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Soy un nostálgico irreparable.
Cuando veo cosas que me recuerdan a otras épocas me pongo a soñar en aquellos tiempos, fueran mejores o peores ya recordar que leía / veía / jugaba y si ahora encontraría aquellos pasatiempos tan divertidos como los recuerdo.
Siempre me habían gustado las aventuras de Spirou y Fantasio, había leído algunos cómics en su momento (cuando era un chaval) pero en la actualidad no me había planteado comprarlos básicamente debido a la acumulación de libros y cómics que tengo para leer. Pero, un buen amigo fue tan despreciable como para comprarse la recopilación que sacó hace poco Planeta deAgostini de las aventuras clásicas de Spirou y Fantasio y encima me las enseñó, me las restregó por la cara y se atrevió decir que me las dejaba (no me gusta demasiado que me dejen libros y cómics paor que luego los tengo que volver). Pero ¡ah! Esta recopilación tenía una pega (para mí): Estaba en blanco y negro, y yo las había leído en color. Y qué queréis que os diga, el cómic si puedo elegir, lo prefiero a todo color. Total que me hice atrás. Pero desde que veo día sí, día también, los dibujos animados del Marsupilami por la tele (eh, por los niños, claro ...) el gusanillo me ha ido creciendo hasta que finalmente he adquirido (bajo la forma de regalo, todo hay que decirlo), los volúmenes correspondientes a la segunda época, la dibujada y guionizada por Jean-Claude Fournier durante la década de los setenta (en color, sí.)
El primer volumen recopilatorio incluye tres aventuras: El fabricante de oro (1970), Glucosa para Noemí (1971) y La abadía encantanda (1972). Mi principal sorpresa fue descubrir que el Marsupilami (uno de los personajes secundarios más venerados de la serie) sólo aparecía en el primer volumen y que no volvería a verse hasta después de 15 años! Fournier dibujó la serie pero sin nuestro entrañable animalito debido a que este personaje (a diferencia del resto que son propiedad de la editorial) pertenecía a Frankin, su creador.
El fabricante de oro es una aventura menor, que toma la vieja idea de la máquina que puede convertir metales en oro, una aventura donde aparecen algunos de los secundarios habituales (la cuenta de Champiyac, Zorglub ...) pero que aporta poco. Parece más como un tanteo de Fournier para ver qué podía crear. Se lee bien y tiene algunos buenos momentos pero no pasa de ahí. Al final del volumen, ya se nos introduce a la siguiente aventura: Glucosa para Noemi, una aventura entre caballo de Japón y Francia que a parte de seguir mostrando los efectos de ciertos setas estrambóticas nos introduce una nueva organización secreta, entre divertida y estúpida, llamada "El triángulo". Tiene viñetas espectaculares (un poco fuera de lugar en el argumento) pero que demuestran que Fournier podía ir cuajando algunos argumentos y dibujos más interesantes. La tercera aventura, La abadía encantada, es continuación directa del anterior y aunque argumentalmente sufre un frenazo, creo que es una de las mejor logradas desde el punto de vista humorístico. En este caso Spirou y Fantasio deberán rescatar a su amigo Itoh Kata de las cenizas del que fue "El triángulo".
Las aventuras de Spirou y Fantasio siempre se han caracterizado por utilizar elementos fantásticos e incluso de ciencia-ficción en muchos de sus argumentos, especialmente artefactos (aún recuerdo uno de mis volúmenes favoritos de la época de Franquin: Los piratas del silencio) o efectos colaterales de brebajes y / o experimentos. En estos tres primeros volúmenes encontraremos un poco de fantasía y hallazgos pseudo-científicas de setas que poseen propiedades increíbles.
La cuestión es que aunque argumentalmente todavía no están a la altura de las obras de Franquin, se vislumbra que Fournier le está cogiendo el tranquillo y posiblemente los próximos volúmenes tengan argumentos más elaborados; eso espero al menos.
Eloi Puig, 10/12/10
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