A ver, música ambiente conectada, relajada. Me sirvo una cerveza con un poco de graduación extra (se me ha terminado el fireball) por si algunas ideas interesantes les cuesta escaparse de mi cabeza. La última vez que me hizo falta prepararme así fue para reseñar Michelíada. ¡Va, vamos, Kraken !. El libro ante mí, mirándome con esta portada que tiene más título que no ilustración. Pienso unas palabras para una introducción al Bizarro pero luego veo que no es necesario, que ya está bien ¿No? Que la gente no lo necesita todo masticado y que iría bien que una lectura nos ofreciera algo inquietante y surrealista y nos hiciera explotar la cabeza de la sorpresa de vez en cuando. Y sin avisar.
A estas alturas creo que ya no hay que hablar de lo que es o no es el género Bizarro. A todo aquel lector al que le guste experimentar con un tipo de novela diferente, extraña, sólo tiene que seguir la colección Midian de la editorial Orciny Press para deleitarse con historias imposibles escritas con mucha maestría. Porque ese es el secreto señores míos: No sólo poseer una imaginación enfermiza sino también saber plasmarla, saber cómo transmitir aquellas sugerentes y estrambóticas ideas que te pululan por la cabeza o que te roen el estómago (como es el caso del protagonista de la presente novela).
Alfredo Álamo ya me demostró hace unos años que era capaz de escribir sutilezas dignas de mención como aquella Mañana será Tierra. Pero ahora se ha dejado de fantasías y mensajes inquietantes y ha escrito una novela que parece diseñada ex profeso para la colección Bizarra de Orciny Press: Sí, estoy hablando de El detective que tenía mariposas en el estómago. Y sí, lo habeís adivinado: estoy haciendo tiempo con estos párrafos mientras intento pensar como escribir la reseña. Lo que tengo claro es que me ha gustado. Mucho. Y eso que no toca temas fantásticos. Es bizarra. Y me ha encantado la nota de la contraportada de Santiago Eximeno: "Es hermoso. Nadie lo publicará jamás ".
La presente apuesta de Alfredo Álamo es una serie de novelas superpuestas, tres para ser más precisos, que podemos encontrar intercaladas en sus páginas. Tenemos nuestra historia principal con la que Álamo nos presenta a Ángel Sospir, un escritor que tiempo atrás tuvo un cierto éxito autopublicarse un libro de autoayuda titulado Todas las pequeñas cosas que caben en tu mano pero que ahora vive en medio de la apatía creativa pensando que tiene mariposas caníbales en el estómago. También tenemos a Laura, una editora psicópata (y mi personaje preferido) que busca a Sospir para exigirle la nueva novela que había prometido (y de la que se le hizo un adelanto monetario) que finalmente parece que se titula La historia más triste del mundo. Sí, vosotros leeréis la novela donde se describe el lamentable estado de nuestro escritor, pero también veremos como la psicópata de Laura lee un borrador de La historia más triste del mundo y por desgracia Alfredo Álamo, con toda la mala leche del mundo, también nos incluye la porquería que Ángel Sospir escribió y publicó: Todas las cosas que caben en tu mano.
Pero claro, no todo es tan simple. A la actitud, digamos agresiva de la editora, hay que sumar un nuevo caso que debe investigar nuestro pobre desgraciado y que tiene que ver con una enana (me refiero a persona femenina de baja estatura) que tiene una retirada con Amy Winehouse y que está buscando una chico al que no le gustan sus piernas. Que las odia vaya. Bueno, se las quiere amputar para ser exactos.
Un delirio. Sí. ¿Y qué? La cuestión es que la novela está muy bien escrita, es divertida y utiliza elementos bastante habituales del bizarro, como el sexo, el surrealismo y el gore y además mezclados con la aparición estelar de un librero del mal que esconde extrañas aficiones muy propias de las pelis de serie Z de terror de los 70 o 80. Ah. Sí, y a mi querida editora psicópata, no os olvidéis.
Fíjáos no obstante que Alfredo Álamo está tocando todas las teclas de buena parte del proceso de escritura de una novela a partir de sus personajes: El escritor, el editor, el librero, el lector, pero también conceptos como la fama efímera, la página en blanco, la escasa calidad de ciertas obras que se venden como churros... conceptos de los que el autor es un gran conocedor debido a su trabajo. Es como si estuviera escribiendo una metáfora sobre este loco mundo editorial. O más bien como si se estuviera desahogándose y soltando bilis y maldad por cada página que podemos leer en esta novela. Es lo que lleva trabajar tanto detrás de los libros y los escritores supongo. Eso sí, con una prosa realmente pulida (sólo leer el primer capítulo ya comprobamos que Álamo es un grandísimo narrador y que debería ser menos perezoso y publicar más libros).
Tenemos una novela donde el autor ha escogido diferentes puntos de vista narrativos. Para empezar una narración en primera persona encarnada en nuestro detective depresivo, también otra narración en tercera persona que nos lleva a las intimidades macabras de Laura, la editora; pero además descubrimos que el autor utiliza diferentes estilos para presentarnos la historia. Por ejemplo, la parodia del libro de autoayuda es en el fondo un compedio de microrrelatos (Álamo tiene bastante experiencia al respecto como pude comprobar con Lunarias) y que se ríe de este tipo de lecturas. Descubrimos como el autor es capaz no sólo de entretenernos sino también de criticar de forma... ¿Sutil? ¿Burda? (Todo ello diría) los libros de autoayuda. También encontramos un capítulo escrito en formato teatral (muy divertido) pero a la vez se nos revuelve el estómago cuando comprobamos que también es capaz de generar un intriga sofocante cuando actúa el librero y el submundo que la acompaña.
Así pues ¿Qué tenemos entre las manos? ¿Es una novela surrealista que juega a describir gamberradas en la cara del lector? Sí, sin duda, pero a la vez es una obra pensada y muy trabajada que refleja mucho más de lo que parece a priori. Sí, Alfredo Álamo se lo pasa bien, pero no de cualquier manera. La novela tiene muchos registros, varias lecturas si deseáis, pero está bien narrada (en cualquiera de sus formas) y el nivel de calidad es muy notable. ¿Que os la perderéis por el simple hecho de que pensaís que no va con vosotros? Txx, txx .. dadle una oportunidad al bizarro. Y El detective que tenía mariposas en el estómago es un buen comienzo para abrir la mente a estas lecturas... creedme.
Eloi Puig,
13/01/2019
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