La ciencia ficción es una herramienta que puede ser utilizada de muchas maneras. Es muy versátil. Más de una vez he afirmado que tanto nos puede acercar a realidades lejanas como a mostrarnos inspiradas historias de nuestro presente las cuales pronto se convertirán ideas propias de ciencia-ficción por el simple hecho de que todavía no han ocurrido (pero que lo harán pronto). Éste es un ejemplo típico de especulación científica, de inventos y artilugios que no existen pero que quién sabe si en un futuro próximo se harán realidad.
Els viatgers de la negra nit es una novela corta y concisa que explora la realidad cotidiana de los científicos, a esos personajes de base empírica pero que también tienen su lado idealista, que buscan nuevas teorías, nuevos recursos, nuevas maneras de alcanzar hitos en la ciencia actual, que especulan con la tecnología que tenemos a nuestro alcance. En este sentido la novela de Jordi Ferrés es una aplicación práctica de cómo se ve y se juzga la ciencia hoy día: En función de los resultados. Cualquier nueva idea, cualquier teoría innovadora tiene que desembocar en dinero para la gente que la ha potenciado. Y Ferrés refleja con bastante cuidado estos juegos de altos niveles, estos presupuestos para investigación y estos resultados que pueden proporcionar la gloria o el mayor de los fracasos.
La historia se centra en pocos personajes, básicamente en un par de investigadores universitarios que tienen un proyecto más que interesante: La obtención de datos desde un laboratorio submarino que permitirá a diversos grupos de investigadores estudiar sus ramas científicas desde una perspectiva idónea. El problema viene cuando los datos no acompañan a las teorías y a los supuestos preestablecidos durante la fase teórica.
La novela funciona bien en este ámbito entre institucional y académico pero falla en lo más importante: El argumento, la historia en sí. Da la sensación que el autor haya tenido una idea interesante que se guarda para el final pero la novela peca de poco desarrollo, de pocos bocados que llevarnos a la boca, de la esencia de cualquier historia de ficción: El lector tiene la sensación que "no pasa nada" durante buena parte de la obra. Y así es en cierta manera. Si olvidamos por un momento las guerras de despacho y las premisas iniciales, nos encontramos con un texto vacío hasta los últimos capítulos donde Ferrés hace uso de un final más o menos sorprendente que justifica que la novela sea catalogada dentro del género de ciencia-ficción.
Els viatgers de la negra nit empieza con preparativos innecesarios que no aportan una información que justifique las páginas utilizadas, con unos primeros capítulos donde se nos guarda en secreto la finalidad del proyecto, para poco después ver que no había para tanto. La novela continúa con las mencionadas preocupaciones y papeleo burocrático que como he dicho antes probablemente refleja muy bien cómo es nuestra realidad científica ... pero que en una novela entretiene poco. No existe la intriga y el argumento poco a poco deriva hacia la descripción del día a día en el laboratorio y de las preocupaciones de los científicos y eso repercute en el lector ya que el único sentimiento que despierta en él es la apatía. De manera que si los protagonistas pueden o no resolver sus problemas, no le importa a un lector que espera alguna dosis de emoción.
Y no es que la prosa de Ferrés no esté a la altura, pues ésta me ha resultado bastante esmerada y efectiva, sin florituras innecesarias y sabiendo en todo momento lo que quiere expresar. El problema es que según a mi entender, cualquier novela tiene que tener dos factores por cultivar: La parte que te enseña y te hace reflexionar y la parte que te divierte y te hace estar pendiente de su lectura. Els viatgers de la negra nit cumple con esta primera parte pues tiene una estructura que se completa bien y que nos muestra unas ideas y unas condiciones de trabajo que nos enseña algo, pero la parte emocional -léase divertida, tensa, intrigante- sale peor parada.
Ésta es la primera novela del autor. Tiene fuerza para escribir más ya que la prosa lo evidencia, pero quizás los próximos argumentos tendrían que ser más variables, transgresores, divertidos; en definitiva, adictivos. Entonces, este segundo factor subirá como la espuma, estoy convencido.
Así pues una especulación científica en toda regla que potencia más el aspecto serio de la ciencia pero que olvida un poco la complicidad con el lector
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