El año pasado cuando me compré este libro mientras frikeaba por el Mercat de Sant Antoni de Barcelona me pasaron por la mente un montón de imágenes y recuerdos -Quien quiera ir al grano y leer directamente la reseña obviando los delirios nostálgicos de un servidor puede hacerlo pasando al quinto párrafo –.
Al escoger este libro de entre un montón más, la memoria me hizo darme cuenta que ya hace unos años que me dedico a eso de leer novelas no aptas para mentes puritanas, a jugar a rol, a interesarme por los cómics o por los juegos de estrategia o a dejarme ver por encuentros y festivales fantásticos; vaya que los años pasan y continúo enganchado a lo que hoy en día se llama mundo freak. Y esta sensación la tuve observando detenidamente la cubierta de El beso del exilio: A veces me parece que toda la vida he visto esta ilustración. Desconozco en qué momento Luis Royo la creó pero lo cierto es que la chica con poca ropa y cara de femme fatale que se muestra en la portada de la novela es para mí un motivo de reflexión.
Este libro apareció a principios de los años 90 pero la primera vez que vi esta cubierta no fue en una novela, si no en un juego de ordenador: El Game Over de la mítica casa Dinamic. Entonces, yo como muchos adolescentes estábamos colgados del nuestros MSX, Spectrums etc y la chica sexy con actitud provocadora que dibujó Royo tuvo una anécdota curiosa: En la ilustración original, la chica enseñaba ... ¡¡¡un pezón!!! - al igual que en esta edición- I supongo que alguna mente conservadora se quejó del hecho porque más tarde al juego Game Over le apareció por arte de magia un logo de la casa Dinamic que tapaba lo que no se podía enseñar.
En fin, yo después de casi 20 años (sic! ...) ya no pensaba en esta anécdota pero un buen amigo me la recordó mientras revisábamos las compras del mercado. Y si eso ha servido de rebote para que dos viejos compañeros como mi amigo Xavi (Beyonded, Arrakis, Perdito ...) y un servidor (Kraken) nos hayamos trasladado al pasado por unos momentos y hayamos disfrutado de la nostalgia mientras tomábamos un café y repasábamos aquella época dorada en que teníamos 16 o 17 años y bajábamos a Barcelona a visitar una librería nueva que se llamaba Gigamesh y una de cómics -muy diferente a la actual- llamada Norma Cómics, ya ha valido la pena, qué caray. Y es que soy un nostálgico y no puedo -ni quiero- evitarlo, qué le vamos a hacer.
Pero hablemos ahora de El beso del exilio. Ésta es la tercera novela que George A. Effinger dedica a la vida y aventuras de Marîd Audran, un tunante de los barrios bajos que ha subido, sin quererlo, por el escalafón mafioso de la ciudad. La vida de Audran continúa más o menos como siempre, excepto por el hecho de que cada vez tiene más responsabilidades y más poder y contempla con cierta preocupación cómo lo utiliza sin remordimientos de conciencia.
Effinger en esta última novela no parece tener demasiada cosa nueva a decir: Los implantes, las tecnologías que dotan de vida a esta trilogía ciberpunk aquí brillan por su ausencia y la novela es más una obra policíaca con aires de CF que nada más. El autor ha partido la novela en dos escenarios: el conocido Budayén -los barrios bajos de una ciudad sin nombre pero que tiene todos los números de ser el Cairo- y el desierto extremo de Arabia. Audran tendrá que luchar por salir adelante de un secuestro, de intentos de asesinato, de cargos falseados y diversas manipulaciones ... vaya como en las otras novelas de la serie sólo que en este caso parece que Effinger haya perdido un poco el norte y no sepa concretar mejor su trama.
Ésta se convierte en poco cohesionada, los dos escenarios tienen subtramas que no aportan nada al argumento principal y los personajes secundarios se suceden sin que empatizemos con ellos. La evolución interior de Audran como persona se ralentiza y resulta poco creíble. Eso sí: La novela es como siempre amena y entretenida pero como decía más arriba no aporta nada de nuevo a las otras, no tiene un objetivo determinado.
El hecho sin embargo, es que la novela -y en general la trilogía- es bastante recomendable para pasar unos buenos ratos: Aventura, diversión y sobre todo bastante mano izquierda por parte del autor en favor del protagonista. Su dedicación a Audran es exclusiva (la prosa de la obra es en primera persona) y es imposible no confraternizar con su carisma o sus decisiones.
Effinger acaba la novela un poco precipitadamente, cerrando el nudo principal pero dejando a nuestro querido protagonista a la espera de posibles acontecimientos futuros. Supongo que el autor dedujo que para escribir una cuarta novela valía más que tuviera algo de sustancial para ofrecer y no simples aventuras más de nuestro magrebí por los mundos islámicos del futuro. En todo existe una última obra sin traducir al español titulada Budayeen Nights que sigue con las aventuras de Marîd Audran.
Por mi parte espero continuar comprando viejas glorias como ésta en mercados ocultos, librerías polvorientas o incluso tiendas especializadas de las que te sacan un ojo de la cara. Pero sea como sea tendré la excusa de rememorar los viejos tiempos con los amigos mientras remuevo volúmenes o tomo un café ...
¡Y eso no tiene precio!
Eloi Puig, 06/09/07
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