Vapor negre. Barcelona steampunk 1911
CF/ ANTOLOGÍA
 

VAPOR NEGRE.
BARCELONA
STEAMPUNK 1911

(2023)

Varios autores

Editorial:
Clandestina
(2023)


Colección:
Crims.cat

Núm:
75

Páginas:
328

TIlustrador:
Carlos Acedo


   
Vapor negre. Barcelona steampunk 1911

En 2011 Jordi Font-Agustí publicó la novela La febre del vapor a raíz de haber ganado el Premio Pedrolo. Además, al año siguiente vencería también en el Premio Ictineu en la categoría de mejor novela de ciencia ficción escrita en catalán.

La premisa de aquella novela consistía en especular sobre una nueva tecnología desarrollada a través de un agua hipercalórica descubierta en Catalunya a principios del s. XX. Una tecnología que propiciaba que el agua, cuando hervía, producía vapor a 1000 ºC. Nos encontrábamos ante una de las primeras novelas steampunk catalanas que —como no podía ser de otra manera— flirteaba también con la política y con los convulsos momentos en una Barcelona sacudida por el anarquismo y distintos movimientos políticos y sociales. Aunque la novela es, sinceramente, bastante exitosa, me quedé con el interrogante de si se le podría haber sacado aún más jugo.

Es posible que esta misma pregunta parara por la cabeza de Jordi de Manuel y Àlex Martín que son los editores que han propiciado esta aventura que es Vapor negre. Barcelona steampunk 1911, una antología de cuentos de varios autores —me atrevería a decir que todos ellos, de renombre— que han pretendido agrandar el universo steampunk que Jordi Font-Agustí recreó en su novela, La febre del Vapor. Pero no se trataba de una simple composición de relatos con similar temática. No. Los editores quisieron desarrollar la antología dirigiendo a los escritores para que hablaran entre ellos para aprovechar personajes, ideas, escenarios y así envolver la antología de una estructura sólida en la que no hubiera contradicciones entre obras. La sugerencia de los editores fue acatada con firmeza y esto ha dado lugar a una antología en forma de fix-up que cumple perfectamente con su idea original: explotar y ensanchar el universo original de La Febre del vapor.

Once relatos y once autores se unen, por tanto, para ofrecernos novela negra en medio de una ucronía steampunk en toda regla. Grandes nombres de la novela policíaca y de la ciencia ficción en catalán que han aportado relatos que se pueden leer —se aconseja— en el orden que aparecen en el libro y donde la cubierta diseñada por Carlos Acedo nos informa perfectamente de lo que encontraremos en el interior. Por cierto, nota para la editorial: se hubiera agradecido encontrar un índice con los relatos y autores al principio o al final de la antología.

Para ello se fijaron dos relatos que abrirían y cerrarían el ciclo. El primer relato funciona muy bien como prólogo y está escrito por el propio Jordi Font-Agustí: “La ciudad hipercalórica”, una muy buena introducción a su universo y el estado de las cosas en esta Barcelona de 1911 que es mirada con envidia por las potencias mundiales y por el gobierno español. El último cuento es del propio Jordi de Manuel, se titula “Reichenbach” (sí, las cataratas donde murió Moriarty) y es todo un ejercicio para sincronizar aquellos flecos de los relatos que no han quedado del todo claros o que necesitaban una explicación y una coherencia final. Magnífica idea, por cierto, y sí, De Manuel sale muy bien del reto.

Pero vayamos un poco a los cuentos: Barcelona es, en este 1911 alternativo, una ciudad transformada, moderna, casi futurista bajo la mirada de la época.

(...) “una Barcelona antigua exultante de modernidad y ennegrecida por el vapor negro” (...) dice Andreu Martín en el relato “L’estrany camió de bombers

Pero también es una Barcelona en la que se esconden intereses de todo tipo y que cambia en pocos años transformándose en algo desconocido para sus habitantes (una metáfora de lo que ocurre en la actualidad). Lo define perfectamente Salvador Macip en este fragmento de “’L’última copa”:

(...) “Ve perfectamente, eso sí, las rondas aéreas, y los autogiros que ensucian en todo momento el cielo, como moscas rondando un cadáver todavía caliente. Ve las nuevas industrias que han florecido como setas venenosas en las afueras, torres gigantescas con grandes depósitos de agua en lo alto, y las chimeneas que salen a su lado y escupen un humo entre blanco y gris, que les dan aspecto de erizos distorsionados. Son los hijos del agua hipercalórica, el cáncer que lo está pudriendo todo”. (...)

Encontraremos, como comentaba antes, personajes compartidos en una historia común que se centra tanto en su vertiente negra como en la de ciencia ficción, tanto en resolver una serie de asesinatos como en el espionaje para buscar la fuente del agua hipercalórica por parte de las potencias extranjeras. Algunos ejemplos son Emma Brotons, ingeniera e inventora, o Edgar Perot, investigador privado que trabaja para Enric Prat de la Riba (futuro presidente de la Mancomunidad de Catalunya) y también sicarios, espías, forenses o femmes fatales (incluyendo la mítica Mata Hari), personajes históricos o ficticios, pero que todos ellos pueblan los cuentos de Vapor Negre. Otra buena idea: Al final de los relatos existe un glosario de personajes para ayudar al lector a referenciarlos debidamente.

