Pasa a veces que te dejas guiar por el fervor popular cuando debes
escoger nuevos libros de narrativa general. Y uno de los libros
que han sonado más en la lista de los más vendidos
tanto en catalán como en castellano es esta Sombra del viento
de Carlos Ruiz Zafón.
Y después de esta introducción solo me queda dar
las gracias al saber popular por haberme empujado a leer esta magnífica
novela. Creo que este adjetivo es demasiado pobre, insípido
para dar a entender lo grande que es esta obra. La palabras se me
hacen cortas.
La Sombra del viento es una novela de intriga, pero una intriga
suave, reposada, que abre las puertas al drama. Una ambientación
perfecta de la Barcelona de la postguerra y también de aquella
Barcelona feliz, modernista, exigente, de comienzos del siglo XX.
Zafón realiza un retrato de estas dos Barcelonas a través
de una serie de personajes que nos irán explicando sus vidas
y nos haran partícipes de sus miedos y de sus alegrías.
Es un libro que trata sobre los libros, sobre la voluntad de escribir
y el placer de leer y de cómo un chico de dieciocho años
se ve involucrado en una aventura para descubrir más cosas
sobre su escritor predilecto, muerto años atrás, en
quién se ve reflejado en su vida cotidiana. Una aventura
que le abrirá los ojos a esa Barcelona oscura y rancia que
comentaba antes, a esa Barcelona torturada por la guerra y que no
deja pasar nada más que tristeza entre sus calles. Pero también
conoceremos muchos aspectos de la vida de otros protagonistas a
través de flasbacks a comienzos de siglo. Zafón
ha estructurado la novela de esta forma, integrando el presente
con el pasado y así puliendo la historia que nos explica
en primera persona el protagonista.
La obra de Zafón me ha llegado. Utiliza un lenguaje ameno
pero que es literauta pura. Tiene la capacidad de transmitir las
imágenes a través de una prosa increíble. Quizás
también por conocer muchos de los lugares donde se sitúa
la novela me ha dado una visión más ajustada y por
tanto me ha gustado más que a otra gente. Pero Zafón
no acaba realizando una simple buena descripción de las épocas
que le tocó vivir a Barcelona. Tiene el talento para crear
una serie de personajes (algunos demasiado estereotipados) de los
cuales te parece conocer sus vidas en pocos instantes de lectura.
En definitiva, una obra maestra de carácter marcadamente
social, que no para de dejar mensajes subliminales sobre la filosofía
de la vida y sobre nosotros mismos.
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