Que las naciones catalana y occitana tienen muchos vínculos en común es un hecho conocido, promocionado tanto desde ciertas instituciones, como desde diferentes sectores populares (un ejemplo son los grupos de hermanamiento occitano-catalanes que hay en el facebook). De hecho las dos naciones comparten rasgos comunes: lenguas similares, un territorio fronterizo extenso o los problemas de estar sometidos a estados fuertes que han impedido su desarrollo natural en cuestiones como la lengua o la cultura (en este punto Occitania ha sufrido mucho más que los Países Catalanes, recordemos que curiosamente el territorio donde más se ha hecho para preservar la lengua occitana es en Catalunya, concretamente en la Val d'Aran). Incluso el rey Jaume I, el regente más mitificado de todos los tiempos en los Paises Catalanes, podemos decir que era occitano, pues nació en Montpelier. La Cuestión es que no sería de extrañar que en algún momento las dos naciones ubiesen decidido unirse. Y casi fue así, o al menos ese era el deseo del rey Pere I.
Lo cierto es que la historia de los occitanos y de los catalanes hubiera podido ser diferente si una noche del 13 de septiembre de 1213, el rey PereI no se hubiera pasado la noche follando como un salvaje de manera que al día siguiente ni se aguantaba en pie, lo que (dicen) propició la inesperada derrota de los catalanes en la batalla de Muret en versus Simó de Montfort y los ejércitos francos, los cuales establecieron su supremacía sobre todo Occitania. Muret, este es el punto jumbar donde el autor, Pere Morey, ha desviado la historia para ofrecer esta ucronía: la historia de Pirenia, un reino que hubiera podido existir si Pere I hubiera ganado la batalla y se hubiera creado la confederación catalano -occitana (o occitano-catalana).
No hubiera sido un reino igual a los demás pues en su interior se habría encajado la religión cátara -hasta ese momento perseguida y casi exterminada por el Papa Inocencio III- que combinada con un cristianismo moderado hubiera propiciado un estado amable con los extranjeros, neutral, progresista, modesto ... al menos eso es lo que nos propone el autor, de modo que la ucronía poco a poco se va convirtiendo en una utopía. Pirenia destaca por mil virtudes y ningún defecto, un estado sin ejército y sin ánimo expansionista, un estado que admite la libertad de culto religioso y que favorece la ciencia y los pensamientos foráneos para enriquecerse tanto espiritualmente como económicamente.
El problema es que esto no es creíble. La intención de crear una utopía en plena Baja Edad Media, en una confederación con una situación tan estratégica, rodeada de estados con ánimos imperialistas, hace que la utopía no se aguante por ninguna parte sin una mano firme detrás y desde la mítica venganza catalana de los almogávares en Constantinopla, se puede decir que Pirena no cuenta con un ejército regular, sólo con la inteligencia y la sensatez para salvar las situaciones comprometidas. Poco a poco vamos comprobando cómo la confederación va solventando los conflictos, algunos de forma encomiable, pero otras con soluciones que parecen extraídas de la serie Vicki el vikingo. Que Pirenia sea un estado abierto a todas las religiones puede ser, pero que no existan conflictos interreligiosos entre los recién llegados o que la sensatez de los cátaros sea suficiente para controlar a una población semianalfabeta es más difícil de asimilar (ya no hablo de las colonias de reinserción esparcidas por los valles pirenaicos para reconvertir a los malhechores, como se menciona en la página 176, porque directamente es ridículo).
Pere Morey, apuesta por narrarnos la historia de Pirenia, desde que la realidad alternativa se crea ganando Pere I la batalla de Muret hasta más allá de nuestros días. Esto es muy dificil de hacer y hay que aplaudir la valentía del autor pues es complicado escribir una novela donde los personajes tienen que variar seguro y donde hay que narrar hechos de manera suficientemente continuada como para crear un sentido al libro, una historia que se aguante y fluya aunque se prolongue durante siglos. Ya Kim Stanley Robinson tuvo este mismo problema con su Tiempos de arroz y sal. En aquella ucronía que partía de una plaga de peste de mediados del siglo XIV que aniquilaba toda la población europea, también se remontaba hasta la actualidad, allí Robinson configuró una pareja de personajes donde en cada reencarnación podíamos detectarles en el texto (siempre tenían nombres que empezaban por las mismas iniciales), lo que además tenía un vínculo estrecho con el budismo que impregnaba la obra. Pere Morey sabe encontrar una solución similar y bastante brillante y crea una especie de orden político-religiosa que entrena y promueve a embajadores que siempre tienen el mismo nombre (Pere y Pirena) emulando a los dos personajes que ayudaron a crear la confederación. Estos embajadores son jóvenes expertos en idiomas, en diplomacia y son los consejeros que durante toda la historia ayudan a los reyes, políticos o científicos a tirar para adelante el estado de Pirenia contra las amenazas externas, aquí encarnadas en unos descendientes de Simó de Montfort.
