Hechiceros del viento es el inicio de una odisea fantástica escrita por Cristina Rodrigo y que nos trae mucha aventura en un mundo repleto de magia que, además, nos recuerda mucho a nuestra realidad. Estamos hablando de una novela escrita sin complejos con el objetivo primordial de entretener y hacer pasar un buen rato al lector. Y lo consigue con creces aunque existen algunos aspectos mejorables que repasaremos más adelante.
Álvaro es un librero de viejo que trabajo en el casco antiguo de Cáceres. Vive una vida algo aburrida, sin pareja actual y con un gran interés por diversos temas bibliófilos que la ha llevado a regentar este tipo de negocio. Un día se ve capturado por un extraño viento, como un torbellino ajeno que lo captura y lo transporta a otro mundo, a otro universo paralelo donde las cosas son peculiares por no decir directamente una locura.
Se trata de una Cáceres alternativa, de una España inmersa en una época medieval y claramente idealizada, un poco al estilo artúrico, con el enaltecimiento del honor, el deber, la gloria, la amistad y donde los caballeros son los grandes protectores de los débiles y donde la magia es posible y tiene un carácter más bien negativo y oscuro. Álvaro se verá inmerso de golpe en una campaña por parte de unos malvados magos por atacar la ciudad y hacerla suya. Allí robará el corazón de una chica, conseguirá la destreza para combatir al enemigo y también comprobará como las pasiones humanas son idénticas dondequiera que se produzcan.
Cristina Rodrigo nos ofrece todo esto a través de una prosa muy elaborada y especialmente fluida aunque quizás un poco demasiado reflexiva en cuanto a conceptos y expresiones, ofreciendo un tono que quizás quiere imitar un lenguaje con un talante de antaño que se adecua bien a los aires medievales que desprende la novela, pero que sea como sea consigue lo que se propone: Sumergirnos inmediatamente en una trama repleta de aventuras y a un ritmo que no deja respirar demasiado al protagonista, Álvaro, el cual nunca tiene demasiado tiempo para meditar y centrarse en el mundo donde ha ido a parar.
Esta cierta prisa se nota muy especialmente al principio donde la autora sólo dedica unos breves capítulos a preparar el perfil de Álvaro y también de su antigua novia, Sara (por cierto el personaje quizás más bien logrado de la novela). En todo caso, todo es un poco rápido y en pocas páginas tendremos a un Álvaro que de repente vive en otra realidad por puro arte de magia y que se adapta muy bien (demasiado incluso). Más hechos que encuentro demasiado acelerados son quizás el romance inequívoco que parece diseñado para que se ejecute a simple vista y sin demasiados preámbulos. Me ha parecido forzado.
Una vez pasamos esta fase inicial, el ritmo se vuelve más estable y empezamos a disfrutar más de la novela. Comprobaremos como en esta realidad alternativa existen los mismos países limítrofes con España pero no tenemos claro cómo funciona la política y el gobierno (en ningún momento se habla de reyes por ejemplo). Sólo nos centraremos en el ataque a Cáceres y que los nobles de la ciudad no pueden afrontar solos. Esta difusión en el contexto histórico (por muy alternativo que sea) es un punto que sugeriría mejorar pues da la impresión de que no está nada definido y el lector, por ejemplo, no entiende que ningún gobierno estatal ayude a la gente de Cáceres. Cristina Rodrigo se escuda con las órdenes religiosas y militares españolas de la baja edad media como son la Orden de Alcántara, de Calatrava y de Montesa (todas ellas históricas en nuestra realidad pero que en el mundo donde ha viajado Álvaro toman un especial protagonismo) para ofrecer una muestra de orden y de ayuda exterior. Sea como sea, sin embargo, y el tema político no queda demasiado claro en la historia pero posiblemente se defina mejor en sus continuaciones.
Pero para mí el punto menos estimulante de la novela ha sido el tratamiento de la magia. No me he sentido nada cómodo en cómo se utiliza pues las acciones mágicas están poco perfiladas. Parece que los magos puedan hacer cualquier hechizo sin restricciones pero a la vez no resuelven situaciones que a priori parecen plenamente a su alcance. La autora aprovecha la magia más de una vez como un efecto Deux ex machina, lo que nos hace fruncir el ceño. Al no existir unas reglas no sabemos qué pueden hacer los magos y qué metas pueden alcanzar o no. Y al parecer, la magia permite un poco de todo: Desde controlar la mente o levantar escudos defensivos en ciudades, a modificar mágicamente la ropa o matar al enemigo con un simple gesto. Es difícil, pues, tomarse muy en serio la magia de la historia porque tanto nuestro protagonista como sus oponentes parecen capaces de hacer cualquier cosa. Se pierde el sentido de la credibilidad y esto es muy importante en una novela fantástica. El hecho de que el protagonista aprenda a utilizarla de la noche a la mañana tampoco ayuda a que resulte más creíble.
La novela también nos envía mensaje sobre la desigualdad y sobre las clases sociales y los privilegios de los poderosos, pero también nos transmite la búsqueda de la tolerancia y el respeto hacia otra manera de hacer. En el fondo un grito contra la ignorancia sobre el enemigo, un hecho que en un mundo medieval es completamente lógico que se produzca, por otro lado.
En cuanto a los personajes, estos cumplen en términos generales su hito (ser simpáticos, ser desagradables, vengativos, miedosos, valientes etc…) aunque la trama está diseñada muy alrededor de Álvaro al que la autora mima en exceso y le perdona casi cualquier tropiezo. Incluso da un poco de rabia, especialmente si a su alrededor se oyen palabras como "el elegido, el salvador etc...). Cristina Rodrigo se esfuerza de verdad por presentarnos personajes interesantes pero no siempre llegan a empatizar con el lector (para mí el más bien definido, repito, es Sara y por desgracia sale poco en este volumen).
En general, pues, podemos hablar de una novela muy activa, que transmite energía y que nunca nos aburre pero a la que le falta un poco de profundidad con personajes y muy especialmente con una trama demasiado dependiente de una magia poco elaborada que permite todo tipo de acciones sin control. Una fantasía épica alejada del grimdark, de la oscuridad y de los escenarios grotescos. Esta la podríamos definir más bien como una fantasía épica blanca, soft, con personajes estereotipados muy buenos o muy malos que busca un poco encontrar la moralidad entre la lucha del bien y del mal introduciendo elementos propios de la fantasía épica que cuajan especialmente por las buenas maneras de la autora al escribir con un estilo eficiente, quizás poco atrevido, pero que resulta más que satisfactorio.
Hechiceros del viento es un libro donde la aventura es la protagonista y donde, sí, podríamos haber recibido más información de un trasfondo que se prevé muy interesante (y que se desarrollará en la segunda parte suponemos), donde nos reafirmamos en que la autora podría haber abusado menos de la magia o de situaciones que acaban siendo inverosímiles (como el asunto de la "cerbatana" que se ve fuera de lugar) pero que nos acompaña con buen ritmo y buenas maneras y que en resumen nos hace disfrutar de la novela.
Un comienzo prometedor para quien quiera pasarlo bien con aventuras mágicas sin complejos.
Eloi Puig
16/02/2020
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