No me gustan las hadas.
El mundo feérico nunca ha sido sangre de mi devoción. Las hadas, esos seres mágicos que viven normalmente en una realidad paralela y arcana y que de vez en cuando meten la nariz en los asuntos de los humanos - o viceversa-. No me gusta su personalidad imprevisible, sus capacidades para realizar magia sin orden ni concierto. Parece que puedan alcanzar cualquier meta mágica como si nada y por el contrario no suelen pagar casi nunca por sus fechorías. Me da igual si unas son hadas tiernas y sensibles y otras son malcaradas y peligrosas... la falta de reglas en su universo me exaspera.
Repito: Detesto las hadas. Pero eso no significa que no valore los libros que hablan de hadas, que no disfrute leyendo historias donde las hadas pueden tener más o menos protagonismo. Desde las travesuras en formato de aventura de la Trilogía de Lyonesse de Jack Vance a las malcaradas y manipuladoras hadas que encontramos en la fantástica Jonathan Strange y el Sr. Norell, pasando por la sutil historia que Jo Walton nos presentaba en Entre extraños. Y claro, también las encontramos en La corte de los espejos de la sevillana Concepción Perea, un libro sobre unas hadas un tanto especiales que me ha cautivado bastante.
Es más, si una curiosidad tiene la presente novela es que prácticamente la totalidad de su acción transcurre en TierraLinde un mundo feérico, y que casi no existe interacción con los humanos. Y eso, es un punto a su favor, sin duda, pues nos ahorramos las típicas escenas de sorpresa por el choque entre el mundo real y el feérico. Para llenar TierraLinde, la autora ha recogido seres mágicos tradicionales de las principales mitologías europeas, como son la griega, la celta y la nórdica y los ha unido todos en estos epopeya donde todos los protagonistas son hadas, o mejor dicho seres mágicos. Un poco como lo que haría tres años más tarde Sergio S. Morán en El diós asesinado en el servicio de caballeros, pero esta vez sin coña. ¿Que no me gustan las hadas? Pues ala, todo son hadas. ¡Ah! ¡Pero aquí hay trampa señores! La autora define a todos estos seres mitológicos como hadas y por tanto los pone como iguales, sean centauros, sátiros, elfos, trolls y otras razas que no he sabido interpretar -mis conocimientos de mitología celta son muy modestos-, pero en el fondo tienen poco que ver con las hadas curiosas, traviesas e imprevisibles de la tradición celta que comentaba al principio. Incluso a menudo nos olvidamos de su esencia: Hay momentos de la novela que te plantea las hadas como extrañamente humanas, sin dedicar ningún tipo de descripción -que yo recuerde-. Por ejemplo, los miembros de una familia nómada con mucho protagonismo - que curiosamente tienen nombres árabes- ahora mismo no sabría decir de qué raza son... sólo que son hadas, así en general.
Un hecho positivo es que la autora apuesta por modelar los talantes de las diferentes razas para potenciar las personalidades de los individuos aunque sin renunciar a los estereotipos a los que estamos acostumbrados: Desde la bondad de los sátiros - y su conocida afición por sexo- , al orgullo y menosprecio de los elfos hacia el resto de razas supuestamente inferiores. Lo más curioso e interesante de todo es que este revoltijo, esta mezcla desenfadada de razas y mitologías... funciona. Y la gran culpable es esta escritora, Concepción Perea que con una prosa efectiva nos hipnotiza durante más de 650 páginas, que devoramos sin darnos cuenta de ello.
La Corte de los espejos es la historia de una lucha que logra puntos épicos entre facciones de diferentes razas de hadas. Y la historia es narrada bajo los ojos de dos hadas muy diferentes: Nicasia, una mestiza knocker a la que le encanta fabricar artilugios mecánicos, y Dujal, un phoka - un cambiante, un metamorfo- con ganas de tocar siempre la moral a Nicasia. Juntos deberán seguir las pistas de desapariciones, secuestros y de una trama que poco a poco se va desvelando como un enfrentamiento terrible con reminiscencias a la última gran lucha, la Guerra de la Reina Durmiente y que de rebote nos transmite la lucha de las bajas clases sociales para lograr los mismos derechos que la nobleza.
