Cuando acaba de salir en castellano la cuarta entrega de la saga The Expanse, La quema de Cíbola, yo me he puesto a leer la tercera parte, La Puerta de Abadón. Y es que he querido racionar un poco la lectura entre volumen y volumen para que me duren un poco más pues el ritmo con que esta space opera nos abduce a cada volumen sólo es comparable a la saga de Miles Vorkosigan Y eso se dice pronto.
Esta tercera entrega sigue con las aventuras de James Holden y su tripulación pero sin dejar nunca de lado la extrema delicada política de las potencias de nuestro Sistema Solar: La Tierra, Marte y la APE (la Asociación de Planetas Exteriores). Sí, como decía, los tripulantes de la Rocinante volverán a hacer de las suyas pero quizás en un segundo plano pues parece que los autores han otorgado mucho protagonismo a nuevos personajes de forma que grandes secundarios como Amos y Álex quedan relegados a escenas esporádicas. Los nuevos protagonistas vienen a consolidar lo que parece una aventura que prepara para un cambio de escala para proporcionarnos una mirada que por primera vez se fija en algo más allá de nuestro insignificante sistema solar.
Encontraremos tres nuevos grandísimos personajes (una de las claves del éxito de la saga) que complementarán a Holden y nos ofrecerán sus puntos de vista. En primer lugar a Toro, terrestre y oficial de seguridad de una reconvertida nave generacional del APE que tendrá que luchar tanto contra la ineptitud de su superior como contra los perjuicios de la misma tripulación, mayoritariamente cinturiana. Su pragmatismo mezclado con cierto idealismo nos recordará a la diplomática Chrisjen Avasarala (probablemente uno de los mejores personajes de la saga hasta ahora). Toro es un personaje de pensamiento rápido y de decisiones difíciles.
Pero también descubriremos a la misteriosa Melba, una chica con implantes subcutáneos capaces de hacer temblar a muchos soldados y que planea una venganza contra Holden para restituir el honor de su familia. Será el personaje más volátil y ambiguo de nuestra historia y la excusa (tal vez un tanto forzada) con la que los autores harán estallar la bomba argumental.
Pero tal vez el personaje de Annushka Volovodov (Anna), una reverenda de una rama de la iglesia cristiana, madre de familia, lesbiana y especialmente comprometida con la paz y el diálogo es el nuevo personaje de la novela a la que hay que prestar atención. La presencia de Anna por un lado abre el debate sobre la religión en el sistema solar (un factor que hasta ahora no se había tratado especialmente) y a las creencias de una humanidad esparcida por todo el sistema y que además, ahora, comprueba que existe una protomolécula extraterrestre que podría hacer tambalear más de una fe. Sutilmente los autores también nos informan que la homosexualidad es una condición humana perfectamente aceptada y que ha dejado de lado absurdidades religiosas pasadas (el hecho de que Anna mantenga excelentes relaciones con otros jefes religiosos como imanes o rabinos es un ejemplo). Pero, además, Anna será el instrumento pacificador que los autores utilizan para demostrar que no hay que ser ningún súper soldado o jefe político maquiavélico para solucionar conflictos o para que la humanidad no pierda la esperanza.
Los cuatro, el capitán Holden, que ahora trabaja de freelance para la APE, el oficial Toro, también a bordo de una nave de la APE, la escurridiza Melba, escondiendo y operando en los interiores de una nave bajo la bandera de la ONU y la pacificadora Anna, también en una nave terrestre acudirán a investigar el anillo artificial que la protomolécula construyó en Venus y que se ha desplazado cerca de la órbita de Neptuno. Las sondas enviadas no vuelven y son destruidas pero un pequeño accidente abrirá los ojos a las potencias del sistema que verán como una exploración en principio pasiva se convierte en una pesadilla.
Lo cierto es que Corey (recuerdo que es el seudónimo de los autores) han construido una trama con algunas de las cuotas de tensión más altas de la saga. Una trama que, como decía, nos abre las puertas a un cambio de escala. Encontraremos pasajes donde se nos describe algo de mucho mayor al que estamos acostumbrados, una rotura de leyes físicas que nos traslada a romper el techo de nuestro sistema solar. Por el contrario creo que la operación tejida por Melba para llevar a cabo sus objetivos son un poco demasiado rebuscados y encajan un poco con calzador en una trama de coherencia.
No desvelaré más pero sepáis que encontraréis como es habitual grandes dosis de acción, intriga y tensión, salpicada de grandes diálogos y del talantes de personajes que aunque participan poco (Amos o Alex, por ejemplo) ya los sentimos parte de nosotros. La historia continúa y se prepara para saltar de división. La respuesta a todo ello la podremos descubrir la continuación que mencionaba antes: La quema de Cíbola. A destacar los que siguen la serie homónima producida por Amazon Prime que esta reordena un poco los personajes, elimina a otros y reconfigura las situaciones, así que si queréis saber exactamente por donde gira la trama... deberéis leer la novela.
Por suerte, parece que Nova y la traducción incombustible de David Tejera nos proporcionarán más volúmenes a buen ritmo si todo sigue así (entre uno y dos libros al año) para acercarnos poco a poco a la edición original en inglés (que ya llevan ocho títulos publicados).
Eloi Puig
21/06/2019
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