He tenido un arrebato.
Ha sido un impulso de los gordos, de aquellos que por un lado te crean una necesidad y por otro, encima, te encienden una bombilla imaginaria dentro de la cabeza. La idea me vino hace unas semanas durante un viaje a Sri Lanka. Estuve pensando que aquellos paisajes, la jungla, la fauna y las rocas con miradores privilegiados me estaban señalando los últimos vestigios de una época, pretérita pero no tanto, donde las bestias deambulaban en libertad por todo el subcontinente indostánico... y como cohabitaban, chocaban con los humanos. Y me dije que todo aquello me recordaba a Mowgli, a El libro de la Selva (mejor dicho, Jungla). Sí, ya sé que las aventuras del niño salvaje acaecían en la India pero os aseguro que Sri Lanka tiene un paisaje y cultura bastante similares y mientras pensaba, la lucecita interior hizo clic y me dije a mí mismo: pero si hace al menos quince años compraste El libro de la jungla para leerlo cuando tuvieras tiempo (y ganas)!
Y el arrebato me hizo llegar a casa, rebuscar en el montón de pendientes y extraer esta edición concreta de El libro de la jungla de Ruyard Kipling. Y claro, empezar a descubrir una obra clásica de la que, en el fondo, sabía poco y de la que tenía una visión distorsionada por las películas de Disney.
Lo primero que me sorprendió fue que Kipling no escribió un Libro de la Jungla. sino dos. Y que por suerte, la edición que tengo de Edicions 62 los englobaba a ambos en un solo volumen. La segunda sorpresa fue cuando abriendo el índice me di cuenta de que no se trataba de una novela, sino de cuentos. Y encima que sólo algunos de esos relatos nos hablan de Mowgli. Y claro, mientras voy leyendo voy intentando separar los recuerdos cinéfilos de la lectura en sí para que no me distorsionen la historia pero a la vez, paradójicamente, también intento buscar las semejanzas...
Y es que Disney hizo mucho daño a la literatura. Para empezar, hay que decir que la película clásica de dibujos animados adapta apenas los tres primeros cuentos de El libro de la jungla. Y obviamente los edulcora mucho —algo sin embargo esperable— hasta que te das cuenta de que lo que nos contaba Kipling iba mucho más allá de una simple historia de un niño criado en la jungla por unos animales. Como decía, de manera inconsciente estás buscando las diferencias y semejanzas con la película de Disney y descubres por ejemplo que el oso Baloo tiene un papel muy poco destacado en los relatos y que en realidad la pantera Bagheera y la pitón Kaa son los principales apoyos de Mowgli, o que sí, los animales también cantan —aunque difícilmente superarán a los dos temas principales de la película clásica que siempre llevaremos en la cabeza—.
Pero dejémonos de comparaciones —como suele decirse—, odiosas y centrémonos en la parte literaria de estos dos libros de la Jungla publicados en 1894 y 1895. La edición de la que estoy hablando está traducida al catalán por Marià Manent, un ilustre traductor (Premio de Honor de las letras catalanas) que tradujo la obra en 1920 y posteriormente la revisó en 1935 para otra editorial. Esto le da un gran valor pues la presente edición trae intrínseca una traducción de hace un siglo. Lo mejor obviamente es disfrutar con un estilo clásico, con expresiones poco utilizadas hoy en día. La contra (especialmente para lectores poco acostumbrados) es quizás el uso arcaico de algunos verbos o adverbios que están muy desvinculados del habla actual. Pero sea como sea, tenemos un pequeño tesoro ante nosotros que es necesario reivindicar.
Como observaréis por mis comentarios encuentro bastante mejor El segundo libro de la Jungla que el primero. Quizás porque las primeras historias de Kipling destilaban un tono algo ingenuo o inocente y más adelante el carácter de Mowgli y los problemas de la jungla resultan más intensos.
En el primer Libro de la jungla encontramos siete relatos. Los tres primeros corresponden a la presentación de Mowgli ya su primer ciclo en la jungla: En “Los hermanos de Mowgli” descubrimos cómo de una manera un poco laxa y poco concreta, un niño pequeño aparece solo en la jungla y cómo es adoptado por una camada de lobos gracias al buen hacer de la pantera Bagheera. Este cuento es el principio de una historia que dirige la atención a un tema recurrente y clásico: la búsqueda de la identidad. En este caso como un cachorro humano puede integrarse entre animales salvajes de la jungla indostánica. Recordemos que Kipling hace hablar a los animales pero no los antropomorfiza: Los animales siguen actuando como tales y siguen las Leyes de la Jungla (que tanto intenta Baloo hacerle entender al cachorro humano). Leyes naturales sobre la cacería, la supervivencia pero también sobre el respeto a unos y otros. Quizás un momento destacado del cuento es la reunión sobre la Roca del Consejo donde los lobos deben decidir si echar a Mowgli de la camada o no.
