Hay novelas que en cuanto salen publicadas crean una especie de necesidad existencial de tenerlas y leerlas al momento. Esto se debe en buena parte que los lectores más promiscuos que tienen la suerte de probarla sin interferencias la ensalzan rápidamente y la valoran siempre por las nubes resaltando aspectos clave. Normalmente esto se debe a una historia con una buena dosis de originalidad pero sobre todo a poseer un final deliciosamente inesperado que deslumbra a los lectores. Recuerdo perfectamente que me pasó esto mismo con esa pequeña obra maestra que es Detrás de sus ojos, de Sarah Pinborough: una novela, que al igual que ésta, construía un mundo muy realista pero que también escondía una parte más visceral, más oscura y que sólo en los últimos tramos de la novela estos hechos salían a la luz con todo su resplandor.
La casa al final de Needless Street también es un buen ejemplo. Catriona Ward elabora una intrigante novela de terror psicológico que nos aventura a una rocambolesca trama que poco a poco vamos descubriendo y que resulta prácticamente perfecta por sorprendente y por la tensión que arrastra en todo momento. Como buen lector acostumbrado a situaciones y argumentos donde hay que observarlos desde perspectivas a menudo, extrañas, continuamente vas formulando teorías dentro de tu cabeza para intentar comprender qué esconde la autora, qué puedes atisbar entre las líneas de diálogo o algunas escenas que te desmontan el enésimo intento de encontrar ese error, ese pequeño defecto. De hecho, conspiras contigo mismo porque te parece tener una solución retorcida, fantasiosa en cada capítulo que lees. Pero Catriona Ward está más lista que tú.
Nos encontramos en un escenario fijo, una casa vieja, con las ventanas tapiadas y un aire de dejadez extrema. Allí vive Ted, un hombre solitario, exéntrico. Parece una persona amable pero al mismo tiempo transmite recelo y aire de extrañeza. Una de las visiones de esta historia, la principal quizás, será la de él, como centro de atención sobre el que gira la trama. Dejando a un lado esta casa, sólo sus alrededores tendrán un papel secundario en esta historia: La consulta del psicólogo, el bar... y el bosque, naturalmente.
Pero al protagonismo de Ted también hay que añadir la mirada inquisidora de Dee, una mujer joven que arrastra un pasado doloroso: su hermana pequeña fue secuestrada en un día de picnic cuando estaba a su cargo. Nunca se halló su cuerpo. Dee nunca se ha perdonado por aquello y lleva muchos años buscando por su cuenta al culpable. Sus investigaciones le han llevado a espiar al hombre de comportamiento estrafalario que vive en la casa del final de la calle Needless, justo antes de que comience el bosque. Dee alquila una casa en frente y busca la manera de entrar o hacerse amiga de él. Sospecha que su hermana pequeña no está muerta y malvive encerrada en aquella tétrica casa.
Pero todavía tenemos más. Y aquí es donde la idea nos explota en el cerebro: La autora también nos transmite las percepciones y pensamientos de Olivia, la gata casera de Ted, su mejor compañía. Una gata complaciente y generosa que vive en la casa y que en secreto está enamorada de una gata rallada que cada día juega en la calle. El papel de Olivia también es determinante para esta compleja historia.
Los capítulos de Ted y Olivia son narrados en primera persona de manera que sabemos qué están pensando en cada momento (excepto si la autora los deja de lado para cambiar de personaje). En cambio, los capítulos de Dee están descritos en tercera persona y esto da lugar a que en el fondo la veamos como una extraña en esta intriga, como una persona foránea en la tranquila y también complicada vida del interior la casa de Needless Street. El enfoque a Dee es más lejano, menos personal.
Y creedme, todo esto hay que tenerlo en cuenta porque si algo he descubierto de Catriona Ward es que no deja ningún hilo por atar, ninguna subtrama sin explicación, ninguna consecuencia sin una causa detrás. El ejercicio argumental con el que nos somete la autora es sublime. Trabaja de forma extraordinaria la forma de hacernos partícipes de sensaciones y recuerdos, tanto de mimar sentimientos agradables como de tensionar otros para que estemos tan inmersos en la lectura que no podamos dejarla, y para que este terror psicológico se nos cuele dentro.
La casa de Needless Street, además, afronta unos hechos que no siempre se han contado con claridad en la literatura. Catriona Ward profundiza en estos elementos tan perturbadores para transmitirnos no sólo una buena historia de intriga de trasfondo psicológico sino también una determinante explicación sobre las razones y orígenes de estos hechos que obviamente ahora no vamos a descubrir al lector.
Muy satisfecho, pues, por una novela con la que la autora dirige al trío de personajes protagonistas sin dudas de modo que ellos solos acaparan toda nuestra atención desde el principio. No es éste un relato que quiera mostrar atmósferas tétricas (bueno, un poco quizás sí) sino una narración que se centra de tal modo en los personajes que olvidamos el resto de la ambientación con facilidad.
Eloi Puig
02/12/2021
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