Señores, señoras... os presento a Conan, el bárbaro:
(...) “Incluso en la tenue luz de la mazmorra, con los miembros cargados de cadenas, la potencia primitiva de aquel hombre era evidente. El cuerpo poderoso y las extremidades musculosas combinaban la fuerza de un oso pardo con la agilidad de un pantera. Bajo la melena negra despeinada, los ojos azules le brillaban con una salvajería indomable.” (...)
(...) “Con la luz del fuego reflejándose en la armadura azulada, parecía una imagen de acero: fuerza dinámica de momento estática; no reposando, si no inmóvil un momento, esperando la señal para activarse de nuevo de forma terrible. La luz del fuego jugaba con sus facciones y las hacía parecer esculpidas en una sustancia oscura pero dura como el acero. Estaban inmóviles pero los ojos lucían con intensidad. No era sólo un hombre salvaje; formaba parte de la naturaleza, era uno con los elementos indomables de la vida; por sus venas corría la sangre de la camada; en su cerebro se ocultaban las inquietantes profundidades de la noche del norte; el corazón le latía con el fuego de los bosques en llamas” (...)
Éstas serían algunas de las muchas presentaciones de una de las figuras más icónicas del siglo XX, la de Conan el cimerio, el bárbaro, el aventurero, el pirata y mucho más. El personaje imaginado por Robert E. Howard hace casi un siglo y que ha llenado de imaginación y sentido de la maravilla a varias generaciones. Debo confesar que aunque Conan tiene una legión de seguidores que ha seguido de cerca sus cuentos, o las aventuras que Marvel nos trajo en formato de cómic, personalmente sólo le conocía a través de las dos películas del amigo Arnorld. Soy, pues, un recién llegado a las tierras míticas de Hiboria donde transcurren las aventuras de nuestro bárbaro, y esto me da un tanto de respeto porque tengo la sensación de que llego tarde. Ahora bien, también debo decir que después de leer este primer volumen, creo que he venido para quedarme.
Como comentaba, el personaje de Conan se ha convertido en un referente, un icono de la novela de aventuras y también de la fantasía heroica. Las influencias que ha tenido en la cultura popular son muchas y pasan tanto por el mundo del cómic como por el de la literatura (el cómic clásico de la escuela franco-belga Thorgal o las parodias de Groo de Sergio Aragónes y de Cohen el bárbaro de sir Terry Pratchett serían buenos ejemplos) como obviamente por el cinematográfico con decenas de filmes más o menos afortunados intentando repetir la esencia de la película de John Milius. Pero ahora toca centrarse en la parte literaria y en este primer volumen que nos ha traído por primera vez a nuestra casa, la editorial Laertes.
El hecho de que nunca antes se hubiera traducido al catalán es imperdonable (como tantas otras obras) pero me gustaría pensar que puede tomarse como un referente. Y no, no es que la literatura de Howard sea imprescindible o esté a la altura de otros grandes autores; aquí lo importante es que podamos devorar literatura pulp en catalán, que podamos disfrutar de forma normal de aventuras muy populares y que conforman nuestro imaginario de toda la vida... y en nuestra lengua. Sí, es cierto que todo esto llega quizás 50 años tarde pero más vale tarde que nunca. Y sí, también es verdad que quizá la juventud tenga ahora la vista dirigida a otras aficiones pero creo sinceramente que todo ayuda. Y Cónan en catalán no será una excepción.
Podría ponerme a hablar de Robert E. Howard en profundidad pues el autor, a pesar de su prematura muerte, fue muy prolífico pero sinceramente después de leer el magnífico prólogo de Rodolfo Martínez, lo que yo pudiera decir sería muy poca cosa. Sólo comentaré que la sensación de aventura y energía narrativa ya la noté con la única obra que había leído hasta ahora del autor: Gusanos en la tierra. Y es importante recalcar el hecho de que el estilo de Howard, aunque aparentemente sencillo, esconde potencia y fervor y que nos traslada directamente a una acción e intensidad únicas.
El mundo de Hiboria, salvaje, primitivo, mágico y lleno de aquella testosterona tan clásica con los personajes de fantasía heroica (o lo que más adelante Fritz Leiber, llamaría Espada y Brujería) es el escenario donde Howard perfiló decenas de relatos (y una novela) protagonizadas por Conan. Un mundo con un aire romántico, repleto de misterios y con fuerte devoción por el pasado remoto y las culturas antiguas, extinguidas. Un sentimiento, una adoración que Howard compartía con su amigo Lovecraft y que se materializa en algunos relatos concretos.