Si la aportación de Pere y Pirena es brillante, en cambio, el planteamiento de sus antagónicos es todo lo contrario. Simó de Montfort, el gran vencido en esta ucronía, organiza una especie de secta con sus seguidores y familiares que juran acabar con el reino del Pirenia. Si bien estos juramentos son creíbles, debido a la vergonzosa derrota, lo que no lo es, es que durante siglos la famila Montfort (normalmente aliada de Francia o de Castilla) siga intentando hacer caer a Pirena con cualquier método que tenga a disposición. Creo que si el autor hubiera obviado estos intentos y los hubiera puesto en manos de cualquier otro personaje de la época, sin este tipo de persecución visceral durante 800 años, la novela hubiera ganado en credibilidad.
Por otra parte la joven pareja de enamorados, Pere y Pirena, parecen exàctaments los mismos en cada época ... aunque hayan sido elegidos y entrenados en siglos de distancia. Su amor eterno -a menudo un poco cursi- se repite siempre de la misma manera, sus roles también: Ella es la sensatez y él el arrebato; ambos un equilibrio entre la inteligencia y la necesidad de acción. Es una lástima que el autor no haya dejado que estos personajes hayan tenido altibajos durante los siglos y sus diversas encarnaciones, para hacer la obra menos utópica, para que tocara más de pies en el suelo, para que parecieran más humanos, pese el aire mitológico que les rodea en todo momento.
Por suerte, estos altibajos con los personajes de la novela quedan sobradamente compensados con una prosa muy asequible y también muy bien trabajada. El autor no escribe a tontas ya locas y es capaz de mantener tanto un escenario de tensión como de ofrecernos una bonita imagen erótica. Pere Morey escribe más que bien y eso se refleja en una lectura rápida y absorbente, con ligeros toques poéticos en ocasiones que combinan con diálogos eficientes.
La novela tiene algunos capítulos curiosos donde el autor hace coincidir algunas fechas destacadas de nuestro universo con hechos importantes del universo de Pirenia. Por ejemplo, el descubrimiento de Ramonia (nombre dado al nuevo continente en honor a Ramon Llull) realizado por una expedición pireniana que parte de Bayona, o el hecho de que el 11 de septiembre de 1714, Pirenia vota una propuesta de unión con Castilla (apoyada sólo por el 2,6% de la población). También pasan personajes ilustres, la mayoría de los cuales se unen los ideales progresistas de Pirenia: Roger Bacon, Leonardo Da Vinci, Ramon Llull o Cervantes ...).
En definitiva, Pirenia es un libro que parte de una premisa muy original, de una posible ucronía que hubiera podido trastocar el equilibrio de poderes de la época en la Europa mediterránea. El hecho de que el autor haya apostado por una Pirenia tan perfecta hace, sin embargo, que le quitemos valor al mensaje, pues las utopías cuestan de asimilar más que las distopías.
Un mensaje que el autor mismo se dedica a analizar el epílogo y que pretende en buena medida concienciar a los Países Catalanes de la necesidad de unirse, especialmente en las islas baleares, de donde es hijo Pere Morey. Un mensaje que en uno de los últimos capítulos tiene una vertiente moralista y muy política cuando vemos a embajadores de las principales potencias del mundo y de Castilla (representado por el único personaje que está vivo en nuestra realidad, Manuel Fraga), ultimando planes para controlar el mundo de forma indirecta (bancos, viviendas, trabajo, mano de obra barata etc ...) pero que tiene un impacto especial hacia al Partido Popular español (sin mencionarlo) como ejemplo de unos ideales que van radicalmente en contra de todo lo descrito en el libro.
En el universo de Pirenia no existe Catalunya ni España (no sale ninguna de estas dos palabras en todo el libro), si no un estado diferente, utópico, que de hecho sería la meta de cualquier nación pues proporciona paz, estabilidad y progreso . Hace gracia pensar en pertenecer a una nación tan noble como esta, desgraciadamente creo que la naturaleza humana no es capaz de vivir en una utopía como la de Pirenia: Siempre habría elementos desestabilizadores internos favorecidos por el egoísmo innato en la humanidad o por potencias que como se demuestra día a día en nuestro país no pueden asimilar diferencias dentro de su territorio.
Pirenia es la idealización de lo que quisiéramos ser pero no somos capaces de plantearnos en serio. Pero de hecho, de eso se trata ¿no? Las utopías no son nunca realizables ... ¿o sí?
Eloi Puig, 06/11/10
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