Poco a poco la saga The Expanse se va consolidando como una de las apuestas más impresionantes de space opera de los últimos años. El hecho de que la esté siguiendo también por la serie de televisión homónima resulta aún más gratificante especialmente por la buena adaptación que se ha hecho hasta ahora. Cada nuevo volumen, pues, es esperado y deseado con ansia porque ofrece aventura, diversión, intriga y especialmente muy buenos personajes. Ambos artífices de la saga, Daniel Abraham y Ty Frack, han sabido encontrar lo que el público quería y continúan utilizando su fórmula de éxito novela tras novela
La expansión por el sistema solar parece que se ha detenido al menos momentáneamente dado que la antigua civilización alienígena creadora de la protomolécula ha ofrecido la posibilidad de tener miles de mundos habitables al alcance de una humanidad que ya no tiene porqué luchar por los escasos planetas y lunas terraformables de nuestro viejo sistema solar. Ahora se abre la vía para una expansión de la civilización mucho más lejos de lo que nunca se había soñado. Pero aunque la ONU con la colaboración de la Alianza de los planetas exteriores (APE) cree que hay que hacer las cosas con calma y de manera escalonada y adjudica a una empresa el control y disposición de un primer planeta habitable, las cosas no salen como se habían planeado. Una primera nave viaja hacia allí repleta de científicos para investigar el primer mundo similar a la Tierra que posee condiciones para vivir, pero sin contar que unos refugiados del desastre de Ganímedes ya hace meses que se han instalado y que están explotando el valioso litio que posee en sus entrañas el bautizado nuevo mundo: Ilos o Nueva Tierra. Por tanto, ya hay alguien viviendo en el planeta. El hecho que la nave entrante tenga en su nombre la palabra Israel podría ser un guiño de los autores a la ocupación de Palestina a mediados del siglo pasado. O no…
La explosión de una pista de aterrizaje en el momento que una lanzadera de la nave terrestre Edward Israel pretendía aterrizar provoca una escalada de las ya existentes tensiones entre los colonos refugiados y la empresa que tiene el permiso legal para controlar el planeta Ilos. Ha habido muertos y destrucción de material y el choque parece inminente. Este equilibrio precario de poder entre los dos bandos sólo puede ser resuelto por un intermediario al que todos consideren neutral y suficientemente conocido para hacerse valer. ¿Y a quienes llaman para realizar esta encomiable tarea diplomática? ¿A los cazafantasmas? No... a Holden y la tripulación de la nave Rocinante, como no podía ser de otra manera.
Este cuarto volumen, La quema de Cíbola parte de premisas un poco diferentes a lo que hasta ahora estábamos acostumbrados. El escenario es nuevo en el sentido de que la mayor parte de la acción transcurre por primera vez en un pozo de gravedad, en un planeta. Hemos dejado un poco de lado los trayectos espaciales y las batallas entre las potencias del sistema, Marte y la Tierra, y ahora nos centramos en un problema territorial que afecta intereses de una gran corporación pero también a los de cientos de personas refugiadas y donde Holden y los suyos se verán inmersos de manera fulminante.
Podríamos decir que estamos ante un final de ciclo o de un comienzo de un arco argumental diferente a lo que hasta ahora habíamos encontrado a la zaga. Al menos ha sido una rotura buscado por parte de los dos autores para no repetir innecesariamente con una historia que ya acumula (contando este volumen) más de 2.400 páginas y que no decae en ningún momento pero que tenía el peligro de estancarse o al menos de no evolucionar si no se tomaban medidas. Y éstas han llegado, y además, se han integrado a la perfección a la historia.
Hay que decir que este volumen aparca un poco el arco argumental de trasfondo para centrarse en la vida y los problemas de los nuevos habitantes del pequeño pueblo creado más allá de las fronteras del Sistema Solar. Con la llegada de Holden en un papel que parece inspirado en el Clint Eastwood de la manta y el puro infinito de los westerns que lo hicieron famoso, aquí también nos encontramos con historias con esta inspiración temática: Los colonos que se establecen en un lugar donde volver a empezar una nueva vida (da igual que sea un planeta virgen o Utah), los problemas con los peligros de la región y las grandes tensiones con los representantes de la compañía que tiene los derechos de explotación de los recursos.
Ya tenemos la base para que todo estalle en cualquier momento y si encima interviene por un lado Holden y Amos en la superficie planetaria y por la otra las naves que quedan en órbita con Naomi y Alex a la espera de las decisiones que nuestro héroe debe tomar por el bien de todos... el resultado es una magnífica novela de personajes relevantes que dirigen una trama más de carácter local que no cósmico, aunque también encontraremos elementos, naturalmente, que nos hagan seguir el arco argumental de toda esta expansión de la humanidad.
Un hecho primordial es el sentido de la credibilidad que aquí se muestra con ideas coherentes reforzadas por personajes que poseen muy matices de gris, con personalidades férreas pero que a la vez actúan con lógica. Por ejemplo, los científicos sueñan en poder analizar y evaluar un planeta con atmósfera y ecología propia y no importada de la Tierra. Todos los peligros que puede tener (desde microorganismos patógenos a fauna local) deben pasar primero por el visto bueno de la ciencia. Hay una adaptación larga y progresiva de una humanidad que ahora tiene al alcance nuevos planetas pero que a la vez es un factor externo que les puede contaminar. Esta es la intención y los pensamientos de los científicos de la nave enviada por la Tierra repleta de biólogos, geólogos, médicos o astrónomos: preparar a través del análisis científico un planeta para que no se convierta en un peligro al establecerse y a la vez investigar todo un mundo nuevo virgen de la huella humana.
La seguridad de estos científicos corre a cargo de una empresa de seguridad privada que obviamente hace lo imposible para rescatar y ahuyentar unos colonos que se han apropiado de un sitio ilegalmente. Pero también los colonos, que durante meses han huido de la destrucción de sus hogares ahora ven una manera digna de empezar de nuevo y no están dispuestos a marchar sin más ... Este es panorama que Holden, Amos, Naomi y Alex se encontrarán al llegar a Ilos (o Nueva Tierra). Y los resultados son como siempre, muy notables. Los autores consiguen mantenernos a la expectativa de lo que pasará en cada capítulo y la tensión y la emoción de este space opera no decae en ningún momento.
Me quedo, como siempre, con los personajes (tanto principales como secundarios) y muy especialmente con los cuatro puntos de vista narrativos que componen todo el puzzle de miradas: el capitán Holden, la bióloga Evin, el colono Basia y Havelock, la mano derecha del jefe de seguridad de la nave científica. Cuatro maneras de entender un problema y de cómo afrontarlo.
Como decía, pues, un escenario diferente que sin dejar de lado en ningún momento al espacio y a la Rocí da un empuje a la narración de forma loable a través de una historia con aires de western que puede parecer un poco vista pero que ofrece grandes dosis de emoción y también es apoyada por los misterios del propio planeta aunque con un tono más secundario.
Seguimos, ¡Que tenemos expansión para muchas páginas más!
Eloi Puig
27/02/20
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