usurero mafioso y no puede devolverlo. Nos encontramos en el año 1968 y el sobrino del querido Jaume tiene los dedos rotos a causa de un ajuste de cuentas, ni un duro en el bolsillo y permanece sin trabajo en una Palma que empieza a asomarse de forma indiscriminada al turismo.
Las cartas que envía al tío Jaume están narradas con un tono empático que a veces parece bordear la ironía y a veces parece sacado de un culebrón. Es delicioso observar cómo en esta primera parte el narrador se emplea en intentar que el tío entienda su situación, completamente injusta, dónde se ha visto inmerso y lo importante es que reciba dinerillo para ir tirando. Nos encontramos con una primera parte costumbrista donde nuestro antihéroe acabará trabajando por el mafioso que le rompió los dedos hasta que un día contempla algo que no debería haber visto. Y que no puede comprender. Y que de rebote le envía décadas atrás en el tiempo hacia el Reus del cambio de siglo, una ciudad viva y repleta de ambiciones culturales donde el narrador debe quedarse a vivir.
¡Ostras! ¿Vamos fuertes no? ¡Viajes en el tiempo! Y todavía no he hablado demasiado de la magia o del terror cósmico que descubrimos con ligeras pinceladas en algunos momentos clave de la novela. Pero claro, aquí lo que es más importante es que Herce quería hablar de Reus y de aquella época bohemia y la mejor manera que se le ha ocurrido es con esta estrambótica historia mágica de viajes en el tiempo, espías de la CIA y monstruos que sacan la cabeza de otras dimensiones (y si no, contemplad la extraordinaria ilustración de la portada, obra del gran Àlex Santaló). Una excusa, pues, para mostrarnos su Reus natal y qué se cocía a finales del s. XIX. Algo como Las historias naturales de Perucho que también con la excusa de un viaje retrataba el día a día de las gentes de la comarca.
Diálogos indirectos y capítulos cortos que nos espolean a seguir con una historia donde encontramos modernistas catalanes exaltados con ganas de experimentar y abiertos a recrear antiguos mitos y rituales druídicos que nos hacen sonreír y nos dan una visión entrañable del Reus decimonónico. Aquí se nota sobre todo la ingente tarea de documentación que ha hecho el autor para acercarnos aquellos tiempos de manera impecable.
Si bien el estilo me ha encantado y me ha hecho sumergir de forma firme en el relato que nos propone, tal vez, como comentaba antes, la trama me ha parecido sencilla, con un argumento que a veces me ha parecido brillante y otras poco estimulante pero siempre hipnótico por la traza del reusense a poner esta historia por escrito. En alguna ocasión el sentido de la incredulidad se asoma. Me extraña, por ejemplo, la relativa poca sorpresa que demuestra el protagonista cuando contempla fenómenos paranormales o ve seres extraños, especialmente en momentos concretos cuando aparecen muertos vivientes. Sí, me lo había dejado, también hay zombies. Mola mucho.
Ya he dicho antes que Benvolgut Jaume es un camino hacia el Reus del cambio de siglo. Un camino que utiliza el fantástico de forma interesante pero que quizá cuida poco a los personajes secundarios que ayudan (o se enfrentan) a nuestro querido antihéroe. He echado de menos más historia detrás del agente de la CIA o alrededor de nuestro villano de turno. Pero sigue siendo una novela que te atrapa igualmente pues Herce demuestra encontrarse igualmente a gusto tanto con la trama más costumbrista como con las partes más escabrosas (pocas, por mi gusto) y sobre todo con las pinceladas de fantasía esotérica que podemos encontrar. En cualquier caso, no creo que fuera el objetivo del autor recrearse en estos aspectos más oscuros y terroríficos, sino como decía, utilizarlos como acompañamiento por su objetivo de retratar a los artistas reusenses en estado de gracia.
Permítidne finalizar, escribiendo una carta de imitación chapucera de esta obra, dirigida a este incansable autor que este año dará de qué hablar dentro del fandom catalán.
«Querido Enric, soy un aficionado al género fantástico que te ha seguido (y te sigue) desde hace varios años. Me alegro y espero que sigas redactando todo lo que te pasa por la cabeza y publicando lo que más te gusta en cada momento. Has realizado incursiones en el humor, la inteligencia artificial, el ciberpunk, los viajes en el tiempo y ahora parece que también el Bizarro. No es poco. Muchos giros en una carrera literaria que crece poco a poco. No pares...i fot-li que ets de Reus!»
Eloi Puig
15/02/2025
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