Este es el segundo libro de cuentos que leo de Elisenda Solsona. Bueno, de hecho, el primero de ellos -Cirurgies- se trataba de una antología de microcuentos que seguían una temática común. Esta vez, la autora de Olesa también ha querido atarlos pero de manera más etérea o quizás sutil bajo la ausencia de una mirada que ha desaparecido del firmamento: la de la Luna.
Así pues, este fix up de historias tan cotidianas tienen en común que transcurren bajo el efecto de la desaparición de la Luna. Pero de hecho, este hecho no conlleva consecuencias directas especialmente importantes. Solsona nos narra una serie de relatos muy intimistas que quizás están influenciados por la pérdida de nuestro satélite, o quizás no, sin embargo, sólo es una excusa para poder ofrecer un elemento desestructurador, perturbador, que ayude a sumergirnos en este mundo de la autora que combina el realismo más cotidiano con los elementos más fantásticos y surrealistas.
Tengo que confesar que su estilo me ha recordado al de Ariadna Castellarnau, por sencillo y efectivo al mismo tiempo, porque con cuatro pinceladas te involucra en una historia que te hipnotiza y que te encadena a unos personajes que simplemente son esbozados pero que te atrapan desde el principio. A diferencia de Castelllarnau, los cuentos de este fix-up coquetean con la fantasía y no con la ciencia ficción y te los tienes que tomar como pequeñas piezas rotas, espejos que deforman nuestra realidad y la nuestra percepción de lo normal, una veces mediante historias tristes, otras usando la herramienta del surrealismo para hacernos sonreír o para desconectarnos.
El primer cuento es el que para mí consigue atraparnos más. Se trata de "Engranatges", un retrato perfecto de la pareja protagonista, de sus miedos, ansias, anhelos y dudas. Una historia que nos ofrece la mirada combinada de dos personajes antagonistas: un aprendiz de fotógrafo obsesionado por realizar su proyecto personal en una estación de esquí abandonada y el talante más práctico pero también más tierno de su hombre, que busca como convencerlo para adoptar un hijo. Final aterrador y completamente perfecto.
"Rems" es un relato muy triste, sencillo, cuidado. Con pocas líneas la autora crea una complicidad entre los personajes impresionante y el tono alegre de los flashbacks lo es tanto que ya te esperas que en cualquier momento se pueda torcer. Una bonita historia de amor con final trágico.
El tercer cuento, "Vies", me ha dejado más frío. Es un relato corto del que a medida que avanza el diálogo que tienen dos chicas te das cuenta de por dónde irá el final pero encuentro que la naturalidad con que se tratan estas conversaciones es a la vez su punto fuerte y el débil, especialmente por el final chocante que se adivina.
Una historia, de nuevo muy intimista es "Finestres". Una reconciliación familiar en una noche sin Luna -literalmente-. Un cuento donde el protagonista busca purgar el sentimiento de culpa pero que encuentro descabezado. Quizás necesitaría más páginas, en mi opinión.
El surrealismo es el amo y señor de los hechos que se describen en "Balls", una historia entre cómica y absurda que nos presenta a una pareja de enamorados; ella por primera vez irá a cenar a casa de los padres de él y está nerviosa por quedar bien. Pero la cena le reportará un montón de sorpresas que la trastorna. Todo ello será tan surrealista que me ha desconcertado demasiado.
En "Sals de bany" volvemos a encontrarnos una historia triste y con puntos melancólicos. La dependencia de una chica respecto a su pareja depresiva es el punto de salida. Muy bien narrada también y que nos conduce a un final angustioso pero que no le he encontrado demasiado su intención. Me cuesta entender qué nos quería decir la autora.
Volvemos a otro gran cuento, "Closques", una historia que esconde las verdades, como los caparazones de las tortugas, que oculta los secretos interiores de cada uno. Intenso, poético, triste y definitivamente un relato que nos lleva a contemplar la cruda realidad a través de una fábula, de un cuento narrado en primera persona —lo que lo hace más punzante todavía— y que nos quita la venda de los ojos, bajo la visión dulce de una memoria que no quiere recordar.
Y llegamos a "Reixes" otro muy buen relato que nos acerca a la figura de una chica arisca, imaginativa y diferente que pasa unas vacaciones en unas colonias para adolescentes donde se enamora de una compañera y se encapricha de una cebra y donde vive una historia de amor extraordinaria. El final vuelve a jugar con nosotros con el surrealismo fantástico pero yo me quedo muy especialmente con las sensaciones que despierta la narración de la autora en aquel intenso verano.
Sencillez pero gran sensibilidad son los adjetivos que me vienen a la cabeza ahora mismo para definir todos estos cuentos. Y sí, complementados con elementos fantásticos que pueden encajar —o no— con esta Luna desaparecida. Quizás estos cuentos son también satélites que viajan alrededor de una idea, de un hecho imposible que los atrapa a todos, girando y girando y consolidando a una autora que ya me ha demostrado dos veces que vale a pena tener presente .
Eloi Puig
13/06/2020
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