Con su afán por acercar los clásicos de la literatura del terror, Laertes nos vuelve a traer una nueva edición de Carmilla, una novela breve, escrita por Sheridan le Fanu, que en su época (último tercio del s. XIX ) debió de ser todo un revulsivo para una sociedad que, si bien, estaba acostumbrada a las historias de fantasmas dentro de aquella corriente romántica que exaltaba la literatura gótica con multitud de elementos de terror, quizás aún no podían asimilar lo que el mito del vampiro estaba a punto de lograr: Y esto era quedarse para siempre.
Y es que hay que reconocerle a la novela que fue predecesora en 26 años en la emblemática Drácula de Bram Stoker (que muy probablemente se influenció de Carmilla) pero también que sentó las bases de algunos elementos clásicos que serían repetidos años más tarde en otras obras: Por ejemplo, el hecho de situar la acción en lugares exóticos y aislados de la Europa profunda, el uso de estacas y técnicas para matar a vampiros (y por tanto incorporando al personaje de cazavampiros) pero sobre todo el hecho de introducir la atracción sexual y los toques del lesbianismo que estoy seguro no debían estar nada bien vistos en la época.
Carmilla es una historia, además, escrita en primera persona, donde una chica, Laura, nos detalla su experiencia, a veces a través de pasajes oníricos, con toques eróticos, a veces con descripciones más costumbristas y reales de cómo ella y su padre acogen de forma un tanto extraña en su casa a una hermosa chica que necesitaba cobijo. Esta joven se llama Carmilla y parece provenir de una antigua noble estirpe centroeuropea. Le Fanu, nos transporta a una mansión escondida en las montañas de Estiria donde suceden hechos cuestionables y en ocasiones inexplicables. La prosa es delicada y sensual, como los acercamientos de Carmilla a Laura.
Es por lo general una novela bien llevada donde tienes una sensación extraña pues desde el primer momento ya sabes quién es el vampiro y qué tipo de herramientas utiliza para capturar la atención de sus víctimas pero eso lo sabes por tu conocimiento popular del mito, no por lo que nos está contando Le Fanu. Tengo la sensación de que el autor se medio auto-censuró para que el relato le saliera más acorde con los cánones de la época, especialmente en lo que se refiere a la atracción sexual entre dos chicas jóvenes. Son vestigios de lesbianismo, cuidadosamente escondidos, en una narración a veces retorcida y barroca como para disimular unos hechos escandalosos.
(...) “La verdad es que sí sentía aquello inexplicable. Me sentía, como había dicho, "atraída por ella", pero también sentía cierta repulsión. En ese sentimiento ambiguo, sin embargo, la atracción prevalecía con diferencia. Me interesaba y me había conquistado; era indescriptiblemente hermosa y cautivadora”
Y en lo que se refiere al terror, también lo encontramos pero con cuentagotas. Lo cierto, sin embargo, es que cuando Le Fanu escribe con ánimos de atemorizar al lector lo hace admirablemente bien. La lástima es que sólo sean unas pinceladas en algunos momentos claves de la historia.
(...) “Vi una silueta grande y negra, poco definida, que se arrastraba por los pies de la cama y que, de un salto, se lanzó contra el cuello de la pobre chica, y se hinchó en un momento hasta convertirse en una gran masa palpitante.”
La narración no es especialmente intensa en ningún momento, pero sí tiene un ritmo agradable. Sin embargo, hay momentos en que este ritmo se ralentiza, especialmente cuando un militar, amigo de la familia, explica su vivencia con la reciente muerte de su sobrina. Le Fanu le dedica demasiado espacio, cortando un poco el progreso in crescendo que tenía la novela hasta entonces. Además, poco después llegamos a un final de novela que me atrevería a decir que resulta precipitado y alejado de la narrativa previa. Rápido y sin demasiado sentimiento.
Tampoco me ha quedado claro el papel de la madre de Carmilla en esta historia: Una misteriosa mujer que parece cómplice de la vampira pero de la que el autor no cuenta nada. Es un punto de la trama sin atar, en mi opinión.
Carmilla, es un libro importante. Por lo que significó para autores posteriores y por definir unas bases sobre el vampirismo que serían, como comentaba anteriormente, seguidas de forma más o menos literal. Una novela anticipativa que si bien, a día de hoy la podemos ver con ojos condescendientes, es necesario pensar en cuándo fue escrita y con qué finalidad. Estoy convencido de que en 1872 un relato como éste encendió la mecha que haría estallar la literatura gótica y de terror en pocos años... aunque la explosión definitiva del mito vampírico tardara dos décadas en llegar.
Eloi Puig
14/08/2024
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