Cuando uno piensa en la figura del escritor H. P. Lovecraft le vienen a la cabeza inmediatamente relatos relacionados con los Mitos de Cthulhu y esto es completamente normal teniendo en cuenta que son las historias que más han trascendido del autor de Providence. Pero antes de centrarse —en la que fue la última etapa de su corta vida— en el terror más cósmico, Lovecraft también cultivó otros tipos de narrativa más enfocada al terror convencional e incluso al ensayo (recordemos por ejemplo El horror sobrenatural en la literatura).

Ricard Vela, estudioso de la obra de Lovecraft y traductor del presente volumen nos lo explica claramente en el prólogo: antes de llegar a los Mitos de Cthulhu, Lovecraft empezó su obra corta imitando —como tantos otros— a autores enfocados al horror sobrenatural de la talla de Poe, pero más tarde cultivó algunos cuentos en un formato menos preciso, más onírico, más a caballo del terror convencional y de otra cosa que se estaba creando dentro de la misma febrilmente de Lovecraft : El terror sin forma, la sensación de vaguedad y de insignificancia frente a horrores incomprensibles y también intangibles.

Quizás inconscientemente Lovecraft estaba ensayando una fase de su propia creatividad que más tarde perfeccionaría. Estos cuatro relatos tienen en común que todos ellos están protagonizados por Randolph Carter y se agrupan en esa época de transición. Son historias en las que se experimenta con la alteración de la realidad, con los sueños y las percepciones más allá de los seis sentidos básicos y donde también el autor critica la falta de miras del realismo tradicional hacia nuevas formas de mostrar el terror.
 
(...) Lo que no recordaba era que los hechos de la realidad eran igual de vanos y pueriles, y más absurdos todavía, ya que sus actores se empeñan en suponerles llenos de sentido y de intención, mientras que el cosmos ciego se esfuerza sin ningún objetivo de sacar cosas de la nada, y de las cosas vuelve otra vez a la nada, sin tener en cuenta los deseos o la existencia de las mentes que de vez en cuando parpadean de forma efímera en la oscuridad. (...)

(...) ”pero ¿qué importancia tienen los sueños de los místicos ante el rígido juicio del mundo?”

Podríamos considerar a Carter como un alter ego de Lovecraft. Sus acercamientos al mundo de los sueños, el interés por la irrealidad y la inmensidad del cosmos. O al menos lo parece en algunos de los pasajes en los que Carter reflexiona sobre sus creencias. Parece como si Lovecraft se hubiera proyectado en la piel de su personaje para contar, quejarse y en definitiva exteriorizar sus pensamientos.

"La declaración de Randolph Carter" (1919) es el primero y más sencillo de los cuatro cuentos protagonizados por el personaje homónimo. Un relato corto sobre cómo Carter y su amigo Warren exploran una misteriosa lápida de un cementerio con la perspectiva de profanar una tumba o túmulo que esconde grandes secretos. Allí se adentra en Warren mientras Carter mantiene contacto vía telefónica desde el exterior. La inquietante ambientación y el buen ritmo se ponen de lado del lector y aunque no resulta un relato especialmente original, cumple con su objetivo de forma clara. Me llama la atención unas primeras insinuaciones sobre libros especiales, con carácter extraños... ¿Acaso un preámbulo de lo que sería más adelante la puesta en escena de El Necronomicon?

"El Innominable" (1923) es en cambio un relato lento. Lovecraft narra en primera persona como si Carter fuera un avatar suyo. Parece que hable de sí mismo. En una discusión amigable entre dos personajes sale la idea de que un monstruo o bestia nunca podría ser llamado 'Innominable'. Uno defiende esta tesis, el otro afirma que sí. A través de las leyendas y la palabrería se van acercando a un estado catártico mientras hablan y debaten sobre el tema. A destacar que algunas descripciones de seres sin forma podríamos ser un prototipo del que más adelante serían algunos de los ministros de los Mitos de Cthulhu. Pero por lo general es un relato que cuesta de pasar.

