A estas alturas, después de haber leído dos novelas de Catriona Ward, cuando empiezas otra obra ya sabes que debes esperar lo inesperable y que la lectura te sorprenderá en algún momento, pero también es cierto que he aprendido a no querer buscar esa sorpresa, ese elemento que seguro la autora está escondiendo, manteniéndolo oculto de alguna manera que no puedes llegar a vislumbrar.
Porque entonces, la lectura la disfrutas más.
La bahía del espejo es, hasta ahora, el libro de Catriona Ward que más me ha desquiciado, que más me ha hecho fruncir el frente intentando discernir su contenido. Es una novela repleta de traumas juveniles, que ya son una tónica y un patrón en las historias de Ward, pero aún así, los primeros capítulos parecen abocados a una lectura costumbrista, interesante, bien escrita pero que no parece tener demasiada razón de ser... no pasa nada destacable. ¿Recoedáis cómo Sarah Pinborough nos acomodaba de mala manera a una plácida historia en Detrás de sus ojos y luego nos metía un varapalo que nos dejaba medio conmocionados? Catriona Ward va por ese camino también. Tú sabes que pasará algo muy grande. Y lo estás deseando de hecho, intentando reunir pistas, suponiendo, queriendo escrutar el futuro, incluso consultando al índice con el nombre de los capítulos para ver si intuyes algo. Y te rindes. ¡Y entonces pam! Llega la sorpresa. La bofetada. Y no, no te lo esperas.
Éste es el efecto que provoca leer a Catriona Ward
Costa atlántica de Nueva Inglaterra. Años ochenta. Un joven y sus padres pasan sus vacaciones en la recién adquirida casa de un tío. Wilder Harlow es tímido, sufre bulling en la escuela y se refugia en sus cosas. Allí conoce a Nat y Harper y juntos conviven dos veranos repletos de hormonas desenfrenadas, arrecifes marítimos y aventura y con la enigmática presencia fantasma del Hombre del puñal, un asesino en serie que asusta a la comarca.
La autora nos narra de forma hipnótica esta historia de juventud adolescente, pero descubriremos cómo de repente nos traslada a unos años más tarde cuando Wilder ya estudia en la universidad y conoce a Sky, su compañero de habitación, una persona amable que ayuda en todo pero que determinará la vida de Wilder para siempre. También daremos más saltos, hasta nuestro presente porque la historia de La bahía del espejo permanecerá durante décadas. Las idas y venidas entre 1989 y 2023 forman parte de la peculiar estructura de la novela y poco a poco nuestra curiosidad inicial se volverá necesidad para saber qué está pasando. Ward deja pistas, sutiles, como por ejemplo elementos de este 2023 que no parecen concordar exactamente con nuestra realidad:. Establecimientos de realidad virtual, trenes de levitación magnética…coches sin conductor. Pero aunque empezamos a plantear hipótesis sobre la esencia de esta aventura, sobre lo que esconden sus páginas... como siempre la autora nos ganará.
Ésta es una novela que bebe de las inquietudes juveniles, de las indecisiones, de la camaradería... para transformarse en mucho más, en un thriller fantástico y psicológico y sobre todo en una novela metaliteraria que va más allá de sus páginas. También es un homenaje a escribir e imaginar mundos y personajes y hacerlos crecer o matarlos.
(...) “Estaba investigando la mecánica, cómo fusionar, mi texto, mi verdad, con su basura ególatra”. (...)
No es una lectura sencilla. Su objetivo se desenfoca a veces y quizás no se resuelve de forma tan clara y contenida como en La casa al final de Needless Street o Sundial. Pero resulta un referente de historias que beben unas de otras, personajes que conviven con alter egos dentro de otros libros, y en definitiva de ese espejo que se sitúa entre creadores, personajes y la dura realidad hace de La bahía del espejo una experiencia desconcertante... pero sin embargo enriquecedora.
(...) —Escribir es poder —dice—. Es una forma de magia. Esa una forma de mantener a alguien vivo eternamente.
—¿Para qué alguien querría vivir eternamente en un libro?
Puede que no quieran. Quizás el escritor los tiene prisioneros. —Se inclina hacia él para hablarle al oído—. Se puede atrapar a alguien en un libro. Puedes capturar su alma y hacerle una prisión de palabras. Una jaula.” (...)
Prefiero no comentar demasiad, porque cada palabra que diga de más puede ser un spoiler en potencia. Entrad, leed el libro, especulad, abrid los ojos y fruncid el ceño cuando se os escape algún detalle... sea como sea no podréis dejar de leerlo, como es habitual con las tramas perturbadoras que nos ofrece esta reina del terror que es Catriona Ward.
Eloi Puig
09/02/2024
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