El octavo volumen de Marvel Gold Omnium de los Cuatro fantásticos integra los números Fantastic four # 151 al # 175 y los Giant Size Fantastic Four # 3 y # 4, Fantastic Four AnnuaL # 11, Marvel Two-In-One annual # 1 y Marvel Two -In-One 20 y fueron publicados entre octubre de 1974 y octubre de 1976.
Esta etapa es quizás la que más altibajos he encontrado especialmente en el apartado gráfico dado que los ilustradores han variado bastante y alguno de ellos no me han despertado demasiada empatía. Los guiones de la serie regular de Roy Thomas han creado aventuras muy dignas mientras que los números especiales (anuales y Marvel Two-In-One etc) no han resultado especialmente satisfactorios pero como siempre la continuidad de que hace gala la casa Marvel y por tanto la evolución de ciertos aspectos del cuarteto han sido muy gratificantes.
Empecemos repasando un hecho que hasta entonces no se había trata muy a fondo en el mundo del cómic. En años anteriores se había lanzado la idea de que las mujeres (a través, obviamente de Sue Richards) son personas con carácter y que también toman decisiones difíciles (como separarse de un marido demasiado enfrascado en sus experimentos) y que en definitiva poseen criterio propio. Pero es aquí, en el número 151 de la colección regular, donde el guionista nos invita a conocer el origen de Thundra, la guerrera musculosa. Y ciertamente acaba resultando una mini saga bastante divertida (y absurda) pero que pone en evidencia la liberación femenina tanto en boga en los setenta y el machismo desmesurado y patético con el que convivían.
También encontramos otras sagas que me han inspirado un voto de confianza hacia el guionista Roy Thomas como la de la guerra de las dimensiones de las 3 tierras. Aunque el planteamiento es sencillo y poco elaborado, la idea de un peligro que azota a tres Tierras de diferentes dimensiones de forma interconectada lo he encontrado muy interesante y una vez más digna de los Cuatro Fantásticos
Hay que decir que en este volumen se cierra (de momento) la relación con la familia de los Inhumanos, cosa que personalmente agradezco, y que Sue Richards perdona a su marido y vuelve a ocupar el lugar que le corresponde. Veremos también como en un par de capítulos Luke Cage sustituye a la Cosa (sin que nos acabe de gustar su talante) y como en más de una ocasión como se ha vito anteriormente, un miembro (en este caso, en Johnny Storm) quiere separarse del grupo para hacer vida normal.
Pero nada de esto es vital si lo comparamos como siempre con las aventuras de Ben Grimm, La Cosa, el mejor personaje del cuarteto y uno de los mejores de la casa Marvel. Incluso su enésimo combate con Hulk es importante. Esta vez especialmente porque se vislumbra una fraternidad de monstruos incomprendidos y Grimm escoge traicionar a sus amigos para ayudar a un Bruce Banner que sufre tanto como él cuando se ve alterado. Este episodio dará lugar a uno de los grandes aciertos del Roy Rhomas: El hecho de que Ben Grimm deje de ser La Cosa durante un determinado tiempo, que pierda sus poderes y vuelva a ser un simple humano; su sueño vaya. La trama está muy bien llevada y nos narrará cómo se siente un superhéroe cuando deja de serlo: sus inquietudes, envidias e inseguridades cuando uno se vuelve una persona normal.
Estos son los mejores momentos de presente volumen en mi opinión. Más adelante tendremos a La Cosa como protagonista de lleno con una trama de viajes en el tiempo para ir a apalear nazis, lo que siempre se agradece pero que a pesar de la buena idea, resulta un poco demasiado simple para mi gusto. Aunque se aprecian los buenos momentos cuando los Cuatro fantásticos se encuentran con los héroes de la Marvel original de la época: Namor, la antorcha original y el Capitán América. Una trama, pues, para hacer disfrutar a los nostálgicos pero que podría haber dado mucho más de sí.
Quizás por la falta de ideas o quizás por el contrario, para profundizar con personajes a los que no se les ha sacado suficientemente el jugo, nos volvemos a topar con Galactus. En esta, creo, cuarta aparición del devoramundos ha sido la más reflexiva y de hecho diría que es donde se le empieza a comprender mejor. El guion es algo más elaborado de lo normal en cuanto a los encuentros con una de las entidades más desmesuradas (y originales) del universo Marvel. Y quizás me equivoco pero podría ser la base con la que años más tarde John Byrne nos sorprendería con el mítico Juicio de Galactus.
Hablando de este último, me atrevería a calificar este ciclo como uno de los menos interesantes en cuanto a enemigos pues dejando de lado la presencia final de dicho Galactus, el resto de enemigos y entidades a las que se enfrenta nuestro cuarteto no destacan demasiado por poseer demasiada personalidad. Digamos que han sido unos años tranquilos en cuanto a los enfrentamientos.
He comentado que la calidad gráfica de este volumen es irregular. Esto se debe a que algunos números de especiales suelen estar dibujados por Sal Buscema que no está a la altura de las circunstancias (claro que tampoco la acompañaba el entintador habitual, Joe Sinnott). En cambio, la etapa de Rich Buckler y muy especialmente de George Pérez son sencillamente fantásticas. Pérez podría bien ser una de los mejores ilustradores de la serie de todos los tiempos.
Seguimos con el próximo volumen, ambientado ya a finales de los setenta.
Eloi Puig
19/03/2020
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