En “La clave de plata” (1926) ya nos encontramos con una historia plenamente onírica sobre las fronteras de la razón y de la imaginación. Una llave de plata parece ser el objeto mágico por el medio del cual Carter realiza un viaje al pasado o se deja perder por sus mundos imaginarios. También es un relato de ritmo lento y legañoso con buenas descripciones de los paisajes de Nueva Inglaterra. Pero aquí es donde comprobamos que la imaginación de Lovecraft empieza a soltarse sin complejos y nos atrae a través de este extraño viaje en el tiempo de Randolph Carter a lugares donde asomarse puede ser muy peligroso. Este cuento ya fue escrito en plena efervescencia creativa de los Mitos de Cthulhu.

(...) Hay repliegues en el tiempo y en el espacio, en la fantasía y en la realidad, que sólo puede adivinar un soñador, y por lo que sé de Carter, creo que simplemente ha descubierto una manera de atravesar estos laberintos” (...)

El cuento que complementa estos relatos oníricos de Randolph Carter es “Más allá de las puertas de la llave de plata” (1932-1933) que Lovecraft escribió con la colaboración (parece ser) de E. Hoffmann Price. Y realmente es el relato más extenso y más inmersivo de este recopilatorio, el que nos acerca al Lovecraft que más conocemos, el que también nos aleja más de la realidad y donde nuestro entendimiento hace aguas mientras nuestra razón intenta comprender lo que nos propone la extraordinaria imaginación del autor.

Todo comienza cuando cuatro personas debaten sobre la herencia de Randolph Carter, desaparecido dos años atrás en circunstancias muy raras. Un familiar reclama su herencia mientras algunos amigos suyos y un misterioso sacerdote hindú toman partido para esperar a saber si realmente Carter está muerto o no. Poco a poco, vamos sabiendo qué le pasó a Carter al final del anterior cuento, “La llave de plata” y es aquí donde Lovecraft se lanza definitivamente y estalla su lado más cósmico ofreciendo a Carter la posibilidad de experimentar en propia piel el conocimiento casi infinito que se esconde detrás de multitud de planes abstractos y dimensiones invisibles.

(...) "Solo sabía que quería atravesar la barrera que le separaba del país ilimitado de sus sueños y de los abismos donde todas las dimensiones se disolvían en lo absoluto"

Este relato es una combinación esperpéntica de viaje astral interdimensional. Contiene descripciones ominosas que pretenden ofrecer la imagen de que el observador (Carter) es insignificante dentro de un cosmos repleto de misterios y seres omniscientes. No soy ni mucho menos un experto en los relatos lovecraftianos pero veo un claro acercamiento a los Mitos de Chtulhu aunque con una trama dirigida para confundir al lector o más bien para que resulte indescriptible. Nos encontramos ante un relato hipnótico y fabuloso, incluso incomprensible. Como si Lovecraft quisiera ofrecer nuevas concepciones posibles a nuestra mente a través de descripciones inconmensurables de un alcance imposible de captar por una mente frágil como la nuestra. Me imagino a los lectores de hace cien años y me quedo agazapado sobre lo que debieron pensar entonces.
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También lo definiría como un relato sobre el contacto con mentes más allá de toda imaginación y también algunos de los dioses primigenios de los Mitos de Chtulhu pero donde prima la sensación de impotencia y vastedad de un universo y de un conocimiento que nunca será a nuestro alcance.

(...) “le estaba pidiendo a aquella PRESENCIA que le dejara entrar precisamente en un mundo remoto y fantástico que se había inmiscuido una y otra vez en sus sueños, un mundo con sus cinco soles multicolores, constelaciones alienígenas, precipicios vertiginosos y funestos, habitantes con garras y hocico de tapir, torres metálicas estrambóticas, túneles inexplicables y enigmáticos cilindros flotantes. (...)

Cabe decir que "Más allá de las puertas de la llave de plata" no deja de ser un relato tardío que Lovecraft escribió casi presionado por Price y donde buena parte de su mitología ya estaba creada. Quizá por eso da la oportunidad a Carter de observar (aunque sea una ínfima parte) de lo que está oculto a las formas miserables que pueblan en planeta Tierra. Un relato que complementa y finaliza el ciclo de Randolph Carter pero que también se puede ver como un enlace con los imprescindibles Mitos de Cthulhu

Un placer que Angle Editorial nos haya acercado esta etapa menos conocida del autor de Providence en un tiempo en el que parece que su legado volver a tomar fuerza.

Eloi Puig
06/08/2022