Hace cinco años y medio que escribí mi última reseña de una novela de Isabel del Río. Como pasa el tiempo. Entre la lectura de La casa del Torreon II y esta de Rojo sobre negro me he perdido, desgraciadamente, algunas obras de la autora. Pero al volver a redescubrir sus mundos oníricos he tenido la misma sensación que tuve hace unos años ... un dejà vu.
Parezco un disco rayado (esto ya sólo lo decimos los que pasamos de los cuarenta creo) y es que esta sensación ya la tuve hace unos años. Isabel del Río ha vuelto a publicar (esta vez con Apache Libros) una novela magníficamente editada, con la ya tradicional combinación de páginas blancas y negras (aquí, además, con un doble mensaje) y con ilustraciones en los márgenes de la mano de Jenni Conde. Vamos, que la presentación no podía ser más excelente. A la autora le gusta cuidar este aspecto de sus obras y esta vez ha vuelto a demostrar que hay un gran trabajo detrás. Dejà vu, como decía.
Hace demasiados años que leí La casa de la Torre y La casa del Torreon II, dos novelas que comparten universo... con esta. No, no es imprescindible haberlas leído antes, no hay ningún problema al respecto; de hecho mi memoria no es capaz de recordar los detalles de aquellas aventuras y he disfrutado igual de la presente obra. Pero he vuelto a tener la sensación de que - dejando de lado los guiños aquellos universos- la autora vuelve a jugar con los mismos parámetros y elementos de dichas obras pasadas: El mundo fantástico, onírico casi, que existe escondido, alrededor nuestro y al que nuestra protagonista puede acceder. Claro que entonces también entra en un mundo de oscuridad y desazón (representado físicamente aquí con las páginas negras).
Carrie es una adolescente que parece haber heredado las capacidades de su abuelo para entrar en negro, en un estado de inmersión en un universo paralelo o dimensión que se intercala con la nuestra y que la lleva a descubrir secretos de su familia . Su vida en el instituto no es la mejor posible. Los amigos la tratan de rarita, friki y más insultos desagradables y un día Carrie pierde los nervios y provoca una situación increíble entrando en negro. A partir de ahí su vida cambia y se ve abocada a seguir las instrucciones de sus padres que para protegerla la envían a vivir con unos familiares en Londres.
Isabel del Río sabe cómo tratar a los personajes adolescentes. Vierte pasión y también, creo, parte de su propia manera de entender el mundo. Y consigue que nos sintamos cómodos con sus personajes. También tiene una inmensa capacidad para transgredir de un estado normal a un estado más espiritual a la dimensión oscura que exhibe en este volumen. La facilidad con que nos traslada por estas realidades es loable. Y el hecho de que las páginas sean blancas o negras no sólo ayuda sino que nos hace sentir más inmersos en la lectura.
La prosa es delicada, afable, aunque nos esté describiendo una escena oscura donde el terror impera. Cuando Carrie entra en negro todo cambia y las emociones bordean la sinestesia por lo que aún nos adentramos más en este particular mundo onírico. Y eso, como decía, Isabel del Río sabe perfectamente cómo tratarlo, como describirnoslo para que nos sintamos cómodos y al mismo tiempo nerviosos cuando Carrie viaja en negro. Además, hay un factor extra que incorpora la autora: La música. Tratarla como parte de la esencia de las personas. ¿Podemos seguir la música de las personas? Estos conceptos tan etéreos pero comprensibles a la vez son elementos que se integran dentro de la citada sinestesia, dentro de esta confusión de sentidos que conlleva entrar en negro.
La trama argumental, no obstante, la he encontrado en ocasiones algo confusa - esto puede deberse a que he tenido que leer el libro a tandas, por lo que quizás es culpa mía-. Quizás porque mi mente demasiado racional no se deja arrastrar con facilidad por una Carrie que en toda la parte final del libro camina por realidades extrañas como una Alicia perdida en su país maravilloso. Y claro, hay conceptos, relaciones entre personajes (como el misterioso Doctor F), de las que espero más explicaciones que me aten a una realidad más palpable.
El final lo podemos considerar tanto romántico, como épico, tanto trascendente como delicado. Y eso es bueno porque cada lector escogerá qué sentimiento le reporta el último capítulo.
Quizás la autora con Rojo sobre negro ha construido un puente más entre sus libros pero estoy seguro de que todavía tiene material para continuar expandiendo este universo..
Eloi Puig, 04/03/2019
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