Una de las obras más crudas, violentas
y originales que tenido el placer de leer en los últimos
años. Algunos la consideran una extraña frontera en
la novela de Ciencia Ficción y el drama psicológico
convencional.
En cierta manera recuerda a obras como El
Día de los Trifidos donde también la población
de la Tierra se quedaba ciega o incluso a El Señor de
las Moscas, donde también una situación límite
hacía despertar los instintos más básicos e
irracionales entre los protagonistas.
Ensayo sobre la ceguera es una excusa
para retratar el comportamiento humano en una situación límite:
En este caso, cuando a causa de una extraña enfermedad, todo
el mundo se va quedando ciego poco a poco. Es una obra dura pero
narrada de forma amena, casi como un cuento, a veces recreandose
en la desesperación de los protagonistas, a veces narrando
de forma simbólica como actúa el mundo entero y por
tanto realizando un tipo de ensayo -como indica el título-
sobre la humanidad: Su egoísmo innato, sus instintos primarios
pero también sus dotes de solidaridad y camaradería.
Saramago introduce un elemento ajeno, una pequeña
mutación dentro de este mundo de ceguera al cual el mundo
se ve atado: Una persona ve, una persona puede contemplar las barbaridades
a que puede llegar la raza humana; una sola persona queda sumergida
por voluntad propia en el manicomio donde se aislan a los primeros
ciegos para que no contagien al resto de la ciudad.
Precisamente dentro de este manicomio, de esta
sala de estudios sin observadores es donde quedan retratadas las
más grandes miserias humanas hasta el extremo de hacerte
estremecer -tal cual una novela de terror- mientras lees el libro.
Puede que el clímax algo prematuro -por
otro lado tan crudo que te puede revolver el estómago- que
resta emoción a unos últimos capítulos mucho
más tranquilos puede que sea la nota discordante en una novela
que siempre havia ido In Crescendo. Pero igualmente, no hay
ningún pasaje que sobre; Saramago calculó al milímetro
su novela.
La única nota negativa (estoy seguro
que para otros no) sería el estilo de Saramago al escribir
la novela: Sin diálogos propiamente dichos, juntando la narración,
los diálogos, todo en las mismas líneas por lo que
al comienzo, costa acostumbrarse a una lectura tan densa sin descanso
para la vista (valga la redundancia).
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