Desde Eivissa nos llega esta novela negra escrita por la Chryssula Kokossulis, una aproximación al submundo de la droga y y la heroína que quieres transmitir un mensaje cercano a la realidad y alejado de los cánones típicos de los happy end.
Pau es un yonki, un enganchado a diversos tipos de drogas pero especialmente a la heroína. Tiene una novia a quien se ama, un trabajo y una vida más o menos convencional pero su adicción lo hará asomarse a un abismo sin salida donde deberá luchar tanto con su vida personal y la pérdida de lo que ama como con los mafiosos que le persiguen.
Me ha gustado el estilo ligero y ágil de la autora pero he encontrado que especialmente al principio de la novela no se centra lo suficiente y el lector viaja un poco perdido dentro de la trama argumental. No sabemos exactamente si Pau se quiere decantar por un lado o por el otro; si posee las drogas que le imputan, si está engañando o lo han engañado... todo un poco confuso. Por suerte, como decía, la agilidad con que está tratada la historia ayuda a que poco a poco nos centramos. Pero el hecho es que no empatizamos con el personaje, y no se debe a que este sea un pobre desgraciado, sino a que no se le dedica suficiente tiempo a extraer las máximas posibilidades. Así, como lectores, nos importa poco lo que le ocurra a Pau y por tanto en una historia narrada en buena parte en primera persona, no nos la hacemos demasiado nuestra.
Si bien la narrativa que nos ofrece Kokossulis es bastante amena, en alguna ocasión me ha desorientado en la aplicación de tiempos presentes y pasados en los mismos párrafos y en un momento me ha decepcionado cuando supuestamente nuestro personaje principal, Pau, lee un artículo periodístico que tiene de todo menos de periodismo (y que por tanto resta credibilidad a lo que estamos leyendo). Este es sólo puntual y realmente poco importante dentro de la obra pero lo recalco porque me trastornó la lectura del capítulo
Curiosamente, sin embargo, la prosa de la autora va mejorando a medida que avanza la novela y no es hasta los capítulos finales donde se atisban las posibilidades de la autora como narradora. Y son estas posibilidades son las que me interesan también destacar. Su capacidad descriptiva o la fusión en algunos momentos con una prosa más poética son efectivas y dotan a las páginas de un aspecto más elaborado. Esta parte final es la que me ha parecido más coherente y bien narrada.
La nit estesa es, como comentaba, una aproximación a una vida que se va destrozando gradualmente pero a pesar de la certeza de este hecho, parece que siempre hay una pequeña esperanza, tal vez más en la mente del lector que en la del propio sujeto. Esta esperanza viene encarnada en este caso por el personaje de un comisario que quiere ayudar a Pau, pero ¡Oh! Su presencia es tan salteada y escasa - excepto en los capítulos finales- que a pesar del interés que despierta su rol, la autora no lo acaba de saber integrar en la novela. Y es una lástima porque creo era un buen contrapunto a la vida de drogadicto de Pau.
No soy una persona demasiado interesada en este tipo de dramas personales y la novela negra no es mi fuerte aunque obviamente aprecio todo tipo de literatura. Hay que decir pues que La nit estesa es un intento correcto de ponernos en la piel de los que sufren una adicción pero que a pesar de que no es una novela que trate el tema con dureza, sí nos ofrece un final digno que se aleja un poco de lo que podríamos esperar a priori en novelas más convencionales
Eloi Puig, 07/08/2016
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