Sería una osadía intentar criticar un fragmento de una obra universal cómo es Las mil y una noches, una serie de cuentos de origen indio, persa y árabe supuestamente recopilados a finales del siglo IX y más tarde traducidos (y ampliados) en el siglo XVIII como es este Simbad, el marino. Imposible comparar una obra que bebe de la mitología árabe y que tiene siglos de historia con las aventuras más o menos fantásticas que se escriben hoy día. Pero es un buen ejercicio poder conocer algunas narraciones tal como eran contadas en aquellos tiempos. Al menos eso es lo que nos promete el prólogo, pues esta traducción al catalán del francés está basada en una primera traducción literal y completa del árabe.
Los siete viajes de Simbad probablemente sean algunos de los textos más conocidos de Las mil y una noches, de hecho corresponden a los cuentos de las noches 290ª. a la 315ª. en que Shahrazad explicó estas historias al rey Shahriyar para salvar el pellejo. Son textos que probablemente sean parte de la tradición oral de los pueblos de la zona. De hecho, los entendidos afirman que existe la posibilidad de que algunos de los viajes de Simbad estén inspirados en La Odisea de Homero.
En todo caso a mí me venció la curiosidad. Desde pequeño que el nombre de Simbad me ha evocado a aventuras fantásticas por los océanos orientales, pero hasta ahora no se me había ocurrido buscar y leer una traducción esmerada y sin adaptaciones infantiles. Hasta hoy, todas las aventuras que conocía ambientadas en el índico eran las descritas por Salgari (aunque sin elementos fantásticos).
La cuestión es que cuando lo encontré en un mercado de segunda mano, me lo compré sin dudar uno segundo. El resultado de la lectura, por una parte, ha sido interesante: Un texto instructivo y divertido, pero por otro lado me ha decepcionado ligeramente: el hecho de que me esperara más del personaje mitificado que tenía de Simbad me ha dejado con un cierto desencanto.
Digo instructiva porque tras las aventuras del marinero Simbad, hemos podido ver de reojo algunas costumbres propias de la época, el tratamiento de la religión o el hecho de la legendaria cortesía musulmana. Divertida por que la fantasía de nuestro autor (o autores) anónimos es hasta un cierto punto entrañable: Nuestro querido héroe, en los siete viajes que realiza, sufre naufragios (prácticamente a cada viaje), lo entierran vivo, encuentra animales colosales, vuela junto con amigos del demonio, es apresado por un viejo raquítico o incluso es asaltado por una multitud de monos salvajes que le roban la nave. ¡Imaginación al poder!
Lo curioso es que se nos explican a menudo estas aventuras sin moralejas añadidas, cosa que me extraña si tenemos en cuenta el alto componente religioso de algunos textos. De hecho, que haya gente que actúe bien o mal no afecta a la narración; muy a menudo Simbad acaba saliendo de una situación apurada pero los "malos" no son castigados ni aleccionados sobre el mal que han hecho. Más bien, los viajes de Simbad nos abren las puertas a la imaginación desenfrenada del momento, en una época (hacia el siglo X) donde los mares eran todavía un misterio y donde la fantasía se solapaba con la voluntad de Alá a cada momento. La gran riqueza del texto es contemplar hasta donde llegaba la fantasía del momento. No importaba cómo el héroe avanzaba o conseguía escapar de los males, si no describir imaginativamente lo que se podía esperar de los mares abiertos del Océano Índico.
Y con respecto a mi comentario anterior sobre la figura de Simbad, yo siempre me lo había imaginado como un hombre inteligente, honesto, íntegro y valiente. El hecho de que normalmente salga de sus aventuras por casualidades de la vida o por medio de ayuda de otros me ha desmitificado al personaje como héroe. Que es un hombre honesto no lo dudo pero la integridad es un hecho cuestionable (si conviene asesina a pobres desvalidos para alimentarse él mismo). Y con respecto al atributo de ser un hombre intrépido y valiente ... dejémoslo que en que la protección que ejerce Alá en él es infinita.
En todo caso, la lectura es muy amena, apta para cualquier edad; no buscaremos un sentido literario, si no como decía antes, una curiosidad sobre algunos de los primeros héroes que interactuaban con la fantasía, en este caso de origen árabe.
Recomendada para todo aquél que tenga un mínimo de interés al ver cómo se forjaba la fantasía heroica en aquellos tiempos.
Eloi Puig, 24/08/07
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