En "La cacería de Kaa" el relato se vuelve más interesante porque nos encontramos con animales que no parecen seguir demasiado las leyes de la Jungla y que prefieren divertirse y seguir sus instintos alocados. Hablamos de los monos, tontos y egoístas, que Kipling retrata muy bien en este relato. Ésta es una aventura más intensa y donde Mogwli, Baloo, Bagheera y sobre todo Kaa tendrán que luchar para ayudar al pequeño cachorro de hombre. Un cuento muy entretenido y que evidencia todavía la inocencia de Mowgli de que no se puede deshacer solo de sus enemigos.
Sólo un animal parece tener cierta presencia como para estremecer al resto de la jungla: Nos referimos, claro, a Shere Khan, el tigre. El más temido pero que cumple también las Leyes de la Jungla. Shere Khan juró matar a Mowgli en cuanto los lobos le ofrecieron protección de pequeño. Y en el tercer cuento: “¡Tigre! ¡Tigre!” veremos cómo se concreta esta venganza. Curiosamente la esperada épica del enfrentamiento se disuelve con una aventura algo floja que nos sirve para comprobar cómo Mowgli se desenvuelve entre los humanos (la parte más interesante) pero no tanto como llega el final de Shere Khan.
Y aquí es donde terminan las aventuras de Mowgli en este primer libro. Pero Kipling sigue hablando de animales, pero también de costumbres, creencias o de la ocupación militar de los británicos de la India. Y es en estos cuentos en donde descubrimos otras facetas de la época, casi siempre explicadas a través de los diálogos de las bestias.
Pero el primer cuento post-Mowgli me sorprende mucho —y también me deja algo indiferente, todo hay que decirlo—. Se trata de "La foca blanca" y nos explica las aventuras árticas de una foca que busca un lugar donde vivir y alejarse de los cazadores. Parece ser la única consciente de que los humanos las matan indiscriminadamente. Podemos encontrar una reflexión en el destrozo que los humanos hacen de la naturaleza. Un cuento, sin embargo, que creo que no tiene mucha cabida en una antología que habla sobre la jungla y la India.
Pero enseguida volvemos a casa y nos encontramos esta vez con una mangosta (me encantan estos animales. Aparte de cobras, también se comen las arañas). El cuento se titula Rikki-Tikki-Tavi y hace referencia al nombre de nuestra mangosta que un día va a parar a un jardín de una familia británica. Allí tendrá que enfrentarse a su enemigo natural: las cobras. Muy bien.
La mezcla de los animales con los humanos vuelve a evidenciarse con “Tomai de los elefantes”, un cuento donde un chico que aprende a conducir elefantes busca vislumbrar los encuentros secretos que estos paquidermos hacen periódicamente. Aquí descubrimos por primera vez a personajes que forman parte de las brigadas inglesas.
Y esto nos lleva a uno de los mejores cuentos de este primer volumen: "Los sirvientes de su majestad" o como un grupo de animales que combaten con el ejército británico analizan de forma desinhibida su estatus. Un mulo, un camello, un presumido caballo y un búfalo. Charlan toda una noche de tormenta en el campamento donde se han detenido y relatan las experiencias con los humanos —ingleses— que son sus dueños. La lucha, la guerra, la muerte. Lo he encontrado muy original y muy bien llevado. Probablemente el mejor cuento de esta primera recopilación junto con “La cacería de Kaa”.
Sin embargo, enseguida abrimos las puertas a El segundo libro de la jungla, escrito sólo un año después. Aquí encontraremos ocho cuentos, cinco de los cuales pertenecen al ciclo de Mowgli. En ocasiones encontraremos contradicciones: A veces los animales no entienden el habla de los indios (y necesitan de la traducción de Mowgli) como en “La jungla invasora”. A veces, sin embargo, los animales sí comprenden las conversaciones de los humanos, como “Los sepultureros”
Y empezamos con una historia que trata de las creencias de los pobladores de la jungla. En unos días de extrema sequía (donde impera una tregua tácita de no cazar alrededor de los abrevaderos) un elefante cuenta la historia de los orígenes de los animales. Todo un pequeño universo fantástico y pseudo-religioso que impresiona a Mowgli. El cuento se llama “De cómo vino el miedo” y explora mucho el porqué los tigres provocan temor y son respetados por la Ley de la Jungla.
Kipling hace un breve descanso de Mowgli y nos trae un cuento que nos acerca a las religiones propias de la India y su vida espiritual. Se trata de “El milagro de Purum Bhagat” donde un hombre elige retirarse del mundo y meditar y se convierte en un santón. Es una historia breve pero bien conseguida y nos acerca a la cotidianidad de los indios y sus creencias.
Y llegamos a uno de los relatos más expeditivos e intensos de la recopilación: “La jungla invasora”. Mowgli aquí tiene un cambio de mentalidad y busca liberar a quien un día fue amable con él. Para ello, pide, o mejor decir, exige, la ayuda de los animales, tanto de sus amigos como de otros. Mowgli prepara por primera vez un ataque contra un pueblo humano y los animales acaban mirándolo con otros ojos y con temor. Se convierte en el amo de la jungla.
(...) “¿Eres tú aquella cosita desnuda por la que hablé a favor ante la manada, cuando todo era más joven? ¡Amo de la jungla! Cuando yo pierda las fuerzas habla en mi favor...habla en favor de Baloo... ¡Defiéndenos a todos! ¡Sólo somos cachorros ante ti! ¡Ranas aplastadas bajo tu pie! ¡Cervatillos que han perdido a la madre! “ (...)
