Decía hace unos días, a raíz de la reseña de El gran Imaginador que a veces la tarea de reseñar una novela es mucho más complicada de lo normal; si además la obra en cuestión va más dirigida hacia el mismo autor que no hacia público potencial, el lector, esta tarea se vuelve en cierto modo superflua.
Cuando terminé el libro tenía un sentimiento ambiguo sobre el resultado final. Me había gustado bastante el trayecto, la lectura, pero no sabía si había entendido el mensaje por completo. Y esto es muy importante para mí. Así que aprovechando que el autor de Udzu, Roger Coch, venía a presentarnos el libro en la 43ª Ter-Cat que se realizó en Mataró, preferí esperar unos días a ponerme a ello.
El autor nos transmitió de forma más que sugerente sus sentimientos hacia la novela, el cómo y el porqué escribirla. De hecho algunos aspectos ya los intuía: Novela con muchos elementos autobiográficos, aunque materializados de forma fantástica, duelo o sufrimiento por un hecho chocante de carácter íntimo etc... otros naturalmente no, los descubrí escuchando sus palabras.
Lo cierto es que Udzu es una novela irrefutablemente intimista, escrita de forma espontánea y que en un principio no pretendía llegar a ninguna parte, en el sentido de que no está estructurada de forma cuidadosa si no más bien plasmada tal cual, tal como le venía a la mente a Roger. Hasta el punto que la novela iba sorprendiendo al mismo autor a medida que era escrita y este pensó que valía la pena intentar publicar sus palabras cuando se dio cuenta de que quizá otros también querrían leerlas.
Udzu son dos historias entrelazadas, son la resonancia (según palabras del autor) de una sobre la otra. Por un lado es un proceso familiar, el duelo por la pérdida de un abuelo y a la vez es un viaje a un mundo simbólico encarnado por Roger, un chico que ha huido de casa y que prometió en vida a su mejor amigo, Udzu, enterrarlo en un punto concreto de una ciudad extraña, fantasmal, inerte, llena de personajes curiosos y rincones mágicos o imposibles. Se trata de un descenso a un universo metafórico que nos recuerda a una Alicia en un país que más que maravillas refleja miedos y extrañeza pero que cautiva del mismo modo.
Al Udzu le faltan los órganos y Roger tendrá que arrastrarlo por toda la ciudad, escudado por criaturas fruto de una imaginación no febril, pero si anclada en los reflejos del mismo autor, con situaciones que parece querer dejar atrás, enterrar. Creo que el espíritu de la novela queda reflejado en este párrafo::
"El problema es no reconocer lo que tienes dentro (...). Enterrar no quiere decir poner tierra encima y olvidarte de ello. Enterrar significa aceptar que alguien se ha ido y que ya no volverá nunca más a caminar, ni a reír, ni a vivir. Y aceptar que tú también te marcharás algún día. Cuando entierras a alguien, el sudor que te cae de la frente y las lágrimas que se filtran por la tierra y rodean el cuerpo, también quedan enterradas. (...) Hay que enterrar a los muertos para evitar que vayan dentro de ti sin rumbo."
Roger Coch utiliza el fantástico para acercarse a un mundo casi onírico, simbólico y lleno de elementos que juegan con la metaliteratura y que probablemente le ayudaron como parte de un proceso terapéutico pero también de creación literaria. La tarea del lector es descubrir estas capas hipnóticas, esta prosa, a veces poética, a veces sorprendente que podemos encontrar en sus páginas.
Udzu es una novela introspectiva que busca caminos dentro del ciclo vida-muerte que me ha recordado un grandísimo relato de George Langeaan: "Vuelta a empezar", sólo que en esta ocasión Roger Coch apuesta más por el surrealismo fantástico.
Difícil de valorar si uno no es la meta directa a quien iban dirigidas sus páginas. No tengáis demasiado en cuenta mis modestas palabras sobre esta obra pues creo que sólo el autor es capaz de definir todos sus aspectos de forma eficaz y captarlos plenamente. En todo caso yo la he leído de un tirón, tanto por su escasa longitud como por su capacidad de absorción.
Leerla, vale la pena descubrir una literatura fantástica de carácter espontáneo y muy vital.
Eloi Puig, 18/02/2017
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