No deja de resultar curioso lo poco que se ha tratado el tema de la colonización y la exploración de los planetas exteriores de nuestro sistema solar. Normalmente las novelas que tratan esta temática tienden a analizar una posible terraformación de Marte; incluso en algunas novelas inocentes de las décadas de los cincuenta o sesenta se habla de la colonización de Venus, a menudo más cerca del espíritu romántico de la conquista del espacio que de ninguna base científica. Por este motivo me ha sorprendido gratamente cómo Jordi Navarri plantee una expedición científica en Europa, uno de los satélites de Júpiter.
Navarri escribe una novela con planteamientos juveniles pero apta para todos los públicos. No menciono el hecho de que sea una novela juvenil como ningún acto de infravalorarla - para un servidor la única diferencia entre una novela adulta y una juvenil es que los adultos pueden disfrutar de ambas mientras que los jóvenes probablemente no. El cinquè oceà –El quinto oceano- tiene un argumento que plantea el envío de una misión tripulada en Europa para tratar de encontrar vida en los océanos helados de la luna, unos mares que se prevén más extensos y profundos que los de la Tierra y donde si se encontrara vida sería la primera de ser catalogada como extraterrestre.
A partir de aquí, el autor aprovecha la narración para hacer divulgación científica de forma clara sobre las particularidades del viaje y sobre todo sobre la luna Europa y del complejo sistema joviano. Hasta aquí correcto, pero esta divulgación provoca una pérdida de expresividad literaria, o sea, que por una parte ganamos conocimientos pero por otra perdemos literatura. Navarri cuida mucho el aspecto técnico para que éste resulte verosímil y realista y ciertamente lo consigue. En el texto se reflejan las ansias de conocimiento y de exploración que cualquier científico aprobaría sin dudarlo pero en cambio se dejan de lado aspectos más propios de la novela como es ahora el tratamiento de los personajes - el punto más débil del libro- ya que éstos a duras penas interactúan y quedan planos y sin ninguna profundidad. Hasta el punto que cuando ocurre alguna desgracia, al lector no le importa lo más mínimo el destino de éstos. Los diálogos son también forzados y resultan bastante arquetípicos, no aportan más que la información justa sobre los acontecimientos del momento y no reflejan el talante de los personajes.
Eso me hace sospechar que el verdadero protagonista de la novela es la luna Europa en el sentido que el autor tenía ganas de hablarnos de las maravillas de la ciencia que esconde el satélite, de forma que Navarri ha realizar esfuerzos por darnos una visión creíble del viaje espacial - siempre de forma muy comprensible- sacrificando los elementos de la novela que podrían ayudar a que éste tuviera un cariz más adictivo - los mencionados personajes, la tensión etc... - pues sólo al último tercio de la novela encontramos situaciones que nos hacen pasar las páginas con más atención esperando saber qué pasará.
Nos queda pues una novela correcta, una obra sobre una expedición que se presupone relativamente próxima, el siguiente caso después del objetivo marciano. Una novela que se deja leer muy bien pero en la que le falta un poco de ambición para hacerla más redonda - aparte de dejar de forma más cerrada ciertos aspectos argumentales como es el caso del sueños de diferentes miembros de la tripulación. Podremos aprender mucho pero quizás nos quedaremos con un sentimiento de carencia sobre las posibilidades que ofrecía Europa y que sólo quedan esbozadas.
Eloi Puig, 25/11/08
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