A veces te encuentras con historias en las que el acercamiento hacia el lado fantástico o terrorífico se hace desde una perspectiva que no esperabas. Vamos, que la originalidad de la propuesta vence cualquier reticencia que pudieras tener y por tanto son novelas que se hacen querer al instante.
Y da igual que no sean perfectas o que les falten el redondeo de la trama. Lo cierto es que una vez entras, la historia te va atrapando, sea por la mencionada originalidad o porque simplemente querrías que ocurriera de verdad. La música y el metal son el motor que pone en marcha esta maquinaria fantástica que es Ens hem venut l’ànima (Vendimos nuestra almas en castellano) de Grady Hendrix. No soy un gran entendido en esta disciplina pero no he podido evitar intentar acercarme un poco más a fondo, por tanto mientras escribo estas líneas escucho a Motörhead, Black Sabbath ya los Guns'n Roses (a estos últimos, Kris no los aprobaría por ser demasiado suaves)
Aún no os lo había dicho pero Kris es nuestra protagonista y es una apasionada del Heavy Metal. Desde muy joven que sólo sueña con tocar, componer, ir a conciertos y seguir todo lo que rodea la subcultura del metal: Los mencionados Black Sabbath, Kiss o Venom son bandas de referencia y cree que ellos también pueden convertirse en uno de los grandes. ¿Qué quiénes son ellos? Pues les Fenya Brüta, un grupo fresco, joven y con mucho empuje que poco a poco se va ganando el favor del público y también el de la crítica, especialmente cuando el disco Troglodita sale a la luz.
“Todo el mundo le había dicho que era una soñadora, que todo era una fantasía adolescente (...) ¿Pero acaso había otro motivo para montar un grupo? Todo el mundo hacía ver que lo hacía por el sexo, las drogas y la pasta, pero era mentira. Nadie montaba un grupo por dinero. Si montabas un grupo era porque querías ser legendario. Kris quería dar un puñetazo al planeta y dejar una señal. Quería que la recordaran”. (...)
Sí, con esas canciones hubieran podido conquistar el mundo, o por lo menos poner un pie firme dentro la industria discográfica. Pero algo pasó la noche que debían triunfar. El cantante Terry Hunt deja el grupo y forma su propia banda y los integrantes se van marchando o cayendo en el olvido. También Kris, que décadas más tarde, se encuentra trabajando en un aburrido Best Western mientras que, en cambio, Hunt, es uno de los cantantes más populares del planeta.
Ésta es una novela sobre la música, el metal (en todas sus variantes, Black, Death etc…) y también es una novela fantástica con toques de terror muy bien conseguidos. Sin embargo, lo fantástico cuesta llegar. Kris, a la que ya conocéis un poco, quiere volver a ver a Terry Hunt y pedirle explicaciones sobre esa nefasta noche de hace tantos años. El por qué dejó el grupo cuando estaban a punto de alcanzar la cima. Y se encuentra con una trama y un misterio que poco a poco se va escurriendo en su interior, mucho más cerca de lo que se piensa. Mientras busca respuestas con sus ex-compañeros se verá involucrada en una serie de asesinatos pero también descubrirá lo que sucedió esa noche maléfica en la que el Terry Hunter pactó con quien quizás no debía.
Y casi como si fuera una road movie, Kris se embarca en una aventura para atravesar Estados Unidos de este a oeste y asistir al Hellstock, el evento musical del siglo donde el grupo de Terry, mundialmente famoso, hará su último recital de metal.
En medio, encontraremos al menos dos capítulos donde Grady Hendrix explota su vertiente terrorífica de manera excelente: Una fuga claustrofobia angustiosa narrada de forma suprema o un ataque a un parking que eleva las matanzas de zombis a límites insospechados o porqué no, la malsana evidencia de descubrir quien se alimenta de los sueños perdidos de tantos artistas. Pero son momentos puntuales que golpean al lector de forma concreta sin que sean la regla. Nuestra historia es, pues, una carrera suave in crescendo con empujones que te hacen tambalear de vez en cuando, especialmente cuando ves el terror cara a cara con la literalidad con que se expresa Hendrix.
Pero como decía antes, ésta es una novela sobre la música y por tanto no deja de ser una crítica contra el actual status quo donde la mayor parte de los proyectos de éxito siguen unos cánones y resultan irremediablemente prefabricados y sin alma. Y es que los músicos que componen sus canciones, el talento que esconden unas letras, unos buenos riffs, unos acordes, parecen más del pasado; cualquiera diría que se han ido desvaneciendo en las últimas décadas y que todo suena igual, sin revulsivos, sin romper esquemas. Canciones que te encantan y que olvides en un par de días. Grupos clónicos que sólo exponen refritos de otros conjuntos y que no traen nada nuevo. De todo esto también va Ens hen venut l’ànima.
Y Kris descubre porqué. Y claro, coge una guitarra y mira siempre hacia delante, pese a los terrores que le acometen en su ruta hacia el oeste. Y es que su disco, el Troglodita, también le acompaña, la guía y la instruye y es entonces cuando recuerda siempre una cosa:
Una chica con una guitarra nunca pide perdón por nada.
Eloi Puig
03/082023
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