(..) "Desvió la mirada hacia un taxi que justo entonces se detenía frente a la casa. Encendió el motor y puso en marcha los limpiaparabrisas a tiempo de poder ver como un señor alto de edad avanzada salía del taxi. Pagó el viaje, y entonces se volvió y se quedó inmóvil bajo el fulgor nebuloso de una farola de calle, mirando hacia arriba hacia la ventana de la casa como un viajero melancólico parado en el tiempo "(...)
Este párrafo es muy especial. No sólo porque describe la llegada del padre Merrin, el exorcista, a la casa de los MacNeil sino porque también fue escogido como la icónica imagen para presentar la película homónima. Esta se estrenó dos años más tarde después de que la novela pulverizara todos los récords de ventas de la época.
De esto hace 50 años y para celebrarlo, Obscura Editorial nos ha traíso por primera vez en catalán un mito dentro de la literatura de terror contemporánea: la traducción de la novela de William Peter Blatty, El exorcista. El presente volumen, además, incluye la revisión del texto que realizó el mismo Blatty por el cuarenta aniversario, en 2011, que consistió en actualizar algunas frases o palabras y añadir seis páginas nuevas al texto original. Así pues, la presente edición que nos presenta Obscura Editorial es la más completa posible de un best seller que ha vendido casi veinte millones de copias desde que se publicó por primera vez.
Es casi imposible realizar una reseña de esta novela sin tener en cuenta la posterior película que la adaptó. Y el motivo principal es que el guion del film fue escrito por el mismo William P. Blatty. Tan fiel era al texto original que ganó el Oscar al mejor guion adaptado —y también por el mejor sonido— y se convirtió de paso en la primera película fantástica y de terror a ganar un premio de la academia, en el año 1973. Comento todo esto porque a medida que vayáis leyendo la novela pretender separarla de la película os resultará francamente difícil porque las escenas, los diálogos, los personajes que creó Blatty para esta obra están reflejados perfectamente en el guion de esta. Las imágenes os llegarán de forma constante a la cabeza (siempre que haya visto en película, claro).
El exorcista es una novela sorprendente en todo momento y que Blatty ejecuta de forma admirable. La premisa inicial está basada en un hecho real sobre posesiones demoníacas que el autor recogió a principios de los cincuenta y que le inspiró para escribir esta obra maestra. Esta es la fuerza de una historia inteligentemente planteada que nos sumerge en el pacífico mundo de la familia MacNeil pero también en el tormentoso conflicto del padre Karras y su pérdida de fe. El equilibrio de la novela viene determinado por conceptos contrapuestos como ciencia y misticismo, fe y ateísmo, familia y soledad, pero el autor nos los sirve en una bandeja fabulosa donde nada parece estar en su lugar (un jesuita que desea hacer prevalecer la ciencia por encima de todo, una atea que se ve abocada a busca respuestas en el ocultismo o un inspector que le inquieta constatar hacia dónde apuntan sus sospechas).
Sí, como comentaba el planteamiento que propone el autor es muy astuto: Va añadiendo capas a un problema inicial pero sin ofrecer soluciones concretas de manera que los tres grandes bloques que se enfrentan al proceso de degradación de la niña Regan (representados por la familia, la iglesia y la policía) deberán ceder en los respectivos terrenos para llegar a la única solución posible. Observemos como nos presenta el autor la trama:
Chris MacNeil es una actriz de renombre que está filmando las últimas secuencias de una película en la ciudad de Washington. Allí tiene una casa alquilada donde vive con su hija preadolescente, Regan, y con el servicio de la casa. Chris está divorciada pero lleva una vida acomodada y se mueve entre la aristocracia local sin problemas (incluso asiste a cenas en la Casa Blanca). Regan es una niña dulce y tranquila que hace vida normal hasta que poco a poco su comportamiento empieza a cambiar después de su cumpleaños (donde no recibe una esperada llamada de su padre que está en Europa). También su temperamento se ve alterado: Se vuelve irascible, reniega y dice palabrotas y se cierra poco a poco en ella misma. La niña también se queja de que alguien le mueve las cosas de sitio, o que hace frío en su habitación. Chris lo vive con preocupación y con el tiempo ésta se va transformando en paranoia cuando comprueba por sí misma algunos de los actos escalofriantes y fuera de lugar que comete Regan. Intenta busca respuestas en la medicina pero son en balde. En su interior percibe que los médicos no podrán ayudar a su hija y gira la vista hacia la residencia de jesuitas que tiene cerca de casa.
Bajo esta premisa, Blatty construye una trama muy loable que rodea por igual los polos opuestos que son el conocimiento científico y el misticismo religioso. Es una lucha constante entre la razón y al ciencia por un lado —representado por el padre Damien Karras— contra la superstición y el ocultismo —que tiene como adepta a la Chris Macneil— por el otro. Fijáos con la paradoja: La ciencia médica y la psicología es defendida por una padre jesuita mientras que la incertidumbre y el miedo provocan que una atea se vea decantada hacia buscar respuestas en la religión. Durante toda la novela, hay que decir, que Blatty busca constantemente el contrafuerte científico a un suceso inexplicable a pesar del gran peso de la religión judeocristiana que se vierte en esta novela. Los padres y sacerdotes jesuitas que aparecen en la novela tienen la cabeza mucho más fría y poseen conocimientos científicos que proporcionan un realismo inaudito en una novela, la trama principal de la cual, es la posesión infernal.
Hablando de personajes, debo decir que Blatty es un maestro. La novela cuenta con una serie de protagonistas totalmente empáticos y creíbles que a través de diálogos perfectos y naturales nos introducen en el mar de dudas y emociones que es la novela. No sólo Chris, como madre afectada o el padre Karras como representante principal de la iglesia, sino el mismo inspector Kinderman (con un talante fuera de serie), o la misma aparición del padre Merrin y obviamente de la niña Regan y lo que lleva en su interior.
La novela provoca tanto rechazo como una atracción morbosa sobre los hechos y acontecimientos que tienen lugar en la casa de los MacNeil. Y no busca tampoco el recurso fácil de centrarse especialmente en las escenas más duras. Blatty, como comentaba, equilibra la obra para que no sólo sea creíble sino por que tengamos la oportunidad de pensar diferentes opciones sobre el estado de Regan. Concretamente el padre Damien Karras es quien más se rompe la cabeza estudiando las pistas, sugiriendo explicaciones racionales, pero sin embargo... su intuición le dicta lo contrario, lo imposible.
El ritmo es muy fluido, con numerosos pasajes repletos de diálogos que nos ayudan a adentrarnos de forma increíble en la psique de cada personaje. El autor dedica mucha atención a que constatemos que la vida tranquila y normal de los MacNeil es como la de cualquiera de nosotros y que el cambio que se produce podría ocurre a cualquier otra familia... lo que evidencia una vez más el terror y la angustia que produce la obra.
Ni que decir pues, que la novela es excelente y que representó todo un hito dentro de la literatura de terror y condicionó e inspiró a muchos autores del género. Pensad que entonces Stephen King aún no había publicado su primera novela, por ejemplo. Quizás uno de los pocos referentes contemporáneos en aquella época era la autora Shirley Jackson. Pero El exorcista cambió la manera de interpretar el terror literario y alcanzó la condición de pasar a ser un referente ella misma.
Imprescindible.
Eloi Puig
25/02/2021
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