Cuando acabé
de leer el último capítulo de Pandora en el Congo,
una euforia se manifestaba en mi cabeza en forma de un torrente
de imágenes y de sensaciones. Tenía la necesidad imperiosa
de ponerme a escribir todo el que pensaba, todo lo que me venía
a la mente. Pero me tranquilicé y puse sólo unas cuántas
notas por escrito y seguidamente me prometí no reseñarla
hasta al menos el día siguiente. No es bueno hacer un comentario
con turbulencias en la cabeza. En aquel momento mi valoración
se hubiera salido de la escala. Ahora, 12 horas más tarde
mi objetividad sólo ha servido para afirmar quePandora en el Congo no se sale de la escala decimal en que normalmente
valoro los libros pero que seguro se encuentra en el escalón
de más arriba.
Albert Sánchez Piñol nos ha engañado.
Pero nos ha engañado de una manera sublime y deliciosa, nos
ha hecho soñar y nos ha sacudido con la dura realidad. Aun
cuando en su defensa debería decir más bien que nosotros
lo lectores nos hemos dejado enredar. Y yo lo continúo estando
y me encanta.
Es imposible no establecer comparaciones entre
este segundo libro de Piñol y su obra magna (hasta ahora): La piel fría. Esta última nos explicaba una historia
turbulenta en una isla perdida en el Océano Antártico
dónde un seres atacaban sin cesar a dos metereólogos
que luchaban contra estos y contra su propia locura. Esta fue una
novela visceral, dura, precisa, con algunos cabos sueltos pero que
reflejava las emociones extremas de los protagonistas de forma estremecedora.
Pandora en el Congo es en parte una revisión de la misma historia, de los mismos
escalofríos, de la misma claustrofobia (aquí mucho
más acusada), con otros seres y con otras motivaciones, reflejando
más intensamente emociones como el amor y el odio y en cambio
apartando a momentos puntuales el terror. Sí, es el mismo
argumento, repetido y ampliado, pero sobre todo mejorado.
Pero no se acaba aquí. Piñol a
tejido dos historias en una, perfectamente entrelazadas: Por una
parte un juicio a un hombre, Marcus Garvey, que ha sufrido experiencias
extremas en el Congo luchando contra una raza de seres subterráneos.
Thomas Thomson es llamado a escribir el libro de las peripecias
del reo para mirar que estas sirvan para ayudar en su juicio por
asesinato. Un escritor joven e inexperto que se enamora de la historia
de Marcus Garvey como si fuera propia y dónde vierte todo
su talento. Las aventuras de Garvey en el Congo son la segunda historia,
el grueso de la novela. Allí encontrará el terror
absoluto y el amor más tierno, la esclavitud y la libertad,
el hostigamiento y la redención. En el Congo todo es posible.
Las dos historias encajan y se complementan
a la perfección. Todos tendremos nuestra preferida, todos
querremos que una se imponga a la otra pero el autor nos traiciona,
nos humilla con su retórica porque nos hace estar pendientes
de cada línea escrita sin darnos cuenta de lo que pasa a
nuestro alrededor. Pero consigue que tanto las aventuras en la selva
de Marcus Garvey como el proceso de escritura del libro por parte
de Thomas Thomson en una Londres en plena 1ª Guerra Mundial
perduren en nuestras mentes pese al intento casi de genocidio que
propone el autor de parte de su novela. Las dos historias tienen
dos clímax de forma que disfrutaremos del libro por partida
doble, y entre alegrías y frustaciones podremos afirmar haber
leído una obra universal que puede pasar por una de las mejores
de los últimos años.
Pandora en el Congo versa sobre muchos temas: Uno de los principales es la literatura,
el autor nos hace ver como pocos lo que un libro es capaz de hacer,
como las palabras escritas con pasión pueden cambiar la estructura
de las cosas, el estilo y la ambición del antropólogo
(Piñol lo es) consigue que las facciones de nuestro rostro
canvien constantemente: Angustia, emotividad y sorpresas, muchas
sorpresas. Podemos pasar de la frustación a la complacencia
y viceversa en pocos instantes.
La clasificación de la novela es un tema
complejo. Se mueve entre la novela policiaca y el género
fantástico, con toques importantes de terror, aventuras y
hechos históricos. Casi haciendo un chiste podemos decir
que Pandora en el Congo es
una novela antropológica pues la humanidad con sus ambigüidades
y con sus sentimientos viscerales es en último término
la protagonista absoluta de esta obra maestra.
¿He dicho obra maestra? Me extraña
que no lo haya afirmado antes. Sí, una obra maestra. Si La
piel fría ya ha sido traducida del catalán a 30
lenguas, Pandora en el Congo no se debería quedar corta,
al contrario, debería superar por lógica este hito.
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