El número 42 de la revista Gigamesh quizás pasará
a la historia por incluir cuentos magníficos pero a la vez
muy tristes. La publicación por primera vez del relato Duelo de Matheson ha prevalecido sobre los otros (sólo hay que ver la portada)
pero en realidad hay otras joyas en el interior.
Pero empezamos por el comienzo: Duelo. Es difícil
leer este relato sin pensar en la película homónima
de Steven Spielberg (Aquí titulada El diablo sobre
ruedas). A menudo, mientras lo leemos nos vienen a la memoria
las imágenes de la película; y más si tenemos
en cuenta que su guionista es el mismo Richard Matheson.
Duelo es un relato intenso, vivo, terrorífico. Matheson
nos lleva por donde quiere y juega con lo desconocido porque en
ningún momento explica las causas, los porqués de
la persecución que mantiene un viejo camión contra
un conductor en carreteras poco concurridas de California. Esta
persecución, tan física como psicológica se
mantiene en todo momento y aviva continuamente la tensión
del relato. Una historia, pues, para leer todo seguida, sin pausas,
para disfrutar (o sufrir) con las acometidas de un camión
homicida que ha pasado a la historia del séptimo arte pero
que nació aquí, en este cuento.
El primer ensayo de la revista es: Dune: El círculo cerrado
de Dundan Idaho. Rodolfo
Martínez especula en cómo hubiera podido evolucionar
la saga de Dune si Frank
Herbert hubiera finalizado los dos últimos volúmenes
que tenía previstos. Es un ensayo muy interesante y que conste
que yo sólo he leído la primera novela (precisamente
porque la saga no está finalizada), Martínez aporta
nuevas ideas y coyunturas que muy a menudo se me escapan por no
haber leído el resto de novelas pero que parecen más
que argumentadas. Un buen ensayo para los amantes de esta serie
inacabada.
Mike Resnick me ha emocionado. He tocado el cielo es uno
de los mejores cuentos que he leído en la revista Gigamesh:
De planteamientos sencillos pero de muchas interpretaciones. Un
cuento emotivo y original que nos narra la nueva vida que intenta
llevar la tribu de los kikuyus en un planeta que quiere ser una
nueva Kenia, después de que en la Tierra natal los valores
que definían su cultura se perdieran. Los diálogos
entre una niña muy espabilada y el brujo de los kikuyu son
magníficos y plantejen numerosos conflictos éticos
y morales sobre la cultura kikuyu, la religión y el ansia
de aprender. Resnick me ha hecho tocar el cielo con el cuento
y demuestra una vez más que a través de un argumento
de ciencia-ficción se pueden debatir todos los temas que
actualmente nos preocupan vistos desde dotras perspectivas. Nadie
ha dicho que las utopías fueran fáciles de conseguir.
¡Chapeau!
El segundo cuento de Resnick, El sumidero de la memoria,
es un relato que no deja de ser un enfoque diferente al drama descrito
en Flores para Algernon sólo que esta vez bajo la perspectiva del Alzheimer y
no de la síndrome de down. Una historia tierna y bien narrada
que vuelve a poner de manifiesto esta terrible enfermedad que es
el Alzheimer. Resnick no profundiza en el drama pero consigue la
emotividad justa para que el cuento no sea ni muy endulzado ni demasiado
frío. Los toques de ciencia-ficción llegan al final
y en forma de especulación tecnológica, pero el cuento
podría pasar tranquilamente sin pertenecer al género.
De recuerdos y reencuentros es un texto creado por Javier
Martín Lalanda que hace de puente entre los ensayos La
Canción de las espadas y Cuando cantan las espadas.
El segundo es una revisión del primero, realizada 20 años
después para ser publicado en el recopiltarorio de ensayos
que saldrá próximamente en la colección Gigamesh.
El autor analiza las motivaciones que lo llevaron a escribir el
primer gran escrito en el estado español que hacía
referencia a la obra de Robert Howard, el famoso creador del mítico
conan. No aporta nada de nuevo ya que no deja de ser un preámbulo
sobre el ensayo en sí. Habrá que ver la obra para
poder valorarla, pero creo que se plantea más que interesante.
A ver cuándo Gigamesh saca este volumen de ensayos, que ya
hace mucho que lo anuncian
En la sección de El desenterrador Víctor Jiménez
rescata del olvido la figura de Robert Aickman en una interesante
presentación de este autor de cuentos. Aickman es un experto,
según Jiménez, de los cuentos de fantasmas y la verdad
es que la presentación es bastante buena como para que tengamos
ganas de empezar a leer a Aickman al instante. A agradecer la bibliografía
en inglés y castellano que Víctor incorpora al texto
para poder buscar la mencionada obra en el caso que nos interese.
Para ilustrarnos con uno de los sus cuentos, Gigamesh ha publicado
el relato Qué manita tan fría. La lástima
es que no creo que este cuento se encuentre entre los mejores del
autor. Tiene un planteamiento interesante con la utilización
del teléfono como vehículo conductor de la acción:
Los diálogos entre un traductor introvertido y solitario
y una voz que no se sabe exactamente de dónde proviene. El
relato está cuidado y es ameno pero un poco lento y reflexivo.
Y las últimas páginas te dejan un poco frío:
No es el final que quizás esperaba
precipitado y poco
interesante. Espero poder ver otras obras de Aickman antes de juzgarlo
sólo por ésta.
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