El comienzo es no obstante, poco trascendente: La autora nos presenta un prólogo demasiado largo, un conjunto de capítulos dedicados a presentarnos a Nicasia y en Dujal en una aventura de la cual no sabemos sacarle el entresijo, desentrañar exáctamente dónde quiere ir a parar. Sí, por un lado, como decía, la prosa de la autora es más que amena y nos hace disfrutar de la lectura, pero no tanto de la trama que más tarde prevemos que sólo ha servido para hacer dichas presentaciones. Creo que la verdadera novela no comienza hasta la página 77 cuando comenzamos la primera parte, titulada "Goblins". A medida que avanzamos en la lectura observamos como los capítulos se van volviendo más elaborados y oscuros y como los personajes principales - especialmente Nicasia- va desvelando secretos de su pasado que la hacen paradójicamente más humana a nuestros ojos. Su carácter arisco, sus inquietudes, van surgiendo a empujones y vamos conociendo poco a poco las causas. Y es aquí donde empezamos a disfrutar tanto de la prosa como de la trama. Y es cierto que esta oscuridad en las descripciones y en el argumento en sí nos va atrapando de forma inexorable, especialmente durante las aventuras con los goblins.
Pero también hay momentos en que desmotiva al lector, especialmente por el ya comentado uso y abuso de la magia. El lector nunca conoce las capacidades mágicas de las hadas que está siguiendo con la lectura. Esto hasta cierto punto es normal, también debe haber sentido de la maravilla ¿no? Pero claro, que de golpe un centauro te teletransporte a casita o que un phoka que hasta ese momento parecía que sólo se pudiera convertir en gato, de repente adopte la forma totalmente ajena... sacude el sentido de la credibilidad. Estos puntos son los que siempre he odiado de las hadas clásicas: Que pueden hacer la magia que quieren, de forma imprevisible... y el sentimiento de Deus ex Machina planea todo el tiempo sobre la historia. Y eso que la autora hace sufrir de lo lindo a nuestros héroes: los zurra, los maltrata, los tortura psicológicamente... pero como nunca puedes saber si tienen algún truco secreto (como un trozo de tiza para dibujar portales mágicos) para salir adelante, te desconcierta un poco. Un ejemlo: Recuerdo un pasaje donde Nicasia se da un golpe voluntariamente contra una pared para simular que está herida mientras se dice "No se me da bien crear sangre"... a lo que el lector piensa: "Ah! Pero es que podía crear sangre? "
Hablemos un poco del trasfondo: La corte de los espejos es una historia bastante compleja que sólo encaja al final del libro y que siempre nos da como referencia un anterior guerra de la que conocemos poco y que a lo largo de la trama iremos descubriendo los esquemas principales - pero sin entender nunca el porqué estalló ni cómo se ganó o perdió-. Pero de aquella guerra y de la presente historia podemos deducir que la autora aprovecha para criticar las diferencias entre clases sociales o el racismo. Y también para introducir matices de gris entre las razas de hadas, cosa que aprecio mucho.
La novela es muy notable pero algo larga; no porque nos cansemos leyendo - al contrario- sino porque la trama se estira demasiado y a veces parece que pierda el norte. El hecho de que, además, hay personajes claves que sólo aparecen muy de vez en cuando provoca que los veamos como extraños y que su parte de la historia nos importe más bien poco. Al final, Perea es capaz de hacer coincidir las subtramas de manera creíble y coherente, y esto es muy importante para mí.
En definitiva, La corte de los espejos es una muy buena novela de aventuras mágicas a la que si no le buscáis tanto la racionalidad mágica como yo, la disfrutaréis aún más. Yo lo he hecho, a pesar de las trabas que he ido viendo en la trama argumental, y aunque no me gusten las hadas. Pero sí, he disfrutado con los personajes y muy especialmente con la manera de atraparnos por parte de la autora.
La novela sirvió de presentación oficial de la nueva colección Fantascy, hace tres años y medio. Y uno esperaría que se publicara una segunda parte (aunque la historia es autoconclusiva) pero parece que Fantascy haya hecho atrás en eso de continuar publicando a autores españoles. Una lástima.
Eloi Puig, 27/11/2016
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