El tercer cuento de
las Crónicas de Narnia es por ahora uno de los que me ha
gustado más. Si tenemos en cuenta que hay que pasar esta
crítica bajo el prisma que toda la serie esta dedicada a
un público infantil, El Caballo y el muchacho cumple
toda una serie de requisitos para convertirse en un gran cuento,
que además, se puede leer por separado del resto de libros.
El libro está perfectamente equilibrado,
tenemos unos serie de aventuras con pequeñas reflexiones
dedicadas a los más pequeños. No es un libro aburrido
en ningún momento y proporciona grandes dosis de entretenimiento.
Además nos abre paso hacia otras naciones del mundo de Narnia
y vemos cómo la geografía es más amplia de
lo que pensábamos en un principio y que las costumbres y
culturas son también bastante diferentes a las mencionadas
en El León,
la bruja y el armario, a pesar de que muy parecidas a las terrestres.
Sí, porque este tercer libro está ambientado en buena
parte en el mundo árabe, en los países desérticos
lejanos (recordamos que Narnia parece estar ambientada en los bosques
centroeuropeos o los pastos británicos). No deja de ser una
novela que alecciona sobre otras maneras de hacer de otra gente,
tan en sentido positivo como negativo. Esta vertiente alleccionadora
nos puede parecer un poco tediosa pero creo que para un niño
de hoy en día, (y más viendo como va el mundo) puede
resultar muy enriquecedora.
El argumento gira en torno a un chico que junto
con un caballo narniano (y por tanto un animal hablante) huye de su cautiverio
para ir hacia el norte, hacia las tierras de Narnia que ahora están
gobernadas por los cuatro hermanos protagonistas del anterior volumen.
Durante la huida pasará mil y una aventuras y conocerá
reinos, peligros, alegrías y pesadillas... como debe ser
en en toda buena novela de aventuras, tanto si es para un público
infantil como sí no.
En definitiva, un buen sabor de boca que
espero se mantenga en el resto del libros de la saga. Recomendada
para todo el mundo.
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