Cuando uno se entera de la buena acogida que ha tenido este libro entre el público adulto se pregunta si realmente existen las fronteras entre la literatura juvenil y la adulta. Me atrevería a decir que quizá se ha hablado de Coraline más por los canales de ciencia ficción y fantasía adulta que por los juveniles.
En parte esto puede deberse al fetichismo que puede provocar un nombre como Neil Gaiman-similar al poder evocador de un Tim Burton en el cine-, con legiones de seguidores venidos sobre todo del mundo del cómic (su obra magna, Sandman todavía lleva a muchos nostálgicos a interesarse sobre qué está haciendo el autor), pero el hecho de que una novela corta juvenil haya ganado un Premio Hugo y que las opiniones de la crítica hayan sido unánimes en este sentido, también le han dado una reputación más que merecida a la novela.
¿Pero qué tiene de diferente esta obra? ¿Realmente marca un antes o un después en el terror juvenil? Creo sinceramente que lo mejor que nos ofrece Coraline es su honestidad: No esconde sus cartas, no utiliza eufemismos, no trata a la juventud como ignorantes. Es una historia de terror sobrenatural, corta, concisa y sin contemplaciones. O sea, está pensada para dar miedo, para provocar que el lector se inquiete, se remueva en la silla y esté atento a una lectura que sí, está expresada en un lenguaje juvenil; sí, tiene una protagonista de corta edad y sí, está dirigida a un público juvenil, pero que se gana el favor de los adultos precisamente por la falta de moralejas o de inexistentes relaciones amorosas de chicos y chicas con hormonas desatadas; Gaiman quiere explicar un cuento de terror y eso es lo que hace, así de simple.
Coraline es la historia de una chica que se aburre en su casa nueva. Unos padres poco afectivos provocan que Coraline pase mucho tiempo sola y salga a menudo a explorar una mansión que guarda un secreto: Tras una puerta tapiada oculta un mundo de pesadilla, un mundo reflejo del real donde Coraline encontrará unos padres diferentes, con botones negros cosidos en los ojos, que desean su amor a cualquier precio. Coraline quedará atrapada en el mundo paralelo y tendrá que luchar para salir y liberar a sus auténticos padres.
Quizás el argumento puede parecer moralizador, pero repito que Coraline actúa por instinto y que Gaiman narra sin remordimientos y sin concesiones. Esta es la grandeza de Coraline. Tal vez, si algo se puede reprochar a la novela es la frialdad de la protagonista ... que parece hecha de hierro, que sabe esconder muy bien sus emociones y que nunca se desespera (sólo se asusta un poco). Un talante poco realista, pero que resulta un mal menor en el conjunto del libro.
Coraline pues, es una novela que siguiendo la estela de obras juveniles de Gaiman (Stardust, por ejemplo, o su colaboración con Terry Pratchett en Buenos presagios) se convirtió en un éxito. El año pasado hicieron una versión cinematográfica de animación que parece ser también recogió buenas críticas. De hecho, a Gaiman el invento le ha funcionado y con su última obra juvenil (El libro del cementerio) ha vuelto a ganar el Premio Hugo ... probablemente los premios que debería ganar deberían acercarse a los World Fantasy y no a un premio de CF como el Hugo, pero ya sabemos que la gente confunde fácilmente los términos ...
Una muy buena novela juvenil, que como no me he cansado de repetir, gustará a grandes y no tan grandes. Recomendada por los jóvenes cansados de leer sobre vampiros adolescentes que se enamoran de hombres lobos y viceversa. Coraline ha propiciado que las otras obras de Gaiman que tengo en la pila, el citado El libro del cementerio y su recopilación de cuentos Objetos Frágiles suban posiciones. No os la perdáis.
Eloi Puig, 07/04/10
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