He comentado anteriormente que los cuentos forman un fix-up, o sea que juntos son algo más que de forma singular. Esto es indudable pero lleva a hablar de un hecho que creo que es relevante: la mayoría de los cuentos no funcionan por separado. Se pueden leer de forma individual pero entonces quedan descabezados, fuera de contexto y sin demasiado recorrido. Todos ellos están notablemente escritos pero la estructura tan peculiar que han creado los editores propicia que, dejando de lado algunos casos concretos como por ejemplo el relato de Salvador Macip, “L'Ultima copa”, o el de Teresa Solana, “El bé major” que funcionan perfectamente en solitario, el resto están ligados explícitamente al conjunto que es Vapor negre.

Esto significa que veo a los relatos más como capítulos de una novela escritos con más manos que la diosa Kali, que como historias independientes. Esto no tiene nada malo, pero es una coyuntura que quisiera destacar. Pero hay algo que me ha desquiciado más y que es primordial. Aún le estoy digeriendo: Y es que dejando de lado la especulación científica y social que significa poseer una tecnología del vapor única en el mundo y lo lejos que pueden llegar los inventos y las armas diseñadas para funcionar con esta agua hipercalórica, el hecho de que uno de los inventos sea una máquina del tiempo me ha dejado un poco fuera de sitio. Entendámonos: Soy un fan de las historias sobre viajes temporales pero quizás en este universo, que parecía especular más en torno al término tecnociencia, ha fantaseado con un recurso que me ha alejado un poco de esta Barcelona alternativa otorgando un aire de irrealidad que choca con el espíritu de la novela original. Y es que la máquina del tiempo es utilizada en varios relatos y es una pieza fundamental en la historia conjunta.

Así pues, vuelvo a mencionar que Vapor negre, a pesar de ser una antología de relatos, lo he asimilado más como una sola novela compuesta de capítulos escritos por distintos autores. Me es difícil repasarlos como hago normalmente—cada cuento por separado—porque como os decía, los veo demasiado entrelazados con la trama de trasfondo y no como historias individuales. Dependen demasiado unos de otros.

Hay que decir que de forma general los relatos tienen buen ritmo, algunos con mayor énfasis por la acción (“L’estrany camió de bombers”) de Andreu Martín, otros por el suspense como “Utopies” de Margarida Aritzeta o la tensión del relato más redondo de la recopilación: “L’última copa” de Salvador Macip. Pero también cabe mencionar los relatos que más han profundizado con el sentido de la maravilla que puede ofrecer una máquina del tiempo: Desde las paradojas clásicas que vemos en “El bé major” de Teresa Solana a la especulación más política y medioambiental que encontramos a “L’atracció apassionada” de Antoni Munné-Jordà.

La peculiar situación política de esta Barcelona y Catalunya que despierta animadversión en el extranjero y obviamente en la capital española, repleta de espías, agentes secretos y que muestran bien la época se ve bien reflejada con “Safira” de la Empar Fernández o la mencionada “Utopies” de Margarita Aritzeta y “Les amistats perilloses” de Susana Hernández, al que le veo un problema con los cambios de escenario sin espacios separadores y los diálogos un tanto flojos.

Carme Torras, por su parte, introduce elementos de tecnología aplicada proveniente tanto del agua hipercalórica como de su encomiable imaginación en "El temps sota sospita". ¡Sí, los autómatas también forman parte de esta Barcelona alternativa!

En cuanto a los cuentos que se enfocan más hacia a la investigación de los asesinatos cabe destacar a Inés Macpherson con “La marca del temps” que nos lleva a la utilización de nuevas técnicas forenses (aquí veo, quizás, uno homenaje de la autora a Jules Verne y el optograma que aparecía en la novela Los hermanos Kip) o la huella que nos deja el propio Jordi de Manuel con el epílogo que es “Reichenbach”.

Lo mejor de todo es que este experimento ha funcionado bien. Y que ha abierto puertas en el universo steampunk que imaginó Jordi Font-Agustí. Y son puertas tentadoras para seguir experimentando o evolucionando esta Catalunya que tiene el mayor poder energético de su tiempo pero que paradójicamente esto le puede traer muchos problemas futuros. Jordi de Manuel lo resume a la perfección con este soliloquio que realiza el inspector Edgar Perot en las últimas páginas:

Con las manos al volante y la vista fija en la carretera, adivino los frentes abiertos contra el agua hipercalórica: miles de trabajadores que no quieren perder su trabajo; un grupo de ricachos, que ha invertido en la electrificación, que ven el agua hipercalórica como una amenaza; y el Gobierno Civil español, que teme la sedición inminente de Catalunya sustentada por su hegemonía energética

No es la primera vez que una serie de escritores trabajan conjuntamente para especular sobre una Barcelona ficticia. Recordemos el experimento de Barcelona 2059. Ciutat de trashumans, pero sí es la primera vez que se intenta dotar a Barcelona de una visión steampunk y por tanto retrofuturista desde el punto de vista de varios autores (a nivel individual, Jaume Valor ya lo hizo en la notable Les causes invisibles y en La república pneumática), sin renunciar a la historia conocida y a los aspectos tan interesantes como la política y los movimientos sociales. ¡Esta antología podría significar toda una revolución steampunk en Catalunya si continúa ampliándose!

Eloi Puig
10/03/2024

Premios:

 

 

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Relatos que contiene esta antología:
La ciutat hipercalòrica (Jordi Font-Agustí) s/v
El bé major (Teresa Solana)
L'atracció apassionada (Antoni Munné-Jordà)
Safira (Empar Fernández)
L'estrany camió de bombers (Andreu Martín)
Utopies (Margarida Aritzeta)
L'última copa (Salvador Macip)
Les amistat perilloses (Susana Hernández)
La marca del temps (Inés Macpherson)

El temps sota sospita (Carme Torras)

Reichenbach (Jordi de Manuel) s/v