Una de las particularidades de los universos de súper-héroes (sean Marvel, DC... etc) es su infinita capacidad de reinventarse con la simple premisa de explorar realidades alternativas. Ya en los años sesenta personajes como los Cuatro Fantásticos o el Dr. Extraño viajaban a otras dimensiones y universos y de hecho eso enriquecía sus personajes porque a menudo descubríamos otros talantes o personalidades (uno de los primeros casos que recuerdo es cuando Ben Grimm viaja a otra universo donde quien se ha convertido en La Cosa es Reed Richards y él se ha casado con la Sue Storm, por ejemplo).
Llegó un momento que Marvel tenía bastante claro que esto de crear universos alternativos sumaba adeptos pues ofrecía una libertad infinita para sus creadores que no quedaban atados a la historia oficial del universo básico de la compañía: La Tierra-616. Así que la idea de que ofreció Neil Gaiman a comienzos del presente siglo, la de ambientar los personajes de Marvel en una época pasada, concretamente hacia el 1602 de nuestra era, y en escenarios históricos reales y conocidos como el reinado isabelino de Inglaterra, las peleas hereditarias con Escocia — y eso sí— añadiendo un pequeño reino situado de forma indeterminada en el centro de Europa regentado por Víctor Van Muerte llamado Latveria
Gaiman diseñó a buena parte de los súper-héroes de la casa Marvel como si sus poderes hubieran aparecido 400 años antes en torno al reino de Inglaterra y adaptó las personalidades de cada héroe y villano a la historia y en ese preciso momento. Y lo hizo con una historia muy digna que mezcla —claro está— elementos de ciencia ficción con nuestra realidad y acaba convirtiendo este nuevo universo —llamado Tierra-313— como uno de los más originales del multiverso Marvel.
Reconozco que buena parte de la gracia de Marvel 1602 es descubrir qué personajes adaptan el rol de qué héroes. Naturalmente en algunos casos es obvio pues los nombres se corresponden o sus profesiones son calcadas a las de la nuestra realidad (como sir Nicholas Furia, Stephen Extraño, Conde Otto Von Muerte o Carlos Javier (no entiendo aquí la traducción del nombre al castellano) pero otros serán más sorprendentes. La mayoría de estos personajes conservan sus poderes de forma similar a los de la realidad del universo de la Tierra-616 pero en algún caso aún no han sido descubiertos (como el de Peter Parquagh por ejemplo). Hay que añadir que Gaiman retrata en este 1.602 alternativo a muchos de los superhéroes en sus primeras etapas por lo que no suelen aparecer nuevas incorporaciones posteriores (esto se detecta el momento, por ejemplo, con los componentes del Selecto colegio del maestro Carlos Javier para hijos de caballeros donde vernos recreaciones de los X-men originales, no de los que se popularizaron años más tarde bajo el nombre de Patrulla X.
Me han gustado especialmente las caricaturizaciones de personajes como Nick Furia o Magneto, mientras que he echado en falta más profundidad con otros como La Cosa o Otto Von Muerte por ejemplo. Pero esto se debe a que los ocho números que componen este cómic (publicados entre noviembre de 2003 y junio de 2004) no daban suficiente espacio para que todos los principales héroes y villanos de Marvel tuvieran un rol principal. Menos mal que la inventiva de Gaiman ha podido introducir tantos sin que la historia se tambalee.
Porque vale decir que el argumento es, además, interesante: La reina Isabel se está muriendo y un pariente suyo, el rey de Escocia, Jacobo, espera la caída para reclamar el trono de Inglaterra. Mientras tanto, el tiempo está loco y los cielos se llenan de nubes y tormentas. El espía oficial de la corte de la reina, Nicholas Furia, envía a un extraño agente ciego a recuperar un artefacto que proviene de Tierra Santa y que según las predicciones del mago de la corte, Stephen Strange, puede ayudar a salvar el reino. Mientras, el jefe de la inquisición española está preparando la quema de una aberración humana que tiene forma de ángel y desde ultramar un barco con una niña y un guardaespaldas indio venden a Londres para pedir ayuda.
Gaiman escribe un buen guión —a pesar de las dificultades, como decía, de hacer meter a tantos personajes en sólo ocho números— pero le acompaña en la parte gráfica Andy Kubert (ilustrador) y Richard Isanove (entintador) que realizan una tarea inmensa con un dibujo y un acabado excepcionales (destacando especialmente los primeros planos. Me ha encantado el retrato de Magneto como comentaba.
Una historia completa y finita, pues, que nos acerca a una edad moderna alternativa donde las principales potencias poseen a su servicio héroes pero donde también la inquisición y la iglesia católica esconde secretos de carácter poco cristiano. La evolución de cada número es muy buena y nos lleva a una final interesante, aunque quizás resolutivamente algo simple para mi gusto. Sea como sea nos queda una muy buena historia de superhéroes en un escenario original y muy bien presentado por los autores.
Eloi Puig
10/04/2020
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