Más o menos por estas fechas de hace dos años, comenzaba a leer los volúmenes OmniGold de Panini de los Cuatro Fantásticos. En estos dos años he completado un viejo sueño de infancia: Averiguar lo que les pasaba a mis súper-héroes favoritos entre las largas etapas en que no leía nada de ellos. Y sabía que no era posible mantener un nivel de calidad muy regular durante los veinte años que abarcan estos 231 números de Fantastic Four (más los números especiales) pero sí me he hecho una idea de cómo han evolucionado los personajes y cómo los han tratado los diversos guionistas e ilustradores, de sus etapas de gloria y otros más aburridas.
Este último volumen OmniGold (el décimo) integra los números de Fantastic Four #204 en el Fantastic Four #231, más los Fantastic Four Annual # 4, #15 y #16. O sea el período entre marzo de 1979 y junio de 1981. Como decía, falta muy poco por los veinte años de cómics de la primera familia Marvel. El título escogido es "Alcanzar las estrellas" y no es gratuito. Todos sabemos que los Quatro Fantásticos (y en especial Reed Richards) siempre han coqueteado con las tramas del cosmos. Ya en el número 2 de la colección se enfrentaban con unos entrañables alienígenas skrulls. Quizás en estos últimos volúmenes es donde se ha conducido más esta tendencia por parte de los guionistas de mirar más allá de la Tierra. Encontraremos de todo un poco: Desde batallas entre imperios extraterrestres, detección de formas alienígenas en nuestro planeta —tanto de pacíficas como de obviamente malas— hasta especulaciones científicas de carácter inverosímil pero que tanto sentido de la maravilla despiertan.
No han sido en general grandes guiones, pues, pero sí lo suficientemente entretenidos para que disfrutemos con cierta normalidad del cuarteto fantástico. Para empezar, ¡Marv Wolfman guionizó una historia cósmica de once números seguidos! Este hecho no se había producido nunca en la historia de los Cuatro Fantásticos. La lástima es que la épica de este arco argumental venía a cubrir las espaldas al mismo Wolfman pues fue la manera de poder finalizar una trama abierta que tenía en la colección de Nova. Esto repercute un poco en un argumento cojo donde nuestros súper-héroes se introducen en la historia de manera repentina. Estamos hablando de la guerra Xander / Skrull que reunió a titanes como la Esfinge y donde fue la primera vez que se va a buscar a Galactus de forma premeditada. Quizás el hecho más destacable de este periodo fue conocer a Terrax el nuevo heraldo de nuestro devoramundos preferido (que años más tarde y de la mano de John Byrne produciría una muy entretenida aventura). Keith Pollard fue el principal dibujante de la saga, apoyado por el mencionado John Byrne —que participó por primera vez en Fantastic Four #209— y que mantuvieron un nivel excepcional en la ilustración, casi a la altura de George Pérez.
Poco más con respecto al aspecto gráfico. Bill Sienkiewicz tomó el relevo de estos monstruos de forma notable durante la segunda mitad de 1980 y 1981 y lo realizó de forma admirable, imitando el estilo establecido por sus antecesores de forma notable. Quizás introdujo en los rostros de los protagonistas ciertas sombras para otorgarles menudo aspectos de mayor dramatismo. Sólo por el hecho de que Pollard, Byrne y Sienkiewicz encargaran de la parte gráfica en la mayoría de los números, ya le da una calidad innegable al volumen.
Volvamos a los guiones: Decía que también hemos encontrado la presencia de alienígenas en las páginas de estos números. Me refería a otros extraterrestres que de forma independiente se han paseado por la Tierra. Tenemos por ejemplo los extraños forasteros que aparecen en el Fantastic Four #220 y #221 y los parásitos cerebrales del Fantastic Four #227 (que recuerdan a la época dorada de la ciencia ficción y a obras como Amos de títeres). Son sólo tramas para rellenar un poco las historias de los Cuatro Fantásticos entre sagas más ambiciosas. Aportan poco a pesar de tener, curiosamente un estilo muy relajado y entretenido (cosa que también ocurría por ejemplo con el Fantastic Four #218 con invitados de honor como Spiderman y los ineptos Cuatro Terribles.
