Pocas veces el protagonismo
principal de una novela es la magia. No estoy hablando de que la
magia sea un elemento importante de esta novela (que lo es) si no
que la magia, aquella distorsión de la realidad que no puede
explicarse científicamente, aquel milagro que no puede vincularse
a la acción divina, aquella perplejidad indescriptible que
sentimos sobre una cosa que no podemos entender... es el verdadero
núcleo de esta historia provocando que incluso los personajes
principales pierdan protagonismo.
Susanna Clarke es un autora nueva que se ha
enfrascado durante 10 años en la creación de una novela
de fantasía histórica que tendría que ser un
libro de referencia de este subgénero a partir de ahora,
pues nos encontramos con 795 páginas (829 en la edición
catalana) de pura literatura, de pasajes magníficos y de
personajes carismáticos. Clarke no solo consigue mostrarnos
la magia en su estado más puro y fantástico si no
que nos traslada a un universo conocido, La Inglaterra de principios
del siglo XIX, para mezclar a la perfección la novela histórica
con la fantástica, para enlazar acontecimientos reales con
hechos mágicos que se meten en aquellos períodos donde
la historia no llega a explicarlo todo. Clarke se basa en la mitología
inglesa protagonizada por las hadas para ofrecernos una historia
extraída directamente de las raíces y las creencias
populares del país.
A principios del siglo XIX la magia en Inglaterra
no existe como tal; los magos, agrupados en asociaciones de estudios
teóricos sólo discuten y recuerdan las hazañas
de los magos de siglos pasados, sobre todo de uno: El Rey Cuervo
que durante muchos años gobernó diferentes reinos,
practicó la magia más poderosa, fue aliado de las
hadas y nadie nunca le hizo sombra. Pero su legado se ha perdido
y nos encontramos con que en 1806 nadie recuerda cómo hacer
magia auténtica. Sin embargo, el encuentro de un auténtico
mago que practica la magia (el Señor Norrell) hace cambiar
los planteamientos de la sociedad del momento. Norrell desea retornar
a Inglaterra la magia inglesa para que pueda defenderse de sus enemigos.
Junto con el señor Strange, su discípulo, lucharán
para devolver a la magia inglesa su gloria pasada.
Pero los dos magos tienen caracteres contrapuestos
y maneras de hacer muy diferentes. Strange quiere experimentar y
por lo tanto lucha en las guerras napoleónicas como mago
mientras que Norrell prefiere el estudio de sus libros y la precaución.
Las intenciones de ambos son buenas pero ya se sabe que el infierno
está lleno de buenas intenciones y la magia puede llegar
a ser muy peligrosa, sobre todo si hablamos de la magia relacionada
con las hadas, la magia feérica. Así pues, mientras
los magos practican magia en la Inglaterra del siglo XIX también
las hadas realizan su propia magia ahora que parece que los viejos
caminos vuelven a estar abiertos ...
La historia de Jonathan Strange y el señor
Norrell no deja de reflejar la esencia de todos nosotros: La vieja
dualidad entre la mente conservadora, el miedo a lo desconocido
y la paciencia por un lado y la mente liberal, las ansias de experimentación
y la audacia por otra. Strange y Norrell son dos partes opuestas
de lo que somos todos. Dos partes que a veces se complementan y
trabajan juntas pero que a menudo discuten entre ellas y cada una
coge su camino. Sin embargo, estas discusions son las que hacen
mover el mundo. Sin la primera se avanzaría demasiado deprisa
y de forma descontrolada y sin la segunda demasiado despacio de
forma que acabaríamos por sucumbir.
La autora escribe de forma magistral. Posee
un estilo irónico y elegante de manera que te parece estar
leyendo una novela del siglo XIX. La alta sociedad de la Inglaterra
de la época queda perfectamente reflejada bajo la pluma de
Clarke. Las costumbres, el lenguaje aristocrático, todo está
plenamente definido en la novela. Las reglas de cortesía
y de apariencia rigen el comportamiento de los personajes... e incluso
de los magos (que no dejan de ser caballeros).
De hecho, Clarke no muestra nunca los límites
de la práctica mágica, no nos describe casi nunca
cómo se hacen los sortilegios, no nos da golpes de efecto
con palabritas en latín. La magia inglesa tanto puede hacer
cambiar el clima como resucitar un muerto reciente. El único
límite mágico que se impone es precisamente el del
honor de los caballeros magos: A una pregunta que le hace Lord Wellington
(jefe supremo de las fuerzas aliadas contra Napoleón) al
Señor Strange que dice "¿Un mago podría
matar a un hombre?", éste le responde: "Supongo
que un mago sí, pero un caballero no". En esta sentencia
vemos claramente en qué consiste la magia inglesa. No se
puede matar directamente a una persona (ni siquiera Napoleón)
pues sería vergonzoso y faltado de honor, pero podemos ponerle
tantos obstáculos como sean necesarios.
Clarke utiliza numerosos pies de página
para dar más profundidad al texto, desarrolla fuertemente
a los personajes, proporciona muchos datos reales de la época...
y todo para que tengamos la sensación que realmente esta
historia pasó... o podría haber pasado. Los escenarios
son totalmente reales... York, Londres, La península Ibérica
invadida por los franceses, Venecia... los personajes reales también:
Ministros ingleses o el poeta Lord Byron (por cierto que parece
que Venecia y Lord Byron inspiren particularmente a ciertos autores
de fantasía histórica. Tim
Powers también utilizó fuertemente al poeta
inglés y Venecia en el mismo periodo histórico en
una de sus obras más memorables: La
Fuerza de su mirada).
Pero no es oro todo lo que reluce. En alguna
ocasión podemos pensar que le falta un poco de ritmo o que
es una novela demasiada larga, pero el estilo delicioso de Clarke
nos obliga a continuar leyendo, más para continuar disfrutando
de la lectura que por el argumento en sí, que aunque interesante
no es especialmente adictivo. Ciertamente, en la parte central de
la novela parece que la autora pierda un poco el norte con respecto
a la trama argumental pues ésta se vuelve difusa. Y el final,
algo ambiguo no es tan redondo como se habría esperado.
Pero no nos engañemos, esta novela
es una pieza muy importante en el panorama actual fantástico,
y no sólo por su calidad indiscutible si no por otros detalles:
Una novela desconocida que se ha publicado en una editorial que
no es de género con los riesgos que eso comporta o la salida
casi inmediata del libro tanto en catalán como en castellano
le otorgan una apariencia de normalidad poco conocida en una novela
fantástica para adultos. Esperemos que la magia de Jonathan
Strange y el señor Norrell dé nuevos aires a la literatura
fantástica actual para que al menos, ésta sea tratada
con el respeto que se merece.
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