Podríamos decir que a Francisco Javier
Illán Vivas le gusta el riesgo. Ha tenido el valor de lanzarse
a una piscina oscura sin saber si encontrará agua, barro
o nada. Si se sumerge en el agua, Illán podrá ponerse
a nadar tranquilamente mientras siente como lo refresca el líquido
vital; si topa con el barro, sus brazadas serán dificultosas
y sólo saldrá de la piscina con mucha fuerza de voluntad
y si finalmente no encuentra nada, un espacio vacío, el golpe
puede ser demoledor.
Estas burdas metáforas son para ilustrar
los posibles caminos a que puede llevar la publicación de La Maldición, la primera entrega de la saga La Cólera
de Nébulos. Illán ha asumido un riesgo: Cuando las
actuales pautas que parecen triunfar dentro de la fantasía
épica y heroica son las de aventuras complejas, con personajes
ambiguos, con detallados mundos donde desarrollarse y donde el autor
da giros argumentales y juega con el lector para llamar a su atención
en un género bastante desvalorado y que sólo ha renacido
a través de reconocidas obras que siguen en mayor o menor
medida estas características, Illán |vuelve a los
orígenes presentándonos una novela de fantasía
heroica donde prima la pura aventura y la sencillez, los personajes
con actos honorables y los malos más sádicos, los
dos bandos eternos enfrentados de forma clara: El bien y el mal,
sin matices, sin complejos.
Otro riesgo (o quizás un motivo para
estar orgulloso) es que Illán proviene de otro campo literario:
La poesía, y si no me equivovo ésta es su primera
novela. Que haya sido de fantasía, un género como
decía antes difícil de vender, difícil de que
cuaje entre el gran público, no deja de ser atrevido y digno
de respecto.
Pero hablemos del libro. Fantasia heroica al
viejo estilo, ¿es bueno o malo? Obviamente ni una cosa ni
la otra. Todo depende de la pericia del autor cuando nos transmite
su historia. Illán tiene dos atributos destacables: Entretiene
y escribe bien, o sea te hace sentir cómodo leyendo el libro
y posee buenos recursos literarios como para afirmar que la obra
está trabajada; pero tiene que mejorar en otros aspectos
(según mi modesto entender) como son tejer un argumento más
sólido y sobre todo trabajar más a los personajes.
Fijémonos primero de las partes menos
conseguidas del libro como el argumento. La novela empieza mal.
Siendo claro y conciso el primer capítulo es el peor de todos,
en tan sólo quince páginas se nos presentan los personajes,
el escenario donde se desarrolla la acción (de forma confusa,
con demasiados nombres y hechos históricos) y como colofón
la misión, el hito que habrán de emprender los héroes
vertida en las últimas líneas del capítulo
sin entender todavía lo que estás leyendo. Es un comienzo
precipitado, con demasiado espectativas y dejando al lector estupefacto.
Pero Illán va enderanzo la situación a medida que
la novela avanza, los personajes se sitúan, el mundo se define
mejor a pesar de continuar un poco confuso por la sobreinformación
histórica y la falta de un mapa dónde situarse, y
la acción avanza a buen ritmo. Cuanto más leemos,
más cómodos nos sentimos con la novela y el buen ritmo
inculcado por el murciano hace que nuestra satisfacción aumente
a medida que leemos más capítulos.
El otro punto negativo son los personajes: Planos,
sin evolucionar lo más mínimo y sin ningún
tipo de carisma. Dos héroes a través de los cuales
el autor nos va descubriendo más cosas de su mundo particular
en un viaje a través de una geografía y una historia
que sólo se vislumbra pero donde son simples conductores
sin vida. Creo sinceramente que aquí está la parte
más floja de la novela y la que se tendría que mejorar
más por las futuras entregas de la saga, apostar por la credibilidad
de los personajes.
Pero no todo son puntos débiles. Como
decía antes, Illán, a pesar de provenir de un campo
literario tan diferente como es la poesía sabe entretener
al personal, tiene un estilo propio y un buen ritmo y eso es importante
pues te motiva a seguir la historia y te anima a continuar leyendo,
lástima de algunos altibajos como la precipitación
a la hora de concluir algunos capítulos. Después de
establecer una buena atmósfera, una predisposición
por parte del lector para saber cómo se resolverá
la intriga, la acción... a veces se soluciona con un par
de párrafos rápidos (el caso más evidente al
final del capítulo "Augustos"). El autor puede
hacer que los valores que hasta entonces eran importantes para el
lector, se conviertan en triviales en la precipitación para
acabar el capítulo.
El argumento sigue la estela de grandes historias
épicas de la mitología griega: Eleazar y su fiel compañero
Eostes son dos Eternos, una raza inmortal que habita en un lugar
incierto. Éstos son enviados por el padre del primero, Nébulos,
para acabar con una maldición histórica a la tierra
de los humanos pero ellos mismos acaban provocando la ira de Nébulos
al no pedir permiso para entrar en ese territorio. Tendrán
que seguir en el mundo de los humanos sin sus poderes especiales
y finalizar las tres tareas que les ha encargado Nébulos
para saldar su atrevimiento. (No, a mí tampoco me queda claro
porque Nébulos castiga así a su hijo si él
mismo lo indujo a vencer la Maldición) Durante su viaje por
las naciones humanas, los dos héroes conocerán guerras,
amores e infortunios, pero sin que éstos formen realmente
parte del núcleo argumental, si no como decoración.
Curiosamente esta decoración es la parte que se le da mejor
en Illán; en cambio el argument principal queda a menudo
difundido y sin recursos. El autor tiene más cuidado de la
ambientación de la novela que del hilo argumental en sí.
Illán bebe de diversas mitologías
para inspirarse (sobre todo de la griega y la nórdica). De
hecho, la novela recuerda en cierta medida a las épicas novelas
de Homero. Este hecho es interesante pero al mismo tiempo extraño,
pues el autor utiliza nombres propios de estas mitologías
(Zeus, Olimpo, bersekers, cíclope, Asgard) y nombres mutilados
de la geografía de la Tierra: Samarchanda, Afria, mihrabs...
y eso hace pensar en que la novela está ambientada en una
Tierra de tiempos ancestrales. Si no se así, y la novela
está ubicada en un mundo imaginado por el autor, la utilización
de nombres tan parecidos sólo ayuda a la mencionada confusión
(cuando oigo hablar de Samarcanda pienso en el Asia central, el
Olimpo en Grecia, en Asgard como en Escandinavia... y sin un mapa
que me situe acabo muy despistado). Da la sensación que a
diferencia de otras obras donde sobran páginas, a ésta
le faltan. Hacen falta más páginas para cohesionar
el mundo fantástico de La Cólera de Nébulos,
para definir mejor su historia y sus rasgos fundamentales. Illán
plantea un escenario ambicioso pero lo hace ahorrándose líneas
de texto y eso da una imagen incompleta. La ambición del
escenario merece que el autor se recree más en él.
Espero sinceramente que Francisco Javier
Illán encuentre agua cristalina cuando se hunda en la superficie
de la piscina, pero si topa con barro creo que tiene suficientes
recursos y talento como para nadar y salir. Lo qué seguro
no encontrará es el vacío, pues parece que la novela
ya va por la tercera edición y poco a poco se va dando a
conocer. La Maldición puede parecer una novela iniciatica
y no destacar por encima de otras del género pero si la situación
se reconduce un poquito, Illán, con la rica prosa que posee
y el ritmo constante en que hace mover la novela, se puede convertir
un autor a tener en cuenta dentro del género fantástico
estatal. Le hace falta suerte y continuar escribiendo, cuánto
más mejor.
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