Escribir hoy en día una buena historia de vampiros es una tarea complicada. Por un lado el autor puede buscar ser original para desentenderse del boom vampírico que azota hoy en día las librerías - al igual que ocurre con los zombis-, o si está de suerte, el autor puede buscar precisamente lo contrario: acercarse a los adolescentes sembrando estereotipos que funcionan o continuar con franquicias infinitas sobre sagas conocidas ... y vender bien su novela. Pero igualmente, el subgénero vampírico - que ha pasado mejores épocas- me cuesta un poco. Basta decir que la publicación de la continuación de Dracula me ha dejado indiferente y sólo me he acercado para hojearlo, sin ánimos a comprarla - ahora estoy prejuzgando la novela y quizás me equivoque, pero la veo demasiado oportunista -.
Alejandro Guardiola ha apostado un poco por mezclar las dos tendencias que los ríos de sangre dejan a nuestra saturada imaginación: Una novela que tiene algunos toques diferentes, originales, pero que también se basa en premisas que nos suenan mucho. Me refiero al tema de las castas, jerarquías, el mundo vampírico que se oculta y se sobrepone a nuestra sociedad moderna; vaya todo lo que se puede ver en películas como Blade o juegos de rol como Vampiro: La mascarada. Por cierto, el autor hace un pequeño -y muy bien montado- homenaje a los jugadores de rol en unos breves párrafos de la novela
Sombras de una vieja raza -por cierto, el título me encanta- en principio sigue un esquema clásico en dos líneas de acción diferentes: la primera, ambientada en el presente, es la vida de un vampiro de casta noble -Meliot- que hace mucho que decidió no beber más sangre humana y buscar otras alternativas a su dieta de sangre fresca. Junto con amigos humanos -científicos e intelectuales- ha conseguido un suero artificial que recuerda en algunos momentos a la serie True Blood- que salió un par de años más tarde que Guardiola escribiera la novela-. Pero últimamente, a Meliot no parece que su sed de sangre se apacigüe con los fluidos que se inyecta y empieza a preocuparse.
Por otra parte, siguiendo un esquema poco original pero efectivo, encontramos a un Meliot adolescente que en una época pasada sin determinar -parece la alta edad media en algún lugar de Francia- lucha como soldado en guerras que le son extrañas. Todos prevemos que tarde o temprano -en este caso tarde- el personaje se convertirá en el ser inmortal que encontramos en la otra rama narrativa de la novela.
La trama ambientada en el pasado, la del Meliot humano, narrativamente fluye mucho mejor que la parte de la actualidad. Esta está presentada con párrafos cortos, cambios de escenarios, de personajes que no siempre identificas a la primera y que acaban por desorientarte. Hasta el punto que te parece estar leyendo dos libros diferentes. Yo, al menos he disfrutado leyendo las aventuras del Meliot adolescente que quizá por su sencillez y la falta de pretensiones están muy bien narradas, siguiendo un tempo magnífico. Me ha resultado una lectura muy placentera, pese a no haber ninguna referencia a vampiros ni seres sobrenaturales hasta unos últimos capítulos donde todo ocurre un poco demasiado precipitadamente, pero que se dejan leer muy bien.
En cambio la acción del presente, la del Meliot vampiro, he tenido un problema que no hay autor que pueda solventar: La trama no me ha atrapado prácticamente nada. El argumento desorienta al lector; introduce guerras civiles vampíricas entre castas sin que te des cuenta de lo que están haciendo, también personajes secundarios telépatas -cuyo papel no encaja en la novela- que traban el buen desarrollo del juego y que resultan muy poco atractivos y también hallamos un malo con un rol muy clásico, de aquellos que hablan mucho y hacen gestos teatrales más pensados para una versión cinematográfica que para una novela. Después de unas 100 páginas corres el riesgo de pensar "¿De qué va todo esto"?
Guardiola escoge bien las palabras, tiene fluidez, pero el estilo no lo es todo y narrativamente, las aventuras del Meliot vampiro me han parecido confusas, carentes de tensión y con poca empatía con los personajes. Incluso el gran amigo de Meliot que aparece un poco absurdamente -¿Porque estuvo enterrado durante siglos?- a la mitad del libro no arregla la situación. Por suerte las partes narradas en el pasado medieval conservan más coherencia argumental y narrativa y se establecen como salvadoras del resto de la novela. Algunos capítulos de estos capítulos tienen una tensión y una fuerza magníficas.
Creo que el autor, al no explicar casi nunca qué están haciendo los personajes, qué objetivos tenían sus acciones, pretendía envolver la trama en un aurea de intriga, pero no le ha salido del todo bien. Continuamos encuentran acciones poco verosímiles, especialmente hacia el final del libro, donde el autor ha querido -con buen criterio-, crear una expectación, un crescendo en las dos tramas otorgando especial atención a los sentimientos del Meliot humano para verlos reflejados en el Meliot vampiro del presente. Pero la idea se queda coja. Como lector, los últimos capítulos ambientados en el pasado -narrativamente impecables- me parecen de un sentimentalismo exagerado, y obviamente su extrapolación a los hechos del presente se tambalea de tal manera que no convencen (¿Porqué secuestrar a una chica que apenas aparece en todo el libro? ¿Qué vínculo puede tener con el protagonista para que sea tan importante como para dedicar tantos esfuerzos?). Las explicaciones que ofrece Guardiola son lógicas en su intento de retratar los sentimientos del vampiro, pero cogidas por los pelos, poco creíbles.
Nos queda pues un debut interesante, donde el autor ha querido ir un poco más allá de las historias convencionales de vampiros adolescentes. Una historia bien narrada, pero mal explicada - y no lo digo por las dos líneas de acción- ya que si bien comienza correctamente, la narración poco a poco se va volviendo demasiado visual, como si estuviésemos revisando un esbozo de guión cinematográfico.
Agradecer una vez más a Grupo Ajec, primero que haya dedicado tiempo y esfuerzos a una portada excepcional -diseñada por David Prieto- y también por apostar por estos nuevos talentos emergentes con novelas que si bien no son redondas, si que evidencian una buena base para conquistar a los lectores más adelante.
Eloi Puig, 02/12/09
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