Por otra parte, cabe mencionar dos hechos que encuentro más importantes: Por un lugar del enfoque que se hace durante algunos números a Johnny Storm, la Antorcha Humana. Es una opinión bastante contrastada que este es el miembro del grupo menos valioso (recordad que Stan Lee tenía pensado que este fuera el alma del grupo, pero entre el carisma de Ben Grimm, la inteligencia de Reed Richards y los poderes cada vez más enormes y evidentes de su hermana Sue Richards, el personaje de Johnny Storm estaba bastante atascado). Marv Wolfman le dedica una especial atención durante la guerra Xander / Skrull y acaba por reafirmándose como a un miembro valioso del cuarteto. Su sentido de inferioridad es tratado de forma ligera pero evidencia un hecho que sería incuestionable en la vida real: ¿Y si un superhéroe no está a la altura de la situación y no es lo suficientemente válido para ayudar a los demás?
El segundo hecho es la aparición del robot HERBIE. No porque fuera un gran personaje sino porque vino impuesto a raíz de una serie de televisión de dibujos animados donde la Antorcha Humana era sustituida por un robot (parece que los responsables tenían miedo de que los niños se prendieran fuego entre ellos. Algo de la que hablaremos largamente cuando llegamos en el Fantastic Four #285). Esta creación, pues, refleja una vez más las presiones que guionistas y dibujantes tienen por parte de las altas esferas sobre su trabajo creativo. HERBIE, por suerte, no duró demasiado números. Bill Mantlo al guión y John Byrne al dibujo le encontraron una salida honorable al Fantastic Four #217.
También cobra cierto protagonismo Franklin Richards. Y es que cada vez es más complicado escribir historias obviando los problemas de control de poder que tiene el pequeño de la familia. Sin embargo, pasará por aventuras más que entretenidas en el Fantastic Four Annual #14 con un excelente dibujo de George Pérez y los problemas de su institutriz en Nueva Salem. Más adelante se empezarán a estudiar seriamente sus poderes. O al menos a intentarlo.
Hablando de los números especiales. En este volumen encontraremos tres. El ya comentado número 14 así como el Fantastic Four Annual #15 y #16, productos muy dispares. Si el número 14 es una aventura animada, el número 15 continuaba con la fijación por el universo con una trama repleta de skrulls con un invitado muy especial: El capitán Marvel. Encontraremos aquí aventuras de viajes en el tiempo pero quisiera recalcar que también se pone a Reed Richards en una disyuntiva moral durante un breve tiempo sobre salvar sus compañeros o ayudar a miles de personas contra los skrulls. Reflexión seria, tal vez el preámbulo de otras decisiones trascendentales que debería tomar en la próxima etapa de John Byrne. La segunda parte de la especial está dedicada al Dr. Doom y los Cuatro Fantásticos no aparecen en ningún momento (¿Un hecho inédito?). Una correcta historia de cómo recupera su poder. Pero ah! El Fantastic Four Annual #16 es otra cosa. Su guion es más que mediocre (obra de Ed Hanningan) pero lo más grave de todo: El dibujo es muy deficiente. Y atención porque el ilustrador era nada menos que Steve Ditko (co-creador de Spiderman, entre otros). Pero sinceramente, no recuerdo un dibujo peor en todo el recorrido de los Cuatro Fantásticos.
En definitiva, los guiones han sido menos elaborados de lo normal y han descendido en detrimento de la calidad de la obra. Hemos encontrado a los Cuatro Fantásticos luchando con vikingos en el polo norte, con robots gigantes japoneses (en una de las historias más aburridas que recuerdo) e incluso con historias del universo profundo que ni el mismo Reed Richards sabía explicar adecuadamente (como el último arco argumental sobre unos amantes que caen en un agujero negro).
Era necesario un cambio de perspectiva para realzar la serie. Y estos vendría a partir del Fantastic Four #232 de la mano de John Byrne...
Eloi Puig
26/12/2020
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