Esta vez sí: He cumplido mi palabra y he leído una novela del Miles Vorkosigan poco después de haber saboreado la última, ya tengo la conciencien más tranquila.
Cetaganda es una de se aportaciones más profundas de Lois McMaster Bujold al universo de Miles Vorkosigan; no tanto como conflicto político si no como un acercamiento a una cultura - la cetagandesa- que la autora ha trabajado con mucho esfuerzo para presentarla original pero también verosímil. El imperio cetagandés es una de las entidades políticas más belicosas del universo de agujeros de gusano donde se desarrollan las novelas de la serie Vorkosigan. Ya en otros volúmenes se frustaron intentos de expansión del imperio -El Juego de los Vor, por ejemplo- pero en este caso Bujold ha querido presentarnos una historia introspectiva que afecta a la propia estabilidad de Cetaganda, alejada pues de batallas espaciales o viajes a través de los agujeros de gusano y por tanto quizá más faltada de tensión.
El punto fuerte de la novela - la descripción detallada de una cultura volcada a la búsqueda de la perfección genética-es también su talón de Aquiles pues la autora nos sumerge tan a fondo en los protocolos y costumbres de la alta sociedad cetagandesa que no deja lugar para la aventura propiamente dicha. Los humanos del imperio de Cetaganda - recordemos que las historias del universo Vorkosigan no contemplan el contacto con ninguna raza extraterrestre y que todas las civilizaciones son fruto de la colonización humana- mantienen una retorcida estructura social donde destacan dos niveles bien diferenciados -sin contar los esclavos ba, poco más que experimentos genéticos estables-. Estamos hablando de los hautlords que dominan la vida científica del imperio y sus consortes (hautladies) que retienen los secretos de los genes de decenas de generaciones cetagandesas y por otro lado los ghemlords, dedicados más a la vida política y militar y encargados de interaccionar -normalmente de forma poco amistosa- con las civilizaciones de otros planetas.
Miles Vorkosigan, como siempre, se verá involucrado en una trama que se va haciendo mayor a medida que avanza el libro y que promete desestabilizar el imperio de Cetaganda y de paso a la misma Barrayar. Bujold diseña la novela como una trama policíaca donde nuestro joven investigador deforme deberá hacer uso de todos sus recursos para saber quién se esconde detrás de un complot contra el banco genético de los cetagandesos.
Bujold, sin perder el empuje que la caracteriza, usa un estilo ameno que transporta al lector por la novela sin que se dé cuenta, pero en este caso hay que decir que la trama es más compleja de lo habitual y que al transcurrir en un 90% en palacios, fiestas aristocráticas, conversaciones secretas en jardines exuberantes y poca acción en firme, la novela se vuelve un poco densa y repetitiva en algunos capítulos. No estoy diciendo que no se trate de una historia digna (ya quisieran muchos tener la soltura de Bujold) sino que comparada con otras entregas de la serie, ésta resulta más aburrida en términos generales.
Sin embargo, Cetaganda es una novela que gustará para los que busquen complots de alto nivel, asesinatos imposibles y una investigación centrada en una cultura muy diferente a la nuestra - quizás emparentada con alguna civilización oriental tal como se nos presentan sus costumbres- que junto con las especulaciones de carácter científico en torno al desarrollo genético de una cultura teóricamente estancada como es la cetaganesa, nos dan motivos para reflexión y sobre todo - debido a la omnipresencia de Miles Vorkosigan- de diversión.
Eloi Puig, 29/12/2011
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