El mundo de Conan se rige por la ley del más fuerte, por las decisiones y la voluntad de dioses que son de todo menos magnánimos y que de paso perfilan el talante taciturno ya menudo áspero del bárbaro. Véase cómo se describe en Crom, el dios que sigue Conan:
(...) “Sus dioses eran sencillos y comprensibles. Crom era el jefe, y vivían en una gran montaña, desde donde enviaban calamidades y muerte. De nada servía apelar a Crom, porque era un dios pesimista y salvaje y odiaba a los débiles. Pero daba a un hombre valor al nacer y la voluntad y poder de matar a sus enemigos, lo que, a juicio del cimerio, era todo lo que se podía esperar que hiciera un dios.”(...)
Conan es un antihéroe, un hombre violento y que a menudo razona poco. Que se mueve instigado por sus instintos más básicos pero que a su vez actúa en consecuencia con lo que cree y con los de su alrededor. Conan es un bárbaro, recordémoslo; y quizás no sabe entrelazar sinuosos planes, más bien se guía por su experiencia y el sentido común. Pero es hijo de una época y de una ambientación que buscaba precisamente esto.
La editorial Laertes nos ha acercado un primer volumen de las aventuras del bárbaro donde se presentan de forma cronológica los primeros relatos de la vida de Conan. Howard escribió sobre el personaje de forma desordenada y algo caótica pero parece que siempre supo cómo evolucionaría su vida desde que Conan dejó las regiones más frías de Cimeria. El autor poseía notas para elaborar una historia completa del bárbaro. En este volumen, pues, encontraremos a un Conan más joven, impetuoso y que apenas conoce la civilización de naciones más al sur.
El primer relato es “La hija del gigante de hielo” (1934) y nos muestra a Conan haciendo lo que sabe hacer mejor: Combatir en una batalla, in media res, sin saber qué ocurre exactamente. Es una declaración de intenciones de lo que supone leer en Conan: Lucha, muerte, sangre, valentía y misterios que a menudo van más allá de toda comprensión. No es su mejor relato, pero sirve muy bien para presentarlo.
“La torre del elefante” (1933) a la que hace mención la excelente portada de Toni Benages para este volumen es ya un relato mucho más cuidado y narrativamente potente. Un asalto de Conan a una torre donde vive un mago poderoso le enfrentará a terribles peligros —especialmente arácnidos— pero también le llevará a descubrir un ser imposible de carácter transcósmico que bebe de los delirios más febriles de Howard (y que posiblemente estuviera influenciado por el mismo Lovecraft). Muy bien.
En cambio, en “El dios del cuenco” (1952) nos encontramos con un Conan contenido, que desempeña un papel en segundo término en una investigación de asesinato donde se ve involucrado. Es un relato policial basado sobre todo en diálogos, poco descriptivo y con poca acción. El final, digno del mundo mágico de Hiboria es firme aunque quizás le falta un poco de emoción.
Para el final encontramos los mejores relatos, los que creo elaboran un perfil más sincero del personaje. En primer lugar, encontramos “Villanos en la casa” (1934), una excelente aventura llena de magia y de camaradería, traiciones y secretos escondidos. En este caso también se trata de un robo en casa de un poderoso mago. Las circunstancias, pero, se tuercen y Conan debe hacer una alianza con otros contrincantes y también con la víctima a la que quería tomar sus secretos. Un grupo de villanos encerrados en una mansión llena de peligros.
Pero ¡oh! Qué grande es el último relato, “El coloso negro” (1933) una aventura que se adentra en la épica más potente con un Conan que debe comandar un ejército contra un enemigo imposible de detener. Encontraremos a una bella princesa con problemas, un reino hecho un desastre, un enemigo temible, una ciudad en ruinas con secretos perversos... todo lo que uno puede imaginar de una aventura donde la testosterona y la épica te hacen hervir la sangre... Sin duda el relato más conseguido de este primer volumen, aquél con el que te dan ganas de ponerte a ver la película para seguir con el fervor de la batalla.
Relatos como éstos son los que han despertado la imaginación de seguidores de Howard y su obra. Al igual que le pasó a Lovecraft una legión de fans sigue escribiendo sobre las aventuras del bárbaro, una evidencia más de la importancia del personaje en la cultura popular del s. XX.
Conan es, como decía, un icono legendario, un personaje del que todos hemos oído hablar, del que nos hemos sentido atraídos o nos hemos alejado pero que no pasa desapercibido. Y es un personaje que ha alimentado la imaginación a decenas de escritores, guionistas, dibujantes, directores... y todo gracias al talento de Robert E. Howard por trasladarnos a un mundo fantástico donde todo era posible y donde su capacidad narrativa nos mantenía atrapados.
Leed Cònan, el bárbar sin perjuicios, sin buscar alta literatura o tramas especialmente originales. Conan está por encima de eso: es literatura pulp bien escrita, con intención de enganchar al lector y de llevarlo a un mundo diferente, lleno de maravillas. Y ahora lo teneís a vuestro alcance en catalán... ¡A qué esperáis, por Crom!
Eloi Puig
12/12/2021
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