Hace unos años leí una antología sobre muertos vivientes titulada Zombies. Una muy buena recopilación que recogía muchos aspectos diferentes de lo que entendemos popularmente como muertos vivientes. Quizás en toda la antología sólo había un par o tres de cuentos con muertos vivientes típicos - los que podemos ver en series como The Walking Dead-. El resto eran acercamientos al mito del muerto viviente desde muchos ángulos diferentes, incluso desde perspectivas realistas. Cuando me pongo a valorar un cuento o una novela no lo hago en función de si es fantástica o no, lo hago teniendo en cuenta simplemente si me ha gustado o no - tanto por la trama como por la prosa-. Comento todo esto porque precisamente algunos de los relatos que me gustaron más no tenían nada de fantásticos y no quisiera que alguien pensara que soy un purista que sólo valora positivamente los relatos más clásicos o que se introducen más cómodamente dentro de la ciencia ficción o la fantasía. Simplemente valoro positivamente lo que me gusta, sea del género que sea.
La editorial Males Herbes nos presentó hace unos meses una antología temática que tanta falta hace en las letras catalanas y que quería lograr un hito similar al comentado anteriormente. En este caso, una antología sobre viajes en el tiempo titulada Punts de fuga (Puntos de fuga). Una recopilación de cuentos inéditos de 26 autores catalanes, actuales y llenos de fuerza donde estos pudieran aportar nuevos conceptos y puntos de vista para acercarnos una temática como son los viajes temporales bajo cualquier perspectiva que el autor encontrara adecuada. ¡Perfecto pues! ¡No sólo de ciencia ficción vive el hombre!
Como decía, la antología es valiente y necesaria pero me ha supuesto un pequeño descalabro emocional. No porque buena parte de los cuentos trataran los viajes temporales de forma poco convencional, al contrario, esto ya me lo suponía. Repito que estoy acostumbrado a leer todo tipo de relatos y entiendo que cada autor presente un trabajo diferente según sus motivaciones personales. Pero he tenido la sensación de que en muchos casos, los autores han aprovechado la temática para enviar relatos tan inverosímiles y estrambóticos como han podido, como si hablar de viajes en el tiempo no fuera un reto bastante serio, como si escribir sobre la temática que propusieron los editores, todo valiera. Y no, creo que no todo vale. En este punto, pero, mi crítica va más dirigida a los editores que han aceptado los trabajos enviados sin discernir si procedía a la propuesta inicial pues si nó no acabo de entender como muchos de los relatos se han incluido en esta antología cuando no existen vínculos con la temática propuesta ... en ningún sentido - al menos que yo sepa ver-. En este punto un inciso: Uno de los relatos más absorbentes de la antología es "El paradís perdut" de Joan Jordi Miralles y trata exactamente sobre este punto que comento (la aceptación o no de una historia por parte del editor). Un relato por cierto muy bien escrito pero con un final demasiado fantástico para mi gusto. Cierro el inciso.
Y es que Punts de fuga se ha quedado en una excelente idea repleta de altibajos. Encontramos relatos divertidos, melancólicos, fantásticos, realistas ... todos ellos loables, pero también encontramos experimentos sin demasiado fundamento, psicodelias de autores que intentan ser originales sin que el lector entienda qué está leyendo y en general aportaciones desmesuradas que se han incluido en esta antología como si fuera un cajón de sastre. Otra vez esa sensación que se ha aprovechado el viaje temporal como premisa para escribir historias que no tenían cabida en otros lugares.
Y eso que el primer tercio de los relatos - en general- es bastante prometedor. Aportaciones como las de Antoni Munné-Jordà con la efectiva "Segones oportunidtats", el clásico - y no por ello menos interesante- "Jet lag" de Joan Todó, el poético "Succedanis d'eternitat" de David Gálvez, el curioso "La bondat de San Cristòfol" de Mar Bosch, el divertido "Des d'un món simulat" de Emili Olcina, el sorprendente "Zoo Palau" de Ruy de Aleixo, el imaginativo "El viatger" de Salvador Macip o el gran homenaje Lovecraft que es "La crida més enllà del temps" de Enric Hercé ... entre otras son las historias que me han proporcionado más placer como lector, pero a medida que avanzamos en la lectura los cuentos se convierten cada vez más en extraños y desconocidos acompañantes que no sabemos identificar y que incluso en algún caso miramos con disgusto preguntándonos "¿Qué estoy leyendo?". Son historias que no creo que representen lo que se esperaba encontrar en Punts de fuga: Dichos experimentos literarios, a veces de escritura barroca y densa, a veces de un surrealismo que asusta por la incomprensión que arrastran tras de sí.
Los editores han aceptado demasiado rara avis, demasiado cuentos que pretenden romper moldes y no consiguen más que desconcertar y aburrir al lector ... En este segundo tramo pero también hay aportaciones valiosas como el hipnótico "Bolero" de Sebastià Jovani, el nostálgico "La pluja" de Carla Benet o el efectivo "Sota les hores" de Ramon Mas que cumplen con el objetivo prometido, sin olvidar el último cuento, "Les vacances de Pendergast" de Víctor Nubla que no he podido disfrutar al 100% para desconocer los otros relatos del personaje pero que tiene una ambientación y un trasfondo más que notable.
Por un lado estoy satisfecho de comprobar que los autores que ya conocía en el ámbito de la ciencia ficción han sabido estar a la altura; más contento estoy aún también de haber probado por primera vez a nombres como Joan Todó, Mar Bosch, Emili Olcina, Ruy de Aleixo, Sebastià Jovani o Carla Benet. Son nombres que he descubierto gracias a la antología y por tanto todo esto que me llevo. Pero la valoración final, que no deja de ser un promedio de todos los relatos que componen Punts de fuga, es floja. Demasiado historias desiguales, demasiado relatos sin entender, sin sacar el intríngulis. Una lástima porque con la mitad de aportaciones se hubiera conseguido una antología más que notable.
Ententiendo sin embargo, que una antología siempre esconde una dificultad mucho más aguda que publicar una sola novela: La de compaginar diferentes estilos y objetivos de autores tan diversos como los que se han presentado en Punts de fuga. Y que sólo una parte de estos autores no cumpla con las expectativas creadas, golpea sin piedad la valoración final que siempre se convierte en una media de las obras leídas.
En todo caso, ha sido una apuesta fuerte de Males Herbes que hay que alabar, a la espera que continúen insistiendo en este tipo de iniciativas.
Eloi Puig, 17/01/2016
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