Leer una aventura de Fanhunter es revivir momentos clave en mi vida friki, es sumergirme en viejos recuerdos que no puedo evitar mirar con nostalgia... recuerdos de los noventa cuando jugaba semanalmente tres veces a rol - no precisamente al Fanhunter no obstante-, aguantaba estoicamente largas colas en el Festival Fantástico de Sitges o hacía fructíferas expediciones al triángulo friki de Barcelona a la búsqueda de más vicio y subcultura.
Cels Piñol y sus personajes iban y venían en aquellos años. La primera imagen que tengo de Fanhunter es la mítica batalla de Montjuïch, ¡snif! No leía todas sus historias y a menudo lo hacía de forma desordenada. Pero Fanhunter era un mundo que me definía (y me sigue definido en cierto modo): El universo donde se eleva a categoría de misticismo todo lo que rodeaba el concepto de frikismo en un momentos donde el movimiento hervía con propuestas: Los cómics, la ciencia ficción, la fantasía, los juegos de ordenador, el rol, las pelis de acción o de serie B, las series de culto etc... para los que no lo sepan el universo Fanhunter nos lleva a una Europa privada de muestras de ocio, cultura y subcultura desde que el maléfico librero loco Alejo se proclamó Papa y las prohibió. Los fans viven sumergidos en la apatía y luchan para poder volver a consumir fricadas varias bajo la atenta mirada de los fanhunters (cazadores de fans).
Fanhunter Drácula se publicó por primera vez en aquella época y no, yo no lo había leído todavía (era uno de los trabajos de Piñol y Chema Pamundi que se escaparon.) Su guión persigue hacer un homenaje a la figura de Drácula y mezclarla obviamente con los principales personajes de la factoría Fanhunter, además en un escenario tan entrañable como el mencionado Festival de Cine Fantástico de Sitges. No importa tanto el resultado como el camino de la historia pues al final lo que buscamos en estas aventuras es sonreír y compartir los gags con otros aficionados. En este volumen seguimos a un aristócrata rumano que parece querer causar el pánico y el caos en pleno Festival Fantástico de Sitges. Naturalmente la troupe comandada por Konstantin que también acoge a Ridli Scott, Belit o el entrañable Don Depresor deberán encargarse solucionar el tinglado. El guión se ha adaptado brevemente en la actualidad en algunos puntos - me ha parecido ver un letrero que ponía Iefremov Strugatski para que os hagáis una idea, una palabra integrada en los mundos del Marc Pastor- pero sigue tan divertido y estrafalario como siempre.
Los neófitos quizás verán el cómic como algo extraño, con los característicos narizones y con los homenajes implícitos o explícitos a tantos referentes frikis de nuestro entorno. No todos las guiños los captaremos - señal que todavía no estamos suficientemente dedicados a la causa- pero sí los suficientes para seguir disfrutando de una historia divertida en un universo tan genial como el de Fanhunter.
Lo cierto es que me han entrado ganas de rebuscar por la Biblioteca del Kraken y releer viejos fanzines o cómics y sentirme miembro en pleno de la resistencia (pensad que soy de Vilafranca del Penedès, sede de la resistencia antipapal, esto se lleva en la sangre). El hecho de que Gigamesh (que tanto debe a Fanhunter en muchos aspectos) haya reeditado este volumen bajo una nueva colección (llamada Excelsior) me llena de alegría y espero que sean mucho más.
Leed Fanhunter, especialmente los que tenéis unos añitos: os reabrirán recuerdos de cuando no había móvil ni internet y los fans teníamos que luchar día a día para hacernos prevalecer en un mundo donde la fantasía y al ciencia ficción era aún peor vista que ahora.
Eloi Puig, 11/08/2017
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