El siguiente cuento vuelve a romper el ritmo y vuelve a alejarse de Mowgli y los suyos. Se titula “Los sepultureros” y es una historia bastante entretenida que se guía por la conversación entre un cocodrilo viejo, un chacal y una garza. El final es muy digno pero disfrutas quizás más de las conversaciones entre los tres animales —todos muy diferentes— y su talante hacia el dueño del río, el enorme cocodrilo.
Volvemos a Mowgli con otra buena historia: “El “Ankus” del rey” donde el chico es tentado por un enorme tesoro escondido en una ciudad prohibida. Kaa será una vez más su acompañante y tendrá que enfrentarse al pueblo venenoso (las cobras). Interesante comprobar cómo la codicia todavía no ha hecho ningún tipo de efecto en el dueño de la jungla. Kipling suelta como quien no quiere la cosa que la vida entre los humanos conlleva un cambio de mentalidad y un sentido de la posesión que los animales de la jungla, la naturaleza, no anhelan
Seguimos con otro cuento que nos descoloca. Si en el primer volumen teníamos “La foca blanca”, aquí tenemos otro cuento ambientado en el polo norte, esta vez protagonizado por esquimales. Se llama “Quiquern” y sin desmerecerlo —pues aporta información sobre las costumbres y la forma de vida de los inuits— creo que éste no era su lugar.
Pero enseguida nos adentramos en la recta final de este segundo volumen con los dos últimos relatos. El primero, quizá sea el mejor de todos los cuentos del ciclo de Mowgli: “Los perros rojos” y narra cómo el chico ya plenamente adolescente intenta salvar a la jungla de un feroz ataque de una manada de cuones (dhole en inglés), unos perros salvajes parecidos a zorros que pueblan el sudeste asiático y la India. Kaa volverá a ser determinante pues ofrece su sapiencia a Mowgli y le prepara un plan arriesgado. Sin embargo, Mowgli, junto con otros animales como Bagheera o su camada de lobos, que lucharán cuerpo a cuerpo, matarán, mutilarán y destrozarán tantos cuones como puedan para salvar su área de caza, su hogar. Una lucha épica y también momentos de ternura que empezarán a preparar al cachorro humano para el próximo paso a la vida.
(...) ” Más allá se veía a un lobo solo, vencido por dos o tres dholes, arrastrándolos con gran esfuerzo, cayendo de fatiga; más allá un lobezno de un año proyectado hacia arriba por la presión de quienes le rodeaban, pero ya hacía rato que estaba muerto, mientras que la madre, loca de muda rabia, se revolcaba y volvía a pasar, mordiendo siempre. (...) Una vez Mowgli pasó cerca de Akela, que llevaba un dhole en cada flanco, y apretaba las barras, casi desdentadas del todo, en las ancas de un tercero; después vio a Fao con los dientes clavados en la garganta de un perro, arrastrando a la bestia vencida donde los lobeznos de un año pudieran acabar de matarla. Pero lo fuerte de la lucha no era sino orba confusión y ahogamiento en la tiniebla; golpear, pernear, caer, ladrar, gruñir y morder una y cien veces alrededor y encima y por todos lados.” (...)
Y como todo tiene un final, en “Carreras primaverales” nos hallaremos una vez más con el dilema de la identidad y de cómo Mowgli vuelve a dudar de si seguir sintiéndose un lobo, uno más de la camada, o convertirse en un humano y volver entre los de su sangre. Pequeños gestos que no entiende o que no puede asimilar aún como es la llamada de la naturaleza primaveral, el emparejamiento, serán en definitiva el revulsivo que le haga escoger una opción que nunca antes había previsto.
Como podéis ver, Kipling retrata la historia del cachorro de hombre criado por bestias de manera muy interesante, aportando datos del territorio, costumbres y un pequeño compendio de la naturaleza del centro de la India. ¡Por cierto, se adelantó al personaje de Tarzán de Burroughs en dieciocho años! Pero las historias de El libro de la jungla tienen también otro trasfondo: Un reflejo etnográfico y etológico de una India ocupada por invasores. Kipling también intenta reflejar su preocupación por el medio ambiente y el constante acoso de la jungla por parte de los colonizadores (y del propio pueblo indio).
En definitiva, un clásico que me ha hecho descubrir mucho más de lo que pensaba y que afortunadamente he podido leer en su totalidad (ambos libros). Mentalmente he querido solapar los paisajes, rincones y sensaciones que me ha despertado en las zonas rurales de Sri Lanka con estas historias de Mowgli y los habitantes de la jungla. Quizás ha sido un ejercicio un tanto fantástico por mi parte pero estoy contento de haberme acercado a la obra más conocida de Rudyard Kipling
No, no podremos volver a ese momento donde la naturaleza luchaba todavía por hacerse un hueco entre el avance del progreso humano. Pero nos quedan libros como éste para soñar con ello.
Eloi Puig
06/10/2023
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